El 15 de enero de 1932 se fundó la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Pública, se consolidaba de esta forma una corriente modernizadora de la educación en Venezuela que tuvo como su líder a Luis Beltrán Prieto Figueroa.
Esta corriente se organiza y cohesiona en
función de una concepción de la pedagogía anti escolástica y
científica; la Escuela Nueva.
En Venezuela llegó la modernización de
la educación por dos vías: una el pragmatismo funcionalista
norteamericano de John Dewey y otra, los planteamientos de Decroly que
se expandieron en el Uruguay.
La Sociedad Venezolana de Maestros de
Instrucción Pública se plantea la lucha por la modernización de la
educación venezolana sobre la base de establecer una fundamentación
teórica científica que orientase la práctica pedagógica y la política
pública y que tributase a la democratización de la sociedad en su
conjunto.
Estas definiciones: cientificismo y democratización son
derivaciones de los postulados del pragmatismo funcionalista
norteamericano que expuso Dewey. Esta concepción articuló una visión
democrático burguesa que daba a la educación la función de reparar los
defectos de la sociedad, es decir, para superar las deficiencias que el
ordenamiento social tenía, sus desigualdades y evidentes deferencias
sociales entre sus miembros, la educación tenía un papel primordial. Si
se estudia se sale adelante, si se estudia se sale de la pobreza postula
esta corriente y para lograr eso la escuela era una institución de
difusión de las ideas democráticas burguesas. John Dewey era un abierto
anticomunista que exponía que la democracia representativa de corte
burgués debía ser el modelo de organización de la sociedad de su
momento.
La Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Pública
inicia un proceso de difusión de la concepción pedagógica en la creía.
Para eso funda la "Revista Pedagógica", publica en la prensa nacional
una columna “Páginas Pedagógicas” y organiza en 1934 un Seminario
Pedagógico con el objeto de caracterizar la educación venezolana. En
dicho seminario se establecen elementos medulares de la concepción
pedagógica del naciente movimiento.
En ese momento existían cuatro
corrientes pedagógicas en desarrollo; la pedagogía mecanicista expuesta
por Ziller y Stoy como continuación de la obra de Herbart pero superando
la concepción metafísica original de esta, la corriente retrograda
católica expuesta por Spinoza, la naciente corriente marxista liderada
por Vigotski, Luria y Leontiev, y la Escuela Nueva de Decroly, Montesori
y Dewey.
Brevemente podríamos decir que esta última corriente es la
continuación de los postulados de Rousseau, Pestalozzi y Fröebel y su
posición originaria es Holismo naturalista, la misma tuvo como cuna al
llamado “círculo de Weimar” sus exponentes fueron; Goethe, Herder,
Schiller y W. Humboldt. La Escuela Nueva incorporó al antiguo
naturalismo filosófico, los avances de la psicología y las nuevas
concepciones pragmáticas del conocimiento. Por su oposición al orden
político y social establecido, sin superar las concepciones burguesas,
fue asumida como una corriente progresista. En los aspectos
eminentemente pedagógicos planteaba que el desarrollo pedagógico se
conseguía en la actividad del estudiante y su relación con su entorno.
A
los pocos días de muerto Gómez, la SVMIP estaba plenamente preparada
para proponer un programa de lucha en función de reformar la educación
con un fundamento claramente orientado hacia la Escuela Nueva, así quedó
reflejado en el Memorándum enviado a López Contreras el 3 de enero de
1935.
Esta definición teórico conceptual permitió que la acción
posterior de toda esta corriente liderada por Prieto Figueroa, tuviera
pocos extravíos y fuese, por el contrario, absolutamente coherente. En
1936 la SVMIP presenta un texto de Ley Orgánica de Educación, en el
mismo exponía la idea (de origen burgués alemán, a la cual se opuso Marx
en la Crítica al Programa de Gotha) del Estado Docente, la gratuidad de
la enseñanza y la obligatoriedad de la educación desde los cuatro hasta
los dieciséis años. En ese mismo año se funda la Federación Venezolana
de Maestros como un esfuerzo por elevar la calidad de la lucha y se
procede a contratar la misión de pedagogos chilenos del Pedagógico
Nacional de Chile formados en el Teachers College de Nueva York con John
Dewey, para el impulso del Pedagógico Nacional como un centro de
formación de profesionales de la educación con un evidente fundamento
pragmático funcionalista norteamericano. También se contrató al profesor
Sabas Olaisola para el desarrollo de una experiencia fundada en la
corriente Dracolyana extendida en el Uruguay.
Posteriormente ya en 1948 siendo Prieto Figueroa Ministro de Educación se impulsará la nueva Ley Orgánica de Educación.
