Este 1ero de septiembre, las acciones del gobierno, como la de dirigentes de oposición de derecha, dejaron una reflexión amarga ante el pueblo venezolano. La necesidad de “cambio” o de “contra-cambio” vendida por estas dos potencias cupulares, parecieron ser una vez más, tras su falta de objetivos, el pretexto para continuar con sus lazos de negociación.Este día se quiso antagonizar a un pueblo, que saliendo a la calle dejó todo a la expectativa, con la única motivación de terminar con la crisis. Un pueblo quien entre la obligación y el orgullo salió a defender a un gobierno en caída. Como otro, que al no tener donde protestar, utilizó la movilización como el desahogo a una crisis que vive.
El sector de oposición que salió buscando un “cambio”, resultó engañado por una propuesta, donde nuevamente se le vuelve a posponer el objetivo de la concentración. (Digna comparación a lo que aplica el presidente Maduro, donde sus anuncios dicen que ahora sí terminará con la guerra económica). Con el llamado a un “cacerolazo” como la conclusión de dicha movilización, se aceleró el punto de ebullición de un sector de la oposición. Tanto, que al transcurrir el día se notó su descontento, que acompañado con un nivel de intolerancia, se terminó con acusaciones internas de radicalismo al que quería algo más que un “cacerolazo”.
El sector del chavismo que apoya a la burocracia gobernante también se movilizó ese día, este salió para “demostrar” a la oposición quienes todavía son. Estos que recuerdan esas movilizaciones que tuvieron con Chávez, como también tienden a ignorar las contradicciones del gobierno, salieron llamando “Victoria Popular” a la falta de perspectiva y de objetivos de la dirigencia de oposición. Esta respuesta inmadura y ególatra es altamente preocupante, porque pareciera ser una celebración vacía, donde en vez de reflexionar responsablemente la crisis que vivimos y de cómo resolverla, usa la movilización como pretexto para esconder la ineficiencia, ya costumbre de la cúpula del gobierno.
Por lo tanto, si las concentraciones populares son expresiones democráticas y son precursores a los niveles históricos del país, entonces, ¿por qué considerar estas dos movilizaciones “exitosas” si la falta de objetivos es lo único que se mantuvo?.
Con los hechos de este día, una vez más brilla la ausencia de alternativas, la falta de propuestas, así como la necesidad de dirección. Estas razones, son las que hacen que movilizaciones importantes como estás carezcan de sentido. La urgencia de una nueva referencia se volvió a evidenciar, motivación de ese incansable esfuerzo que viene haciendo Marea Socialista por la creación de una nueva alternativa anticapitalista.
