Estados Unidos ante el futuro: desafíos externos, fracturas internas

Lo que sigue es un breve texto que analiza la situación actual de Estados Unidos como primera potencia mundial. Es decir, la cuestión de su declive relativo, los cambios en la posición internacional de EEUU, la pérdida de peso en la economía mundial, manteniéndose como el Estado económicamente más potente (medido en términos nominales), de los retos y desafíos geopolíticos que enfrenta, y un breve esbozo de cómo tales movimientos pueden afectar a Latinoamérica.

Estados Unidos enfrenta hoy una situación inédita en los últimos 100 años. Tras el final de la llamada I guerra mundial, emerge como la primera potencia económica mundial, pero es tras el segundo gran conflicto del siglo 20 que claramente se coloca como la potencia capitalista ampliamente dominante, ahora no solo en lo económico, también en lo militar-geopolítico y, algo fundamental y poco trabajado, como centro cultural del llamado Occidente, enfrentado, en todos los campos, al bloque de Estados liderados por la Unión Soviética, en la postguerra, el período conocido como de la ‘guerra fría’, que termina a fines de los años 80’s. Tras la implosión de la URSS, socavada desde dentro por la deformación burocrática, se reforzó la imagen de EEUU como centro incontestable del ‘sistema-mundo’.

Fukuyama se apresuraba a anunciar ‘el fin de la historia’. En adelante lo que veríamos sería más de lo mismo, del modelo occidental. El capitalismo liberal había prevalecido y el resto de la historia se reduciría a la extensión de este modelo económico-político al mundo entero. Pronto comenzaron a proliferar todo tipo de eventos que cuestionaban el imprudente triunfalismo liberal. Pero más allá de fenómenos puntuales, lo fundamental es que las luchas sociales, de todo tipo, que recorren el planeta y que por momentos, tanto en los países metropolitanos como en las periferias capitalistas, alcanzan altos niveles de polítización, que, con diversos grados de conciencia, cuestionan el orden social vigente, hacen añicos las ilusiones de los privilegiados.

En la actualidad y desde hace una década, al menos, se hace evidente que tal posición dominante se ve crecientemente amenazada por el impetuoso ascenso de China. Estados Unidos sigue siendo la principal potencia económica, política, militar y cultural, geopolíticamente dominante, y lo será por el futuro previsible, no solo por sus propias capacidades, sino también porque se encuentra a la cabeza de una formidable coalición de países con importantes recursos (la comunidad anglosajona, la UE, Japón, Corea del Sur, etc.). Sin embargo, se enfrenta a una pérdida marginal y paulatina de peso económico en el mundo y, en general, a desafíos inéditos en el plano internacional, así como a tensiones políticas y culturales internas, que parecen profundizarse, tendencias a la polarización social y política y a una situación política muy tensa entre la derecha conservadora e importantes sectores de la compleja y muy diversa sociedad estadounidense.

A medida que ve erosionarse su posición dominante en el contexto económico global, con el correspondiente e inevitable efecto diferido sobre la capacidad de influencia política, aumentan las tensiones internas debido a la disminución del excedente (la riqueza del país), e incluso a la menor capacidad para extraer valor del exterior. Las dudas sobre el futuro del dólar como moneda de referencia mundial, la pérdida de ventaja tecnológica en algunas ramas, y en la productividad general, amenaza el predominio económico que la sociedad norteamericana ha dado por descontado por un siglo.

Por supuesto, tal pérdida de ventaja, en productividad y producción, tendrá consecuencias en los más diversos ámbitos. Entre otros, afectará, y ya afecta, el nivel de vida de los trabajadores estadounidenses y de las clases medias asalariadas. De hecho, en los últimos 30 años se ha producido un claro incremento de la desigualdad social, un visible deterioro de los estratos bajos, particularmente entre minorías étnicas, y un estancamiento general de la clase media, en tensión con una espectacular concentración de la riqueza en el 1% más rico, y esto es lo que fundamentalmente está en la base de las tensiones políticas internas. Según datos de la Reserva Federal (2022) el 1% de la población poseía el 31% de la riqueza, mientras el 50% de la parte de inferior de la distribución poseía apenas un 2.6%1. La deuda pública ha alcanzado, en agosto de 2025, la astronómica cifra de 37 millones de millones de dólares.

