Entre polarización política y social: se va el estado de bienestar

En el mundo se experimenta una creciente y acelerada polarización política, la cual es consecuencia de la polarización social, cuya raíz está en el vertiginoso auge del capitalismo industrial mecánico a final del siglo XIX, y exponenciado durante la centuria pasada con la tecnificación energética, entre ellas el petróleo.

En la medida que los yacimientos petrolíferos se descubrían, en esa medida se aceleraba el crecimiento económico, y con ello se acentuaba la división de la humanidad en: alta, media y baja; o, en dueño, capaz y obrero, desde el punto de vista de la pertenencia del plusvalor extraído del trabajo.

Pasada la guerra mundial el mundo se divide en dos bloques: capitalista y comunista. La tesis del tercer bloque fue algo simbólico. Los bloques hegemónicos avanzaron en sus ideologías axiológicas: libertad o igualdad, este último principio se desmorona primero por estar cimentado sobre la autoconciencia; aquel primero, embriagado con más libertad, se tambalea por apartarse de la moralidad que lo sostenía. Ahora todos somos esclavos del triunfador: la dictadura del dinero ocioso.

Con el capitalismo financiero sentado en la cúspide de la pirámide, la sociedad humana ve:

  • Plutocratizar al agotado sistema de gobierno

  • Proletizar al capaz (clase media), y

  • Esclavizar al obrero (clase baja).

Ahora capataces y obreros se ven iguales, se asemejan, bien sea por inflación o deflación. Desde la base del trono de las injusticias, donde se sienta la plutocracia holgazán, aquellos devaluados entrevén las entrañas engañosas del sistema bicentenario: la democracia representativa. En la democracia representativa se pierde el respeto sagrado por la patria…la sociedad es una confusión, un abismo: conflicto humano, parafraseando al Libertador.

En grado mayor, en algunas naciones, o, en menor en otras, se va sublimando este proceso histórico. Es cuestión de un poco de tiempo más para que la manifestación sea total. Nada puede detenerlo. La transición es incierta por la falta de criterios para la nueva gobernanza. Así fue también cuando se pasó de la monarquía a la democracia representativa, y así es bajo el nuevo paradigma de la democracia participativa y protagónica. En aquella primera transición hubo mucha sangre, espero que la cordura histórica – moral impere en la construcción del nuevo estado de bienestar real, y no se quede en mera sensación.

Las bases del diálogo por la paz deben fundarse sobre los principios de gobernanza transicional y la construcción corresponsable (Estado y nación directa) de un nuevo modelo social. La historia no falla. En nuestra cordura está evitarla: como tragedia o como farsa. Seamos veraces, dejemos la erística, y asumamos la verdad como virtud. Venezuela estará saliendo de la tormenta, mientras el mundo estará entrando en ella el próximo año. Practiquemos la virtud, como nos dice el padre de la patria Simón Bolívar, y seremos salvos de los males mayores.

emedina62@gmail.com

 



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Edwin J. Medina M.


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