Cuándo y cómo saldrá del poder Nicolás Maduro

El actual presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, saldrá del poder cuando las condiciones objetivas y subjetivas coincidan para agudizar la crisis de gobernabilidad, en un punto de no retorno.

Para unos, esta afirmación sería nada más que una fácil fraseología, mientras que para otros podría suponer algo difícil o imposible de alcanzar. Ambas posiciones serían deterministas y fatalistas.

Desde mi punto de vista, pretendidamente, material y concreto, desde las manifestaciones objetivas de la realidad actual, más allá de lo visceral y afectivo, ninguno de los dos presupuestos serían factibles, porque esto supondría, entonces, creer en que jamás superaremos esta lacra gubernamental que ha llevado adelante Nicolás Maduro y sus cómplices en el reparto del poder, que significa para ellos, el reparto de riquezas, confort y privilegios sin límites y en total impunidad, con fraseología de izquierda y prostituyendo la imagen de Chávez hacia los pobres y con capitalismo rapaz que caracteriza la voracidad gubernamental.

Partimos del criterio material y concreto siguiente: en Venezuela tenemos una profunda crisis de gobernabilidad es decir, la mayoría del pueblo venezolano rechaza abiertamente al gobernante Nicolás Maduro y todos sus cómplices. Por otra parte, el presidente Nicolás Maduro ya no está en condiciones de seguir gobernando, por las razones siguientes:

ha violentado la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV:1999), montando leyes y decretos para hacer su voluntad, escondiendo y justificando el latrocinio de su gobierno con ribetes de legalidad, tal y como hizo con la llamada Ley Antibloqueo, la Circular ONAPRE, SUNACRIP, entre muchas otras leyes, decretos, resoluciones y circulares; ha dolarizado la economía nacional; ha protegido corruptos peligrosos que han causado graves daños a la nación, como Tareck El Aissami, Juan Guaidó, entre otros tantos delincuentes; ha liquidado el salario real de los trabajadores y ha establecido el trabajo esclavizado, la maquila y flexibilización laboral; ha desaparecido sin rendir cuentas a nadie, todo lo ingresado por la venta de petróleo, gas, gasolina, coque, oro, plata, bauxita, coltán, uranio, madera, aluminio, hierro, carbón, etcétera; ha gobernado contra la mayoría de nacional, contra los trabajadores, en beneficio de la banca, de las trasnacionales, de la vieja y nueva burguesía criolla, a costa de hambre, miseria, muerte y corrupción; ha metido en la cárcel a los chavistas honestos que han denunciado la corrupción y a los dirigentes gremiales que han enfrentado sus violaciones constitucionales y han exigido condiciones laborales dignas y salarios acordes con la CRBV y la LOTTT; sobre todo, ha perdido total credibilidad, por mentir sin rubor y sin respeto alguno por los pobres, por su cinismo y crueldad contra los trabajadores, por su actitud burlesca hacia los que él oprime, por traicionar la Patria y todo el legado de Chávez.

Pero, como afirmaba Franz Kafka: "A partir de cierto punto no hay retorno. Ese es el punto que hay que alcanzar". Ese punto de no retorno no ha sido alcanzado aún, aunque no está lejos, ni cerca. Se trata de que en cualquier momento, unos días, años, meses, ese punto de no retorno se alcance, sin pretender que sea un acto mágico, ni milagroso.

Se trata, entonces, de emparejar las condiciones objetivas y subjetivas. Ya las condiciones objetivas en está crisis de gobernabilidad están dadas. En cambio, las condiciones subjetivas no están dadas aún.

A pesar del desencanto y descreimiento de la mayoría de los venezolanos, aún subsiste el clientelismo derivado del control social que aplica Nicolás Maduro con sus llamados Bonos de la Patria, que no son más que chantaje y clientelismo dependiente.

Existe también una especie de esperanza en una fórmula mágica milagrosa que nos saque de esta crisis económica y moral. Y hay algo aún peor: agotamiento y cansancio existencial en un grueso de la población, que no siente voluntad de salir a luchar, a reclamar y protestar contra este gobierno corrupto y esclavista de los trabajadores.

Este grueso de la población es una bomba de tiempo, que al estallar, sobrepasará cualquier mecanismo de control social, represión, cárcel o muerte. Ya empezó a mostrarse como patología social, con intolerancia, suicidios, homicidios, altos índices de femicidios, agresiones verbales y físicas, entre otras manifestaciones.

