De cómo ahorrar sin mirar las "luces de la ciudad"

Vivimos en una sociedad sometida a la imagen del éxito fácil, a la imagen de la felicidad asociada al glamor del poder (del poder gastar nuestro dinero). Vivimos en una sociedad que vive de ostentar la cara y la pinta más glamorosa por el Instagram, en Facebook, o caminando en la calle disfrazados de hombre y mujeres seguros, dignos, aseados, puros. Y necesariamente en una sociedad como la nuestra aprendemos a vivir para competir con el vecino. Somos una sociedad que se humilla fácilmente ante la fuerza de la imagen, de la codicia.

Y que se reciente fácilmente. Una sociedad de envidiosos. "Gente envidiosa", dicen de los comunistas las señoras que defienden a Lorenzo Mendoza en las colas del Excélsior. Pero ellas también lo envidian en silencio. Y si no, envidian a su vecino, porque pudo colocar otro hijo en Miami. La envidia es un problema social y para la sociedad. Ataca hasta a los más pobres.

No hay salida fácil. Si enciendes el televisor, siempre habrá alguien comentando las imágenes divulgadas del matrimonio o del divorcio de algún millonario. Un trío de muchachas bellas y muñeco hablando con sencillez de los escándalos en la vida de los "ricos y famosos". Si abres Noticias 24 podrás enterarte de cuáles son las familias más ricas del mundo. Cualquier periodista graduado en la Universidad Andrés Bello o en la UCV, está más atento de la vida de kim kardashian que pensando en su propio destino. Si no apartas la mirada del día a día de nuestra juventud, también te quedará un sabor amargo en la boca.

Los que inspirados en la revolución y en el entusiasmo de Chávez se han dedicado a la música, al cine, al arte, y ahora se ven huérfanos de él, ahora quieren ser "emprendedores" (un "emprendedor" es una forma embrionaria de un empresario exitoso, de un capitalista, es cuestión de tiempo para que aparezca). Ya comienzan a migrar a México o Miami, con mucho talento y poca imaginación. Duro les irá a los que no trabajan con ahínco, todos los días. Pero sin quedarse atrás, piensan fuertemente en migrar de aquí algún día.

Muchas madres hacen colas para inscribir a sus hijos varones en una escuela de beisbol reconocida. Pero, en comparación, son muy pocos los que firman a los 15 años contratos con un equipo Grande Liga, y rarísimos los que firman por un millón de dólares. Y ¡vaya que las madres sueñan con un hijo millonario!, y como soñar no cuesta nada….

Lo más triste para aquellos que vamos a pasar el resto de la vida en Venezuela, y quizá en Caracas, es tener que luchar contra el imperio y estar al lado de unos herederos de Chávez que les queda poco tiempo en el país, que les falta poco para que emigren también a Miami, o a México, o a Bogotá o a Nueva York. Que además del imperio haya que ocuparse de recuperar Tevés de las manos de un grupo de buenos amigos, que no parecen entender nada de revolución y menos de socialismo. O a la inversa, que no entienden qué tan edificadores son sus programas de distracción, para la diversión subnormal, sus programas para reforzar o fomentar la frivolidad capitalista, al glamor capitalista, a la vulgaridad e indiferencia capitalistas… (De pronto se me ocurre que una forma de ahorra electricidad y dinero en Caracas es cerrar ese Canal del Estado revolucionario, por todo lo contraproducente que significa su existencia, tal y como está concebido y funcionando ahora)

Y si una vecina cualquiera (o su señora de servicio, que las hay pretenciosas) quiere ver una televisión distinta, en Vale TV se enterará de la vida de todos los venezolanos que fundaron la democracia capitalista, la historia de los héroes de Norte América, la vida de los ilustres herederos de la godarria caraqueña, valenciana, etc... O la Historia del Mundo contada por blancos, ingleses y norteamericanos, anticomunistas, anti pobres, anti negros, anti latinos, anti orientales, anti árabes. O los programas científicos interesantísimos que tratan sobre la conquista de Marte; una verdadera posibilidad, una verdadera esperanza para los capitalistas, para cuando hayan acabado de secar a "Su" planeta Tierra.

Para ese canal y para Globo Visión, vale más el esfuerzo personal que se alza "sobre el fracaso del resto de la sociedad" como dice el Che. Por eso refuerzan esos valores, entrevistando a un maratonista discapacitado que vive de sus patrocinadores, o a una diseñadora de trajes de baño que necesita dólares para traer los insumos de afuera, o a una artesana "emprendedora" que pudo colocar sus productos en el mercado de Colombia, explotando en secreto a dos o tres empleadas, pagándoles sueldo mínimo o menos, sin seguro social, sin días libres, sin futuro, dándoles únicamente el trato maternal del ama esclavista (El mismo esquema lo conseguimos en el mercado para el sexo masculino).

Si miras las vallas de publicidad, dentro de ellas no hay una sola persona que se parezca a uno. Y si miras a la gente en la calle, a la mayoría se les nota un esfuerzo en su personalidad por abrir el camino hacia la conquista de esas diosas y dioses de la publicidad, se manifiestan las fuerzas de sus principales deseos, después de los otros deseos que gobiernan sus instintos básicos; después de comer, dormir, tener sexo, evacuar y orinar, lo principal es parecer una persona exitosa, ostentando los símbolos del éxito. Y eso vale plata.

¿Cómo ahorrar, en época de crisis? Hay que sembrar conciencia, mirando dentro, tan alto como se pueda. Evitando las "luces de la cuidad", las vallas, desviando la mirada de las camisas caras (o que se lo parecen) y fijándola en los ojos tristes de la gente común, que en el fondo es como nosotros. Las vitrinas nos engañan, por eso hay un programa mañanero de televisión que se llama Vitrina. Todo está hecho en el capitalismo para que no pensemos en otra cosa que en comprar algo. Cuando estamos fastidiados, y tenemos dinero, salimos a comprar. Cuando no tenemos dinero, salimos a robar a alguien, o a vender algo para comprar algo. Es el ciclo miserable de la vida en capitalismo.

En época de crisis, si queremos ahorrar energía y energías, debemos educarnos para compartir todo: problemas, angustias, males, esfuerzos, luchas y sueños, además de las pocas viandas que nos queden. Como dice Chávez, es adquiriendo consciencia del deber social, como superaremos esta crisis del capitalismo. De que el pueblo solo lo salva el pueblo, pero consciente del deber que tiene cada individuo con el resto de la sociedad. No creemos en el esfuerzo individual por encima del fracaso de los demás, creemos en el esfuerzo de todos por el éxito de toda la sociedad. Viva el socialismo y punto.



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Héctor Baíz

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