Réplicas

Los últimos pasos que ha dado la derecha venezolana rememoran con crudeza los hechos que promovieron a partir del año 2001 contra el gobierno bolivariano. Es tan igual el guión que da asco. La última parte del libreto llevó al escenario al presidente de Fedecámaras, quien, cual clon de Carlos Fernández, dice atropelladamente que sólo los empresarios nacionales pueden salvar al país de la debacle que ellos mismos han ocasionado.

Los poderosos sectores que todavía controlan la economía del país y que se sienten amenazados por las políticas implementadas por el Gobierno nacional muerden las palabras exigiendo que cesen las medidas de control de precios. Fedecámaras, por medio de su presidente, con la misma torpeza y pésima dicción que el anterior, culpabiliza al Gobierno de todas las secuelas que derivan de la criminal posición de los empresarios e industriales criollos. ¡Cero controles!, gritan.

Sólo en nuestro país hemos observado con asombro durante ocho años cómo la delincuencia organizada de los cárteles de la economía nacional conspira contra todo lo que implemente el Gobierno: la estabilidad del país y la salud del pueblo. No hay control que valga. Estos grupos económicos transgreden con alevosía e impunidad todas las normativas.

Ellos retienen los productos, desvían las mercancías hacia la frontera y propician la descomunal alza de los precios.

Lo acontecido en estos años obedece a un plan preparado por los sectores internos y externos que pretenden ver bien lejos del país al presidente Chávez. Cuando ocurre un terremoto, un gran sismo que estremece fuertemente, después vienen las réplicas. Eso ha ocurrido en nuestro país. El gran terremoto se dio en abril de 2002, con el golpe de Estado que tuvo una superréplica en el sabotaje petrolero en diciembre de ese año. A todo esto el pueblo ha dado contundentes respuestas.

Hoy, sin tapujos, la oposición y la derecha, con sus medios de comunicación como bastiones, se colocan de espaldas al país. En una posición contra natura, se alían con las transnacionales del petróleo que han atacado y esquilmado a diferentes naciones. En este momento está en juego la soberanía del país y nuestra independencia como nación libre. No puede haber medias tintas. Todos, ¡a defender nuestra nación! Periodista/Prof. universitaria


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Asalia Venegas S.


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