La analista internacional María Fernanda Barreto calificó la política antidrogas de Washington como una farsa, así como sus supuestos resultados anunciados por el propio presidente Donald Trump.
«El día que realmente se atente contra el negocio inmenso del narcotráfico, el día que la DEA sea derrotada y se acabe el flujo del narcotráfico hacia los Estados Unidos, la primera gran muestra va a ser el derrumbe de Wall Street", afirmó en el programa Pulsando a Venezuela que conduce la presidenta de La Radio del Sur, Nieves Valdez.
"La guerra contra las drogas de los últimos 30 años ha sido en realidad una excusa para la doctrina contrainsurgente y para promover el narcotráfico, siempre controlado por ellos", dijo.
Barreto, aunque aclara que le falta más investigación, adelanta una hipótesis respecto al despliegue militar en el Caribe y que, en su opinión, "existe la posibilidad de que la operación busque, de hecho, abrir una nueva ruta para el narcotráfico que los grupos criminales y paramilitares no han podido asegurar, particularmente en zonas estratégicas como el Lago de Maracaibo".
Pax Romana: La Paz es Pacificación
La internacionalista señaló que Estados Unidos se encuentra en una situación desesperada de crisis sistémica y pérdida de hegemonía y con un presidente "egomaníaco" al frente de la Casa Blanca, que plantea al mundo la guerra como estrategia para imponer lo que denominan «paz».
La visión de esta «Pax Romana» o «paz por la fuerza» es clara, tal como se expresó con la directriz a Israel: la pacificación del mundo se logra cuando «nadie se atreva a desafiar» el poder hegemónico.
Esta concepción choca frontalmente con la visión del Sur Global, donde la paz solo es concebida como Paz con Justicia: una relación basada en el respeto a la soberanía, la autodeterminación y la justicia económica, social, política y jurídica. Para el imperio, en cambio, la paz es la sumisión a «reglas» unilaterales dictadas por el más fuerte, detalló.
La virulencia de esta estrategia no solo se dirige al exterior. El presidente Donald Trump ha desatado conflictos internos, llegando a militarizar estados gobernados por el Partido Demócrata, a pesar de las condiciones internas que, según analistas, representan un «caldo de cultivo para cualquier guerra civil».
Este proceso de «pacificación» se extiende al intento de doblegar a la región, y en particular a Venezuela, buscando imponer un gobierno títere que permita la administración de sus vastas riquezas naturales: el oro, el gas, el petróleo, la biodiversidad y, crucialmente, el agua.
Colombia es un país invadido por EEUU
Por otra parte, la analista María Fernanda Barreto saludó la pelea "muy digna" que ha asumido el presidente de Colombia, Gustavo Petro, contra el imperialismo, aunque criticó que hasta la fecha no haya "roto las amarras" del país con Estados Unidos y al contrario le entregó más poder que incluso sus antecesores.
"Es que ya es difícil decirlo, pero es que Colombia está militar política y culturalmente controlada por los Estados Unidos", aseguró.
Destacó que, aunque por primera vez en la historia reciente, un hombre no ligado al narcotráfico y ajeno a las familias tradicionales asumió el poder, un logro atribuido directamente al voto mayoritario de la juventud, la misma que protagonizó el levantamiento popular de 2021, Colombia sigue "invadida" por los gringos.
"Colombia es un país invadido por los Estados Unidos, solo que no se puede utilizar el término invadido como tradicionalmente se haría, porque ha sido invadido con la anuencia de la oligarquía colombiana y de la clase política que es la misma generalmente y el gobierno de Gustavo Petro no rompió con eso y por el contrario incluso entregó más territorio a los gringos porque permitió, por ejemplo, colocar las instalaciones de radares en la isla Gorgona en el Pacífico, una gran reserva natural, cosa que ellos no habían logrado ni con Iván Duque ni con Juan Manuel Santos, permite también el patrullaje en el Amazonas, entonces, la presencia estadounidense en Colombia ha aumentado", agregó.
Barreto asegura que este control no es casual, como tampoco lo es el proceso de violencia continuado de décadas, donde paramilitares y fuerzas militares colombianas han cometido crímenes de lesa humanidad de una brutalidad sin precedentes en la región. Según dijo, la cifra de desaparecidos y el nivel de violaciones masivas en Colombia superan la suma de los crímenes cometidos por «tres, cuatro o incluso cinco dictaduras grandes» del Cono Sur.
El objetivo de esta violencia sistemática, según el análisis, es «mermar y desmoralizar» al pueblo colombiano para facilitar el apoderamiento de sus riquezas estratégicas: desde la biodiversidad y la producción agrícola, hasta el oro, el gas y, fundamentalmente, el agua.