Agricultura, INIA y sociedad

El Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas fue cambiado de adscripción en el 2007, del MPP Ciencia, Tecnología e Innovación al MPP para la Agricultura y Tierras. Fue un movimiento justificado en el discurso sobre proximidad a la gestión política de la agricultura que permitiría entregar a la sociedad, los resultados de la inversión que el Estado realizó hasta el momento, y que es parte del patrimonio científico y tecnológico de la nación. Algunos investigadores ripostaron que el Ministerio del Poder Popular para Agricultura y Tierras no entendía, por una parte, la función estratégica del INIA; y por la otra, la salida de su nicho natural en Ciencia y Tecnología, impediría que los tabuladores salariales de este sector se aplicaran en la nueva adscripción. Otro grupo de personas, que circunstancialmente estuvimos apoyando la gestión exitosa del INIA de esos tiempos, llegamos a proponer que lo ideal era un sistema de doble adscripción entre ambos ministerios, aunque no sabíamos si era posible jurídicamente en la organización del Estado, pero que por experiencia conocíamos que en algunos países de Europa, especialmente en Francia, los Institutos de Investigación se vinculan directamente con el sector al cual pertenecen, pero mediados por Ciencia y Tecnología. Así funciona el INRA francés y bien que lo hace, articulando con los intereses del Estado, y supliendo en forma continua a la sociedad de nuevas tecnologías. Después de 7 años de esa decisión, la mayor parte de la gente que labora en el INIA cree que fue una decisión que le restó valor estratégico.

Para un pequeño grupo, el experimento INIA no fracasó, pero tampoco potenció los resultados esperados. En el 2007, el INIA tenía una edad promedio en sus investigadores de 47 años; de allí que la expectativa general era formar nuevos cuadros, y los científicos (as) estaban realmente interesados en participar en la formación de sus relevos generacionales. Pero, la nueva dinámica de la gestión dentro del MPPAT precipitó la salida de gente muy valiosa, interrumpiendo o debilitando programas, con la vieja creencia que las capacidades o el talento es reemplazable, sin más, por jóvenes que bien hubieran podido empezar con un plan de formación relacionado con las capacidades a desmontar con la jubilación de personal. Por otra parte, la temida evasión de una escala salarial favorable, y que para ese momento ya se hablaba de una posible homologación del personal científico del MPPCTI, deprimió a tantos, que no era muy extraño encontrarlos meditabundos y preocupados por la terrible situación económica por la que han estado pasando dese el 2007, todavía no solucionada y ni siquiera creo que entendida por nuestro gobierno revolucionario.

La guerra temida desde hace mucho tiempo, entre la UCV Agronomía e INIA se presentó, y la gobernanza institucional se resquebrajó con gente de la UCV tratando de dominar a sus vecinos, con los cuales siempre hubo diferencias fundamentales de enfoque, aunque también en casos contados, hubo coincidencias que permitieron grandes avances en algunas áreas de la investigación agrícola. En estos tres últimos años, el INIA mostró una imagen de Institución agotada, hasta que, en medio de la crisis emerge el Plan Zamora, que si bien no salda los errores acumulados, re-estimula las ganas de seguir haciendo ciencia con la mejores herramientas, pero muy vinculada a la superación de las brechas de nuestra agricultura.

Si algo de magia hubo en el “Sacudón” fue que comenzó un re-pensamiento del INIA, el Vicepresidente del Poder Popular para la Seguridad y Soberanía Alimentaria (ex Presidente del INIA) autorizó la salida de uno de sus cuadros amigos, la anterior presidenta, y como lo que está a la luz no necesita de linternas, se han develado muchas debilidades en su gestión; pero, mejor que eso, el MPPAT ordenó trabajar sobre las fortalezas y oportunidades, diría que sobre las urgencias.

En el año 2005, una investigación-consultoría sobre los aportes del INIA a la sociedad, pagada con un crédito otorgado por el BID a la República, evidenció que todo el dinero recibido por FONAIAP e INIA en su historia, había sido retribuido con creces con sus programas de mejoramiento. Uno de sus cultivares de maíz llegó a ocupar más del 90 % de superficie sembrada en el país. Adicionalmente, en el año 2007 (sin creer en los rankings) el INIA fue clasificado como el mejor instituto de investigaciones agrícolas de América Latina, por encima de EMBRAPA (Brasil), que no es ningún pelo de burro. Esto se logró por el impacto innovador de los planes nacionales de semilla, agricultura familiar y de pequeña escala; y acuicultura continental, todos diseñados para la innovación en la agricultura.

El INIA es una Institución nacida en la revolución por transformación de otra institución. Es una cultura viva de servicio a la sociedad agraria, por ende es revolucionaria. Si fuese necesario, la palabra que mejor define las acciones de gobierno en este “sacudón” es rescatarla y potenciarla como un Instituto de la ciencia y tecnología para favorecer el desarrollo agrícola del país. Hay suficientes logros acumulados en su historia, aunque todavía tiene la deuda de sub valorar los programas de investigación socio-económica. Pero esto debe ser un mandato en esta nueva gestión, porque todos sabemos que los estudios del perfil tecnológico venezolano revelan que los grandes y medianos productores acceden más fácilmente a las tecnologías INIA que los pequeños agricultores y campesinos. Es posible que un nuevo enfoque de interacción social pueda también contribuir a mejorar estas brechas y por ende la percepción que se tiene del Instituto.

En el INIA, lo mejor es la gente: los obreros tienen una mística incomparable, el personal administrativo sabe lo que hace y lo hace con cariño, los investigadores están en la primera línea del pensamiento científico y poseen un compromiso innegable con la agricultura; y por si fuera poco, los jubilados nunca abandonan su interés en apoyar lo que sea necesario en beneficio de la Patria. Y los que han partido al más allá han dejado la huella del ejemplo.

¿Duda alguien de la retribución del INIA a la sociedad? Estamos en el mejor momento para que acompañe la revolución en la agricultura.




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Miguel Mora Alviárez

Profesor Titular Jubilado de la UNESR, Asesor Agrícola, ex-asesor de la UBV. Durante más de 15 años estuvo encargado de la Cátedra de Geopolítica Alimentaria, en la UNESR.

 mmora170@yahoo.com

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