Réplica al Artículo "La ideología ario sionista europea" de Susana Khalil

La presente es una réplica al artículo de Susana Khalil “La ideología ario sionista europea”, publicado en Venezuela Analítica el 07.08.07 (www.analitica.com/va/internacionales/opinion/1770932.asp) y en Aporrea.org (www.aporrea.org/internacionales/a39315.html)

SOBRE LA IDEOLOGÍA SIONISTA

En su artículo “La ideología ario sionista europea”, Susana Khalil vuelve al ataque con una serie de aseveraciones delirantes, intentando distorsionar la historia del sionismo y del Estado de Israel con el único propósito de poner en duda la legitimidad de su existencia.

Comienza Khalil equiparando judíos con arios, algo que a un mixtificador un poco más exitoso que ella, llamado Adolfo Hitler, le habría causado bastante hilaridad. Luego califica al sionismo como una ideología “fascistoide, segregacionista, colonial” y otros epítetos del mismo calibre. Veamos cuál es la realidad histórica.

El sionismo surgió en Europa como un movimiento político que daba consistencia ideológica al anhelo que los judíos habían tenido desde hacía 1900 años: recuperar su soberanía nacional en la Tierra de Israel, para dejar de ser un archipiélago de minorías que, en el mejor de los casos, eran meramente toleradas entre las demás naciones. El sionismo surgió en Europa ya que, con la Revolución Francesa, había nacido para los judíos la esperanza de integrarse a la sociedad y dejar de ser señalados como diferentes. Pero esas expectativas se estrellaron contra los pogroms y la publicación de libelos antisemitas en la Rusia zarista (sobre todo los pérfidos “Protocolos de los Sabios de Sión”, que parecen inspirar no pocas de las afirmaciones de Khalil), así como el Caso Dreyfus, que sirvió para verificar que el antisemitismo seguía vivo en la liberal Francia.

Así, aun antes de que Theodor Herzl formulara los fundamentos del sionismo político, ya muchos judíos decepcionados de Europa Oriental se dirigieron a la olvidada y casi deshabitada provincia otomana de Palestina, para comenzar a reconstruir su patria ancestral y sus propias vidas. Sucesivas oleadas de inmigrantes judíos llevaron al despertar de esa tierra; ellos desecaron pantanos; reforestaron febrilmente hasta hacer florecer el desierto; construyeron ciudades, industrias y granjas colectivas; fundaron universidades, sindicatos y orquestas sinfónicas. El desarrollo económico atrajo a miles de árabes de las regiones vecinas, con lo cual nació el germen de lo que posteriormente se llamaría “pueblo palestino”, entidad que no aparece mencionada en ningún registro histórico hasta 1967.

El Imperio Británico, que mientras tanto había conquistado la zona, y los más fanáticos entre los dirigentes árabe-musulmanes, alimentaron la violencia entre ambas comunidades para provecho propio. Finalmente, la ONU, decretó, en 1947, la partición del área occidental de la Palestina británica en dos Estados, uno judío y otro árabe; los judíos aceptaron, pero la otra parte se negó de plano. El Gran Mufti de Jerusalén, Aj-Amin El Husseini (quien había pactado con Hitler el exterminio de los judíos del Medio Oriente tras el esperado triunfo nazi), ordenó a su grey que dejara paso libre a los ejércitos de la Liga Árabe, que destruirían al nuevo Estado cuando se retirara el último soldado inglés. Muchos lo hicieron, y tras el inesperado triunfo de Israel tuvieron que permanecer como refugiados en Egipto, Jordania y Siria.

Mientras el recién nacido Estado de Israel absorbía, con gran dificultad, a casi un millón de judíos que fueron expulsados del mundo musulmán (en la mayoría de los casos se les incautaron todas sus posesiones), los árabes que habían abandonado el territorio con la expectativa de aprovechar sus despojos terminaron convertidos en parias, despreciados entre sus propios “hermanos”; pero muchos de ellos que permanecieron en Israel se convirtieron en ciudadanos con todos los derechos, incluyendo representación parlamentaria y detentando altos cargos públicos incluyendo un ministro árabe israelí. ¿Es eso “apartheid”?

Tan solo en 1967, cuando Israel ocupó Cisjordania y la Franja de Gaza en una guerra de legítima defensa (como lo reconocieron casi todos los países del mundo), las naciones “hermanas” que habían abandonado a los refugiados árabes se acordaron de que existían. Por cierto, muchos de los que residían en territorio de Jordania fueron masacrados por el rey de ese país, cuando trataron de deponerlo en el terrible “septiembre negro” de 1970.

A diferencia de los oscuros y tendenciosos cálculos racistas de Khalil, aproximadamente la mitad de los judíos de Israel son sefardíes y el resto ashkenazíes. Hay miles de judíos negros rescatados de la persecución en Etiopía, además de grupos importantes provenientes de Irán, Irak y Yemen; todos plenamente integrados a una sociedad democrática, abierta y pujante como pocas. Ese país de apenas siete millones de habitantes, que ocupa el equivalente a un milésimo del territorio de las naciones del Islam, que actualmente habla el mismo idioma, profesa la misma fe y mantiene los mismos valores solidarios de hace tres mil años, que florece con tecnología avanzada y múltiples expresiones artísticas, parece constituir un agravio para una región donde imperan las teocracias medievales, las dictaduras militares y las monarquías retrógradas. Ese es el “agresor colonialista” que le entregó a Egipto un área tres veces mayor a sí mismo a cambio de la paz, y que le ofreció a Arafat compartir su propia milenaria capital, Jerusalén. Ese es el producto del sionismo, considerada la única ideología exitosa del siglo XX. Y eso no podía lograrse en otro lugar que no fuera Sión, la Tierra de Israel.

El deseo expresado por Khalil de “vivir juntos bajo un marco de igualdad de derechos” no parece asomarse por ninguno de esos regímenes y movimientos terroristas que afirman explícitamente querer destruir a Israel, y suena incluso grotesco cuando vemos la manera sanguinaria en que se están matando entre sí los propios palestinos en estos días: los seguidores de Al-Fatah y los de “Hamastán”, la siniestra sucursal sirio-iraní que se ha establecido en la Franja de Gaza.

caiv_caiv@hotmail.com


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