Crónicas cotidianas

Consuelo

"Es posible que no sea el momento para discutir esto camarada, pero la realidad es que estoy enfermo y no sé cuánto tiempo me quede. Ya mis hijos no me pueden mantener, aunque hacen un esfuerzo. A veces ni siquiera un caramelo les podía dar. La hembra y el yerno que viven allá en El Cementerio, me envían con uno de los nietos para acá para Las Agüitas, donde el otro hijo, que, bueno, por ser un camarada, dirigente sindical, entiende que mi tiempo de producir para ellos, se fueron en la montaña, cuando nos hicieron creer que la victoria estaba cerquita. Y cuando yo bajaba al pueblo, y veía todo tan tranquilo, a la gente echándose palo, haciendo compras, consumo por todos lados, me decía, pero aquí no hay ná".

Tenía mucho tiempo sin saber de él, porque nos conocimos en Caracas, cuando yo era miembro de la Dirección Nacional de la Nueva Alternativa y fue la última vez que José Vicente Rangel fue candidato presidencial, creo que en 1983. En esa especie de unidad de la izquierda, llegó de todo. Mi organización por ejemplo venía de la clandestinidad, pero tenía frentes políticos que hacían vida sobretodo en el sector estudiantil, de Sidor y de los pescadores, el muy conocido en muchos sitios de oriente como el Comité de Defensa de los Trabajadores del Mar (CDTM), (Y por cierto, fuimos los únicos que organizamos el Primer Festival de Música Oriental, cuando me tocó convencer a María Rodríguez, a Luis Mariano Rivera, a Hernán Pérez Rossi con Serenata Guayanesa, y un grupo grande de galeronistas, porque el festival duró dos días) había mucha gente que bajada de la montaña que se reanimó a participar en la lucha de nuevo con la candidatura de Rangel. Allí conocí a Consuelo, nunca supe si era su seudónimo o su nombre real. Era vigilante en un liceo de Maturín, pero fue captado por el Comité de Luchas Populares (CLP uno de los aparatos legales de Bandera Rojas). No tenía formación política, pero había leído los Cuadernos de Educación Popular de Marta Harnecker, y dos o tres libros de Mao, cuando su organización -foquista como siempre y penetrada hasta los tuétanos por la CIA- decidió que debía subir a las montañas a tener formación militar.

Y en medio de las tareas de la campaña presidencial de Rangel, nos hicimos buenos amigos, porque hacíamos pendones, bateas, pintas, murales, batidas, etc. Al parecer, más o menos, por las que cosas que me contaba, en medio de dos arepas con carne mechada y reina pepeada a las doce de la noche, de la noche a la mañana, ya era un combatiente guerrillero del frente guerrillero Antonio José de Sucre, o lo que quedaba de él, a finales de 1966 y hasta 1967. Después vinieron las divisiones, los fusilamientos y todo ese montón de errores que algún día se conocerán, pues aún hay gente que no quiere contar nada, aunque en los libros de Linares, algunas cosas se han colado. Yo me atrevería a decir que hasta el 68 fue una primera etapa de la guerrilla y estaba comenzando otra, en donde hubo una especie de reorganización de los combatientes de las montañas y comenzó la formación de los aparatos políticos legales (Liga Socialista y MEUP, que eran de OR) y (CLP, CLER, CLC y CLO que eran de Bandera Roja)

Consuelo se ve que era un hombre valiente. De esos viejos cimarrones que nada los amilana. Cuando podía y le daban permiso, bajaba de las montañas y se quedaba una o dos noches en la casa con la mujer y los dos hijos, hembra y varón. En ese subir y bajar, nació un tercero. Los que estaban arriba, no tenían mucha asistencia porque la Dirección estaba abajo discutiendo o echándose palos, qué iba a pasar, o qué decisiones tomar. Así que producto de las necesidades, "teníamos un camarada que solo le faltaba la tesis para ser economista de la Central -narra Consuelo- y elaboró un tremendo plan para que expropiáramos un banco, sin que hubiera alarma, sin que hubiera muertos ni nada. El grupo de nosotros éramos ocho y todos estuvimos de acuerdo, también entendíamos que, si alguno no estaba de acuerdo, no lo íbamos a hacer. Pero es que llevábamos dos meses abandonados y el ejército había llegado cerca a algunos caseríos. Necesitábamos dinero no solo para trasladarnos, sino para comer y pagarle a los campesinos parte de lo que habíamos consumido. Era un banco fácil y estaba pagando. Así que hicimos la tarea y resultó sin ningún contratiempo. Pusimos un centro de operaciones en otro lado como a seis kilómetros de donde estábamos y mandamos a un compañero a pagar las deudas. Después vinieron los problemas con la Dirección Nacional, y hasta se habló de fusilamiento. Allí entendí que ese no era el camino. Así que le dije a los compañeros que me iba, les pedí una pistola y me fui a mi casa. Después fueron a buscarme, y plantearme que si la lucha, que si el frente político, pero yo sentí que era injusto con mi mujer y los muchachos, así que me puse a trabajar con mi hermano en un autobús y después yo manejaba el autobús".

