La deslealtad al Presidente Nicolás Maduro no se justifica bajo ningún subterfugio o fraseología con pose de inteligente, aunque comenzó desde aquella noche de diciembre del año 2012, con premisas bobas nacidas desde el resentimiento y la ambición de poder, para justificar la traición, que en definitiva, no sería solo contra él -quien llegó a la cabeza del proceso por las circunstancias de la historia- sino contra el Pueblo que ha decidido su rumbo y el camino a seguir con la Patria, enrumbado por el Comandante Hugo Chávez, quien expresó su sentir, su desesperanza y su sufrimiento, para encauzar la Patria hacia el buen vivir y el vivir bien, que sólo serán posibles en revolución constante, haciendo posible el socialismo bolivariana y chavista.
Ahora bien, el amigo, el propio, el cercano y el camarada, son los únicos facultados para traicionar porque es de ellos de quien se espera la lealtad más allá de toda fidelidad ciega. En cambio, el enemigo y el adversario, de suyo, están caracterizados y de ellos se espera que actúen en consecuencia.
Hay, incluso, voces benévolas que recomiendan que no se trate el tema de la traición hasta tanto no esté consumada, mientras que por el momento, lo mejor es hablar de conspiración. Por supuesto, la palabra enaltece y condena y, por esta vía, la de edulcorar con palabras, sería preferible el sustantivo “conspiración” porque no compromete a nadie, ni alude a nadie, por lo que en política podría servir de chaleco a llevar puesto, quedando bien con todos, porque es más potable y estético decir “que sus espigas reventaba” como la canción de Simón Díaz, a tener que decirlo de manera más locuaz. Es, en términos de la palabra, como hacen en el CICPC, mejor cocido como PTJ: solo podemos denunciar al desaparecido cuando esté comprobadamente muerto y las agresiones contra la mujer cuando esté bien coñaseada o difunteada. Por tanto, hay quienes apuestan todavía por llamar las cosas por su nombre y a tiempo, porque la traición se convierte en fuerza material y es concreta, porque no depende de plegarias, ni siquiera, de voluntariosos.
En este sentido, habría que recordarle a cada funcionario público que por cada ciudadana o ciudadano al que desatienden, engañen con sus acostumbradas mentiras, pongan a esperar para mandarlo a volver después, se le pidan documentos innecesarios, se les ofrezcan cosas imposibles, se les hable despectívamente y se les maltrate o ignore; se está traicionando la revolución bolivariana, socialista y chavista, porque se está fabricando no sólo un enemigo potencial, sino a todo su círculo familiar, afectivo y de relaciones sociales, con la campaña gratuita de descrédito, no contra el funcionario demagogo, inepto o corrupto, sino contra el gobierno, cuya cara visible es el obrero presidente.
Ahora bien, desde los oposicionismos acusan que hay “enchufados” en el gobierno, como si estuvieran inventando la rueda. Ciertamente, en puestos-clave del gobierno en todos sus niveles, hay el enchufado parejo, conformado por los que primero ponen cara de necesitado y lloriqueo por un carguito al amigo, más los familiares, las amantes, los amantes y los especialistas en guisos venidos de AD, COPEI y sus derivados.
Estos enchufados son unos personajes y reúnen todo un perfil psicológico o tipológico conductual: se han híper enriquecido con negocios y contrataciones con el gobierno, con sobreprecios y comisiones, pero van a misa y pregonan que “sólo dios sabe que ellos jamás le han dado un voto al chavismo y a esta dictadura castro comunista-chavista-madurista”; se autodenominan “institucionalistas” y muestran anillos de grado para remarcan que están en tal o cual cargo parasitando porque son muy indispensables para este gobierno de ignorantes como somos los chavistas, jediondos e incultos; se gozan todos los beneficios como las camionetas y carros Chery y de Venirauto, tienen fabulosos créditos de la banca del Estado, gozan de viviendas asignadas por el gobierno pero no las habitan y frecuentan los espacios de la pequeña burguesía y son el más rancio y asqueroso remedo de la burguesía, clase social a la que jamás ingresarán. Eso sí, maldicen la hora en que ese obrero de autobús asumió las riendas del país.
De toda esa fauna de enchufados hay en las instituciones. Lo importante es el hecho de que cada persona de buena voluntad y cada chavista ponga todo su empeño en hacer posible la revolución bolivariana, socialista y chavista, con fervor revolucionario, que consiste en una inmensa alegría y amor por esta revolución, haciendo lo correcto y actuando honestamente. Sobre todo, que aprenda a llamar las cosas por su nombre, que no difame y que no calle, ni murmure. Que donde estén los enfermos oposicionistas enchufados haciendo daño al Pueblo, desde la burocracia del Estado, los enfrentemos al detal y los pongamos en evidencia, al descubierto, pero sin humillar su dignidad humana con “bragas amarillas” o “La letra escarlata”, prácticas fascistas que fueron erradicadas y que pudieran reeditarse por la impotencia de que la instituciones no funcionen. El Pueblo que es la mayoría absoluta es noble y es leal al Comandante Chávez y al obrero Presidente, Nicolás Maduro.
N.B.: expreso mi preocupación, al igual que la de todos los merideños y personas de buena voluntad, por la desaparición del camarada chavista, ALCEDO MORA. Tiene qué aparecer.