Los sujetos colectivos que se muestran mediáticamente como líderes de la oposición no cuentan con representatividad alguna, ni liderazgo de ningún tipo, razón por la cual lo que se muestra en el horizonte de posibilidades electorales luzca bufo, en aspirantes candidaturales, como mimos (no me refiero a Volodimir Zelenski), extremistas desquiciados que piden invasión de marines y mercenarios estadounidenses, corruptos de larga data o simples fantoches que hacen del hecho opositor un negocio lucrativo lleno de dólares frescos.

Dentro de las opciones de izquierda y del chavismo, tenemos como antecedente, que antes del Comandante Chávez y cuando él gobernó, no había ningún tipo de liderazgo que se le aproximara. Ya cuando estaba convencido de la irreversibilidad de su muerte, el Cdte Chávez, públicamente y en cadena nacional, nos pidió a la mayoría nacional votar por este estafador y corrupto gobernante, que hoy padecemos, cuyo experimento de lealtad ciega ha resultado muy caro a la nación y ha demostrado que nunca jamás puede existir la lealtad ciega, en la que incurrimos de buena voluntad, muchos venezolanos.

Nicolás Maduro no contaba con liderazgo alguno, ni formación política y mucho menos, profesional, de ningún tipo. Además, ha demostrado ampliamente, que, in pectore, sólo llevaba ambiciones y sangre fría, para gobernar con maldad, lo que explica el porqué ha desmontado totalmente todo el legado de Chávez y cómo se ha encargado de desangrar el país, con la burda excusa del bloqueo económico, que también ha causado daños a la nación, aunque el latrocinio de su gobierno ha sido aún peor y esos recursos nos hubiesen permitido afrontar cualquier agresión económica externa e interna.

Luego, pasado el tiempo de pésimo gobierno de Nicolás Maduro hasta llegar a esta crisis de gobernabilidad en progreso, tenemos que la mayoría del sentir chavista rechaza todo lo que significa Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y todo el resto de cómplices, civiles y militares.

Es posible que de las filas de izquierda surjan expresiones y opciones en individualidades que puedan derrotar a Nicolás Maduro y sus secuaces, con o sin el partido fundado por el Cdte Chávez. Pero, también es posible que incurran en los mismos errores y transiten el mismo camino de la derecha tradicional criolla.

Cualquier opción está también condenada al fracaso, no solo electoral, sino político también, si no logra entender que debe hablarle al país y centrarse en un Proyecto de País, material, concreto, con metas a corto, mediano y largo plazo y entendiendo que hay una mayoría nacional traicionada y robada, que exige salir de la miseria y pobreza extrema, además de hacer justicia.

Nicolás Maduro con los servicios clientelares de unos supuestos opositores y con opositores a su medida que le hacen el mandado, prepara un fraude institucional para arrogarse otro triunfo electoral, como farsa bien elaborada, además de un conjunto de maniobras, guisos y compra de voluntades, que le garanticen la hegemonía política.

Este panorama caótico urge que con la base trabajadora y honesta del chavismo que ha rechazado la corrupción y a los corruptos con nombres y apellidos, más los opositores de base, pueblo trabajador, fuercen más allá de cualquier interés, por un gran bloque o Pacto de Unidad Nacional Histórico, que nos lleve a rescatar, primero, la economía nacional y forje una nueva ética de odio contra la corrupción; justicia contra los corruptos; reimpulso de la educación en todos los niveles; rescate, control y rendición de cuentas de todos los recursos minerales y energéticos.

Es posible salir de Nicolás Maduro y de todos sus secuaces que hoy están en los cinco poderes públicos nucleados en torno a él. Se hace necesario como camino democrático y sin aventuras, concertar la unidad nacional desde las bases, desde los ciudadanos de a pie, desde el Pueblo, acordando un Plan de Desarrollo Nacional que oriente el Pacto Histórico de Salvación de la Patria, con urgencia y sin desespero. Dejemos que Nicolás Maduro y sus cómplices nos subestimen a los trabajadores, al Pueblo, a los honestos de este país. Ya tendremos mil formas de hacer justicia y profundizar la democracia, en donde ningún corrupto se vaya ileso o impunemente. Luego, pasaremos a estadios superiores de riqueza productiva, justicia y paz.



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Luis Alexander Pino Araque


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