.- Pero otro camarada me dijo que tuviste preso y te torturaron

.- Estuve en el TO4 de Cocollar, pero no me gusta hablar de eso. Creo que tanto tiempo de electricidad en las bolas me dañó los riñones.

NOTA: Es importante aclarar que no pertenezco a esa generación, aunque entré muy joven a la militancia, fue bien pasado los 70 cuando tiraba piedras y me dieron bastante palo. Pero ciertamente aún estaba fresco todo lo que contaba Consuelo y había muchas frustraciones, y muchas anécdotas en el tintero. Todo esto lo recuerdo porque lo escribí en aquel momento. Es parte de las tantas notas que tengo guardadas, algunas en la memoria y algunas escritas a mano o máquinas de escribir.

Me sentí muy feliz de verlo ese día en Valencia, y él me abrazó como se abraza a los hermanos. Está muy deteriorado. Las torturas le dejaron huellas no solo en los riñones, sino también en el hígado y el estómago. Usa bastón. Sigue teniendo una gran perspicacia y aún le queda la mirada pícara que lo caracterizó cuando lo conocí. Se le nota triste. "Esto no está bien camarada. Quizás Chávez sabía lo que estaba haciendo, pero no veo que esta gente sepa por dónde va. Nos derrotaron en la montaña y nos derrotaron ahora. Ya usted ve, la organización esa que agrupa a los guerrilleros de los 60 y los 70, que somos un montón de ancianos, todos enfermos y descoñetados, nos saltan de un lado para otro, y no nos consiguen nada. Cuando Chávez estaba vivo, hacían un esfuerzo por lo menos por ayudarnos, pero ahora cuesta un mundo para que nos reciban. Debe ir a Caracas, para que echemos una buena conversada".

.- Hermano, no es fácil para mí ir a Caracas. Eso cuesta dinero y yo no lo tengo. Quiero hacer muchas cosas, pero estoy impedido.

.- Pues a lo mejor, no nos vemos más camarada. Y si así ocurre, nos veremos en algún lado, pero en otro plano, como siempre dice usted.

.- No creo que de aquí a allá yo no tenga disponibilidad para ir a visitarlo hermano. Usted es mi camarada y mi hermano.

Le invité un café. Aún conversamos largo, tanto como para comprar pan dulce para mitigar el hambre. Al rato llegó el hijo, quien me abrazó con afecto y con respeto. Está muy desilusionado. A los 48 años no quiere saber de nada. Ni siquiera quiere que le hablen de política. "Cuándo me visita camarada -me dijo-" Para Güigüe se me hace más fácil, le dije, te dejo mi teléfono y nos comunicamos. "Pueda ser que mi papá esté aquí para que nos veamos allá en la casa y hagamos, aunque sea unos espaguetis". Claro que sí hermano. Yo los cocino con gusto. "Sí, el camarada es buen cocinero" le dijo Consuelo.

Nos dimos un abrazo de hermanos y se fueron, el excombatiente de parrillero en la moto, sosteniendo el bastón que lo ayuda al equilibrio. Mientras se alejaban, pensé que nadie que lo estuviera mirando, podría imaginar que ese viejo, recibió electricidad en las tetillas y los genitales, y que lo montaron en un helicóptero para lanzarlo desde el aire como hicieron con muchos otros. Nadie podría imaginar que dio su vida por tratar de construir un mundo más justo. Hace poco lo llamé y la hija me dijo que estaba malito, que estaba en el Hospital Universitario. Aún no he vuelto a saber de él.

 

 

Rafael Rodríguez Olmos

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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

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