Atando cabos

Es imprescindible juntar la reciente decisión de la Corte Constitucional (CC), contenida en su sentencia C-545/08, con la decisión del presidente Álvaro Uribe Vélez (AUV) de hundir en el penúltimo debate la reforma política, así como con la extradición de los jefes paramilitares que se estaban desbordando en confesiones “no convenientes para el gobierno”, como acaba de decirlo ante un fiscal el ex secretario General de la Presidencia, Alberto Velásquez, en el caso que se investiga contra Jidis Medina por haber vendido su voto con el que se alcanzó la mayoría para reformar la Constitución que permitió la reelección inmediata de AUV en el 2006.

Las tres decisiones casan a la perfección como piezas de reloj en favor de la parapolítica, tanto de la que se juzga actualmente en la Corte Suprema de Justicia (CSJ) como de la que anda en camino de llegar a los estrados judicales en las sucesivas investigaciones que se siguen abriendo contra los miembros de la gran coalición uribista que se apoderó del país a sangre y fuego desde el 2002.

Pero antes de seguir, es bueno precisar que la sociedad que se deja hacer estas capadas sin chistar es porque tiene muchas bolas, o apenas dos pero muy grandes. Cuando el uribismo le da semejantes golpes a la justicia: 1) Rapándole a la Fiscalía los reos que venían confesando sus horrendos crímenes y escandalosas alianzas con el poder Legislativo (parapolítica) y el Ejecutivo a través de sus Fuerzas Militares y de Policía (paramilitarismo); 2) Enfrentando a las cortes CC y CJS en lo que se conoce como “choque de trenes” mediante el cual la primera, obrando a petición de parte (¿quién lo duda?), arma una sentencia empedrada de buenas intenciones pero que inevitablemente conducirá al infierno de la impunidad parapolítica y, 3)Hundiendo la reforma política que borraba del Congreso las curules untadas de sangre que han venido dejando los parlamentarios procesados, pero que al mismo tiempo son ocupadas por sus suplentes como si con ello quedaran limpias de polvo y paja; una sociedad, repito, que se deja testicular casi hasta el orgasmo de este gobierno en esa forma y manera, esa sociedad es de las que probablemente tomó como ejemplo ese que dijo… “Todo pueblo merece sus gobernantes”.

He dado en elogiar a AUV y al séquito de pragmáticos que le asesora, porque sin bosquejo moral sobre sus conductas, realmente son bien inteligentes, con lo que resultan ser más peligrosos.

Desde los inicios de la Ley de Justicia y Paz, con la que se intentaba reciclar en la sociedad colombiana a los paramilitares sin mayores penas, pero que la oposición, especialmente la intelectual que se expresa en libros, revistas y columnas de opinión, logro revertir hasta hacer que al menos se intentara una Verdad y Reparación, hasta estas tres últimas movidas de la extradición de los paramilitares, la sentencia de la CC y el hundimiento de la reforma política, no se ve más que el afán de AUV de proteger a sus secuaces, los parapolíticos que sigue necesitando, unos en el Congreso para que le aprueben sus leyes insociales y sus reformas constitucionales, incluyendo su segunda reelección, “mientras los meten a la cárcel”, como dijo alguna vez, como los activistas prosélitos armados de argucias y fusiles que le sostienen su imagen y poder.

Ahí es dónde uno se pone a pensar si es cierto que en estos tiempos la lucha armada ya pasó de moda, como acaba de manifestarlo el presidente Chávez de Venezuela, manifestación que será preciso analizar bajo la lupa de distintos cristales…¿Pasó? Tal vez en aquellas democracias donde la lucha democrática es limpia, o al menos no tan sucia como la colombiana que, entre otras cosas, se vale de las armas del Estado para imponer una “seguridad democrática” de facto que riñe con todos los principios de los derechos humanos, del derecho internacional humanitario y de los derechos de la oposición civil y política que acalla y persigue combinando todas las formas de lucha.

No se puede decir que la lucha armada en Colombia es una cuestión anacrónica o de gusto personal, y ni siquiera de ansias de poder, cuando lo que vemos es que en esta seguridad democrática lo que se busca no es la paz sino empujar a la guerra a los que todavía estamos en paz, y no ya a una guerra interna sino internacional, pues, ni el amo ni el peón descansarán hasta no llevarnos a una confrontación fratricida con Venezuela y Ecuador, pues, tanto lo necesita Estados Unidos para mantener su dominio en su ‘Patio Trasero’ como AUV para atornillarse en el poder.


oquinteroefe@yahoo.com


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Octavio Quintero


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