El desgobierno y la inercia del capitalismo

Mientras Jorge Rodríguez nos distrae con las firmas chimbas de la oposición, y en la asamblea siguen con el jueguito de la legitimidad de los poderes, el desgobierno actual ha transferido todas sus obligaciones al capitalismo. El vicepresidente económico funge de gestor de negocios del sector privado. El vicepresidente político lo justifica, le cuida las espaldas. La explotación por empresas extranjeras del llamado Arco Minero ya es un hecho. La prosecución de financiar a los capitalistas “para que produzcan y exporten medicinas”, después de haber perdido con ellos miles de dólares, se vuelve a repetir. Ahora la legitimación de los capitales robados en (y de)  las primeras entregas de dólares también es un hecho (caso de las camaroneras exportadoras que “invertirán 60 millones de dólares en un año”, y nadie dice ni sabe de dónde salieron esos dólares, de cuál “paraíso fiscal”;  ¿por qué inversores nacionales pueden tener tantos dólares fuera del país?). Mantenemos en manos privadas las redes de distribución de artículos de primera necesidad y la producción de alimentos. Ahora vamos por la inclusión de privados para la construcción de viviendas, ya estamos obnubilados con las ruedas de negocios donde se hipoteca al país en pedacitos, para “diversificar las fuentes de divisas”. Los motores del capitalismo vs. El legado menguado de Chávez.

Esto, sin hablar de la hipocresía eco-socialista; de Loma de Níquel y Carbozulia (“Estos planes de negocios –según Oswaldo Ruiz, gerente general de Carbozulia- que brindará la apertura y explotación del Arco Minero se desarrollarán de acuerdo con normativas y estudios ambientales del país, en consonancia con el Quinto Objetivo Histórico de la Ley del Plan de la Patria 2013-2019”  Imagino que ninguno se ha leído lo que dice el 5to. Objetivo histórico del Plan de la Patria).

Quien controla la economía controla al país. Es obvio que las redes privadas de comercialización están detrás de los bachaqueros y sus pequeñas o grandes mafias para presionar los precios hacia arriba, hasta donde les dé la gana o hasta que el gobierno decida tomar el control de ellas  junto a la sociedad organizada (las redes privadas de mercados, súper mercados, automarcados, mercados municipales y populares, las tiendas de medicamentos FARMATODO, LOCATEL, etc.) y el control del transporte y  la distribución directa de los alimentos.

Por más ineficiente que pueda resultar, en un principio, la administración de tales redes por el Estado y la sociedad siempre habrá mucho más control de los precios y de la distribución de los productos, y de la verdadera corrupción que genera  el capitalismo. Resulta más fácil detectar a un agente del gobierno en un acto de ilícito y desleal contra la población, cuando es auditado por los consejos comunales y la gente en la calle, que controlar a las mafias capitalistas, invisibles a ojos que no quieren ver, casi que protegidas por el mismo gobierno; cuando se les confiere impunidad  en una agresión lesa humanidad. Este gobierno no castiga al capitalismo ni siquiera cuando acciona sus trampas con infame descaro …. Desde los empresarios comerciantes, intermediarios o distribuidores directos, transportistas, hasta los bachaqueros de la redoma de Petare se sienten protegidos por el sistema, están de su cuenta y a sus anchas.

Con el capitalismo nunca va acabar la guerra económica, pero todos perdimos esta batalla mientras el gobierno no asuma el liderazgo y robe la iniciativa al capitalismo y tome el control de la economía.

Si es verdaderamente revolucionario hay que acabar con el  comercio privado y los intermediarios, gobernar sobre la producción de bienes básicos para la vida,  su distribución, y socializar la banca o los entes financieros. Si no lo hace, si se deja caer en la inercia del capitalismo, muy pronto no quedará nada que corregir, gente qué salvar, país qué defender, nada.



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Héctor Baiz

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