Salarios inferiores a nóminas, horarios de 13 horas, comiendo de enormes recipientes a la intemperie, sin calefacción, sin vacaciones, castigos sumarios y maltratos. Siglo XXI, Aeropuerto de Santiago

Obreros portugueses denuncian condiciones laborales de principios del siglo XX en el aeropuerto de Santiago

Firmando con cada nómina un finiquito, cobrando por hora trabajada y no por mes, con salarios inferiores a los que figuran en la nómina, sin derecho a vacaciones, durmiendo en pensiones sin derecho a calefacción (si la usan tienen que pagarla de su bolsillo), trayendo los colchones y las mantas de sus casas y esperando en fila para que se les sirva una comida que llega en enormes recipientes de plástico que comen en un espacio habilitado al efecto, porque no tienen derecho a usar el comedor. Estas son las condiciones laborales y de vida que denuncia un grupo de obreros portugueses, contratados por la empresa ourensana Construcciones Dabalpo, que trabajan en las obras de ampliación del aeropuerto de Lavacolla. Una obra pública donde la CIG-Construcción denuncia que el único que preocupa es el cumplimiento de los plazos.
Obreros portugueses, trabajadores sin derechos

CIG-Construcción consiguió que un grupo de obreros portugueses "en las obras de ampliación de Lavacolla - hay unos 150- de el paso de denunciar públicamente unas condiciones que, en su caso son "humillantes".

La idea inicial de la federación era convocar a los medios de comunicación en el acceso de las obras de ampliación del aeropuerto en la hora de llegada de la comida, para que estos pudiesen constatar las condiciones en las que almuerzan: donde, como y que. Después, estaba previsto que los propios trabajadores explicasen su situación laboral y, finalmente acercarse a la "fría" pensión en la que conviven todos. Entre tanto, se acercaría a los medios de comunicación a una nave, "en medio del monte", en la que están dos de estos trabajadores separados a propósito del resto del grupo, "castigados" por mostrar reticencias a la hora de firmar una nómina con unas cantidades que ni se acercaban a lo que estaban cobrando.

Pero el programa trazado no se pudo cumplir. En las obras de Lavacolla se supo, ya antes de llegar, que la CIG había convocado a los medios de comunicación. La dirección de las obras ordenó cerrar el portalón metálico y el acceso fue imposible. Tampoco permitió a los obreros portugueses salir del interior del complejo y para disuadir a los periodistas llamó a la policía nacional, que llegó en dos furgones, dispuesta a enfrentarse la cuatro representantes de la federación de Construcción de la CIG, cinco obreros portugueses y un nutrido grupo de periodistas, fotógrafos y cámaras. "Se adoptan estas medidas es porque algo tienen que ocultar y porque saben que nuestras denuncias son ciertas", afirmaba Melón.

Lo que se pretendía constatar "in situ" y con pruebas se reconvirtió en una improvisada rueda de prensa donde uno tras otro los trabajadores lusos fueron contando su experiencia personal y relatando sus condiciones de vida.

Para introducir el tema intervino primer Xulio Vicente, miembro de la Ejecutiva Nacional de la federación quien responsabilizó a la UTE de la situación. "Los responsables de la UTE van a almorzar al comedor mientras ven como muchos trabajadores salen de la obra y sus empresas y sus jefes traen los recipientes de plástico con la comida para el "rancho". No tiene mucho sentido que en una obra de esta envergadura los trabajadores no podan acceder al comedor y almorzar una comida caliente. Hablé con ellos, les dije que no era normal y la quien levantó la cabeza para pedirme el número de teléfono, al día siguiente ya no estaba en la obra".

Despedido por reclamar

Esto también le ocurre a quien osa cuestionar las cantidades que figuran en las nóminas. Pedro Río, uno de estos trabajadores, cuenta que "antes, en esta obra al hacer horas cobraba una cantidad decente. Ahora hacemos 8 horas y me ingresan 850 euros. El problema es que yo contesté que no iba a firmar una nómina de 1.165", cuando en la realidad sólo había recibido esa cantidad. Me dijeron que las condiciones del empleo son esas, si aceptas y callas sigues y si no marchas. Me pusieron en la calle. En la última semana mandaron un fax al jefe diciendo que esa semana tenía vacaciones porque tras 9 meses en la empresa me correspondían, pero ahora no sé se estoy de vacaciones o no, porque por 9 meses tendría que tener 22 días de vacaciones".