Como
puede verse entre 1932 a 1948 hubo un movimiento magisterial
progresista de corte democrático burgués, que logra una gran coherencia
en la acción producto de la definición clara de un fundamento
pedagógico.
El neoliberalismo profundizó la posición entreguista de
los gobiernos venezolanos, y desde 1983 articula una coherente política
educativa con el objetivo de desmembrar el movimiento magisterial y
atentar contra la educación venezolana. Una década después el Gobierno
de Rafael Caldera organiza una agenda social de reformas que incluyeron
iniciativas educativas dentro de las cuales destacan: el impulso y
desarrollo de la UPEL (la articulación de los institutos pedagógicos a
la misma en 1991), la reforma curricular de 1993, la desarticulación del
magisterio y combate a cualquier forma de organización y lucha
magisterial, el impulso de la reforma de la Ley Orgánica de Educación,
el cercenamiento del presupuesto educativo y el impulso del Proyecto de
Ley de Educación Superior con un claro matiz privatizador, entre otros.
Los
líderes de estas reformas fueron Gustavo Roosen, Antonio Luis Cárdenas,
Nacarid Rodríguez y Leonardo Carvajal. La concepción pedagógica
articuladora del conjunto de iniciativas fue el constructivismo y su
financiamiento y asesoría fundamental vino desde Washington por la vía
del Banco Interamericano de Desarrollo.
Su avance fue derrotado en
las calles por el pueblo venezolano, con las movilizaciones del
movimiento magisterial de base, el movimiento estudiantil, el pueblo y
los trabajadores y trabajadoras en general. Fueron hitos en la derrota
de las medidas neoliberales las rebeliones del 4 de febrero y 27 de
noviembre, así como la victoria electoral de diciembre de 1998.
¿Qué
hemos hecho desde 1999 hasta ahora? Evidentemente hay grandes logros.
Se amplió la matrícula escolar, se inició un sostenido proceso de
recuperación del financiamiento de la educación pública, las
reivindicaciones salariales ya no son logradas en peleas en la calle, se
tiene un conjunto de servicios en las escuelas que nunca pudieron ser
ni pensados en épocas anteriores como: acceso a las tecnologías de la
información y la comunicación (CEBIT, las canaimas y otros), el PAE,
etc. Todo un logro en masividad e inclusión que tiene a las misiones
educativas: Robinsón, Ribas y Sucre, y a la ampliación de las
universidades públicas (UBV, UNEFA, y la universidades territoriales) su
principal exponente.
Sin embargo, tenemos serios extravíos. A pesar
de que el Comandante Chávez en su reciente presentación de Memoria y
Cuenta ante la Asamblea Nacional dijo que se deben superar las
relaciones laborales tercerizadas, los maestros de escuelas bolivarianas
siguen cobrando un bono que constituye el 60 % del salario del los
trabajadores y trabajadoras de la educación, las madres procesadoras del
PAE cobran irregularmente Bs 40,oo, diarios, sin derecho a seguridad
social por la vía de ese trabajo. Los trabajadores de las misiones
educativas no tienen relación laboral con su ente empleador, siendo esto
completamente ilegal. Todo lo anterior se hace aún más grave cuando
tenemos 13 años de revolución y no se ha definido el fundamento teórico
del sistema educativo, (al cual se le retiró la definición de
bolivariano, aunque la Policía Nacional y la Fuerza Armada Nacional sean
bolivarianas), no existe política curricular, pero se diseñaron los
libros de texto sin este elemento definitorio.
No existe una
iniciativa gremial que tenga posición definida frente a los temas
pedagógicos actuales, que sirva para orientar y definir las acciones que
permitan tener una educación en consonancia con el avance del
socialismo. SINAFUM es un organismo que se muestra detrás de las
definiciones de grupos burocráticos y que evidentemente no es referencia
para la organización revolucionaria del magisterio, la Ley Orgánica de
Educación no es tomada como bandera del movimiento magisterial
revolucionario para su organización, movilización y lucha, y el PNFE
como experiencia de formación de educadores y educadoras ha sido
abandonado por las autoridades.
Al contrario de lo ocurrido en los
dos lapsos de 1932 a 1948 y 1993 a 1998, esta situación es producto de
un gran incoherencia derivada de la ausencia de una definición teórico
metodológica en materia de pedagogía y a la desarticulación del
magisterio venezolano de la lucha general por el socialismo. Es
alarmante que los sectores dirigénciales de la educación permanezcan
acríticamente anclados en el constructivismo aprobado, financiado y
asesorado por el Banco Interamericano de Desarrollo.
En estos momentos hace falta voluntad política para abordar un tema tan delicado para la construcción del socialismo como es el educativo. Sin definición pedagógica no habrá avance hacía la superación del capitalismo.