Aprobación de la eutanasia

La posibilidad de la inclusión de la eutanasia en el debate de la Asamblea Nacional para la reforma del Código Penal parece ser un hecho. Etimológicamente la palabra eutanasia deriva del griego Eu (bien) y Thanatos (muerte). Es decir, que significa “muerte dulce”, “buena muerte”, muerte sin sufrimiento.

Los argumentos en contra de la eutanasia encuentran asidero en el Juramento Hipocrático (450 a.c.) que dice “…y no daré ninguna droga mortal a nadie, aunque me la pidan, ni sugeriré un tal uso”.

La civilización griega fue la primera en emplear la palabra euthanasia, la misma era aprobada por el estado, ya que los gobernadores contaban con veneno para todo aquel que deseaba morir, otorgándoles a su vez una autorización oficial. Este hecho comenzó a girar radicalmente cuando el suicidio era castigado con la negación de una “cristiana sepultura” a la persona que violentaba contra su propio vida, hecho que tomó su impulso cuando en el mundo occidental dominó la religión cristiana. Actualmente esta situación ha dado un nuevo vuelco y en muchos países del mundo se ha legalizado esta práctica.

La problemática de la eutanasia conjuga y enfrenta diversos posicionamientos frente a los derechos humanos. En este sentido, numerosas asociaciones pro eutanasia mantienen una campaña de concientización de la sociedad, para que ésta reconozca el derecho de cada individuo a decidir sobre su propia vida. Por otro lado, otro sector de la sociedad, encabezado por las asociaciones religiosas, se oponen drásticamente a la legalización de la eutanasia. En la actualidad, la eutanasia se ha convertido en una ardua batalla de carácter político, de la que estoy seguro no escapara nuestro país al comenzar a discutir este punto si definitivamente se introduce en la reforma del Código Penal, más aún cuando recientemente hemos vivido grandes confrontaciones entre el gobierno revolucionario y la Conferencia Episcopal Venezolana.

Particularmente estoy de acuerdo con que se legalice la eutanasia en nuestra legislación. En un primer caso que cuando un paciente tenga una enfermedad terminal y esté sufriendo, tenga la facultad de solicitar que pongan fin a ese sufrimiento, ya que es su voluntad y por lo tanto un derecho que tiene como ciudadano. En un segundo caso aquellos pacientes que estén “vivos” pero no consientes, gracias a los sofisticados equipos que alargan su vida vegetativa, puedan tener sus familiares la facultad de solicitar sean desconectados para no seguir con ese sufrimiento de ver un ser querido que nunca volverán a escuchar y que acarrea mucho dolor, además de grandes costos tanto a esos familiares como al propio estado, por supuesto en este caso se debe contar con un informe médico de un equipo colegiado donde indiquen que ese paciente jamás se recuperará, pero hay quienes creemos en milagros, en esos casos esperaríamos un poco mas o simplemente no optaríamos por esta vía.


Email: reinaldosilva119@hotmail.com



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Reinaldo Silva


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