Hubo un tiempo en el que Río venía todos los días de Portugal. Salía a las 3 de la madrugada. Algunos meses llegó a hacer cerca de 260 horas cobradas a precio/hora "porque en esta empresa no cobra nadie por mes" afirma. Él se atrevió a reclamar sus derechos y ahora quedará sin trabajo, pero segundo explica, "hay cerca de 30 personas de Dabalpo que trabajan aquí y tienen los mismos problemas, pero yo estoy casado, mi mujer trabaja y no tengo cargas familiares, pero los que sí las tienen no arriesgan", afirma, añadiendo que "esas personas que hacen esto con obreros deberían ser castigadas".

La situación de Luis Manuel Costa Dasilva también es grave. Tras reclamar sus derechos fue despedido para, posteriormente volverlo a contratar. Lleva tres años y medio trabajando para Dabalpo y ahora está "castigado" junto con otro compañero en una nave de tratamiento de madera "en medio del monte", cerca de Lavacolla.

"Los mandaron allí porque así no podemos contestar, no podemos hablar con nadie. Nos llevan una hora antes para subirnos a trabajar y nos recogen una hora después de rematar. No hay luz eléctrica, ni agua caliente, ni aseos donde hacer nuestras necesidades. Tenemos que ir al monte a hacerlas. No tenemos comida. Llevamos un bocadillo porque dicen que no hay para dietas. Tenemos que adelantar el dinero para alimentación y andamos a pedírnoslos unos a los otros".

Tanto Luis Costa como el compañero que está con él en esa nave reclamaron ante el juzgado. "Nos dijeron que íbamos a ser tratados como doctores, pero tenemos un piso no que no podemos ni encender la calefacción, porque el mes pasado la pusimos y los quitaron el dinero de la nómina a los hombres que estamos allí durmiendo".

Xulio Vicente, de CIG-Construcción precisa que la empresa es, efectivamente quien pone los medios, pero si hay algún accidente o reparación, se lo descuentan a los trabajadores.

El caso de Manuel Dalmo Alves también es "indignante", como lo definió Vicente, que tuvo que ir a buscarlo y presionar a la empresa, después de que le habían denegado asistencia médica tras sufrir un accidente en el que dañó un brazo. En su caso, el más grave es que al cobrar por hora trabajada y no por mes, al estar de baja, "no cobra".

Xoán Xosé Melón precisa que los responsables de esta situación son la UTE, Fomento, el Gobierno español y el gobierno portugués, que sabedores de que estos trabajadores están viviendo y trabajar en estas condición no adoptan ninguna medida para evitarlo.

Campaña de CIG-Construción

La federación de Construcción de la CIG está desarrollando, en el último año y medio, una campaña para evidenciar las condiciones laborales de los trabajadores del sector. En un primer momento se centraron en la denuncia de los abusos que estaban padeciendo, cobrando salario/hora a los precios más bajos, aproximadamente cinco euros, donde va todo incluido: los conceptos liquidatorios, indemnizaciones, vacaciones y demás, durante jornadas que llegan a superar las diez horas, con sábados y festivos de convenio. Y esto ocurre, segundo explica Xoán Xosé Melón, fundamentalmente en la obra pública "que debería ser ejemplo de cumplimiento de la legislación laboral"

En una segunda fase y para llamar la atención sobre estos incumplimientos, decidieron entrar directamente en las obras. Con esto y con las denuncias presentadas ante la Inspección consiguieron que, al menos en obras como la de ampliación del aeropuerto de Lavacolla, se hayan ajustado las jornadas de trabajo a ocho horas.

Ahora están centrados en una tercera fase, en la que ya han pasado a las convocatorias de huelga, como la del aeropuerto de Vigo, que provocó que, por vez primera, la Inspección de Trabajo actúe como árbitro para normalizar la situación.

Y junto a esto, consiguieron también que sean los propios trabajadores quien comiencen a presentar reclamaciones "Estamos ganando las primeras sentencias por despidos improcedentes. Están muchas en marcha y de aquí a final de año tenemos presentadas unas cuantas demandas por cantidades desorbitadas. Todo esto comienza a ser difícil de ocultar pero el Ministerio de Fomento, del que dependen las obras, da la callada por respuesta", asegura Melón. Paralelo a esto, la Inspección de Trabajo está haciendo las primeras actas de infracción donde se constata que las denuncias que hizo CIG-Construcción durante este período son ciertas.




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