1 "La Tabla de la Reserva Federal: Distribución de la riqueza de los hogares en EE. UU. desde 1989" . www.federalreserve.gov

2 https://www.latimes.com/espanol/eeuu/articulo/2025-08-14/deuda-nacional-de-eeuu- alcanza-un-record-de-37-billones-de-dolares-informa-departamento-del-tesoro.

"lo que equivale al 123 % de su PBI. Tiene un déficit público pronosticado para el 2025 del 6.1 % del PBI y un desequilibrio en la balanza comercial del orden de los 918.000 millones de dólares durante el año 2024. En lo tocante a la concentración de la riqueza las cifras estadounidenses sólo pueden calificarse como escandalosas: el 10% más rico se apropia de poco más del 70 % de la riqueza nacional mientras que el 90% de la población pugna por apoderarse las migajas del 30% restante"3

Por décadas, la sociedad estadounidense ha construido cohesión social en buena medida sobre la base de la enorme prosperidad (nivel de vida y capacidad de consumo) de buena parte de la población. Su posición geopolíticamente dominante, su enorme poder militar, apoyados en su enorme economía, el tamaño de su mercado, superioridad tecnológica, sobre todo en sectores de punta, y las enormes y diversas ventajas de controlar la moneda de referencia y de reserva internacional (el ‘privilegio exorbitante’, V. G. d’Estaign), le han permitido a los norteamericanos vivir por encima de sus posibilidades (consumiendo más de lo que producen), no solo extrayendo riqueza de los países periféricos-semicoloniales, sino imponiendo sus intereses a los aliados de Europa y Asia.

No obstante desde fines de los 80’s, el ensanchamiento de la brecha distributiva, la combinación de riqueza e ingreso, afecta a cada vez más familias, particularmente entre las capas medias, lo cual amenaza la capacidad para mantener cierto estatus social y de asegurar la transmisión del estatus social a los hijos. Esto se agrava con la lenta pero continuada pérdida de peso en la economía mundial, tendencia indirectamente reforzada por la concomitante pérdida de peso, mucho más rápida y acentuada, en la economía mundial de aliados fundamentales, como la UE y Japón.

La hegemonía neoliberal en las políticas económicas, que comienzan a imponerse sobre el final del gobierno de James Carter, y se consolidan, en general, más allá de particularidades importantes, con el arribo de Tatcher y Reagan, en Gran Bretaña y EEUU, inician un curso de profunda desregulación de la economía, privatización y apertura de los mercados nacionales, reduciendo el gasto/inversión social, disminuyendo impuestos, sobre todo a los más ricos (‘economía de la oferta’), manteniendo o aumentando el gasto militar y sobre todo reforzando el flujo de recursos estatales hacia la innovación tecnológica4.

3 https://www.pagina12.com.ar/863014-dispares-melodias-en-la-asamblea-general-de-la- onu

4 https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-9290-2016-04-30.html

En ese marco general, la libre circulación de capitales se torna un ingrediente principal del proceso todo. Los inversores en su permanente búsqueda de nuevas formas y oportunidades para aumentar el rendimiento de sus recursos, de colocación eficiente y rentable de su capital-dinero, ahora disponen de un espacio ampliado, que en la teoría convencional racionaliza la asignación de los recursos, al poder desplegarse en un plano mundial. Parte del mismo proceso es la deslocalización de las unidades de producción hacia regiones y países con menores costos generales, que combinan salarios más bajos, pero con las competencias y cualificaciones laborales requeridas, regulaciones ambientales poco rigurosas o inexistentes y los imprescindibles ‘estímulos impositivos’, los cuales dan lugar a una funesta competencia entre los países periféricos, que en el intento de atraer inversiones directas productivas, ofrecen condiciones que en la casi totalidad de los casos hace que tales inversiones poco, si algo, aporten a su propio desarrollo económico-social.

La deslocalización de las operaciones productivas, en EEUU, llevó a la casi totalidad de las grandes corporaciones a trasladar parte de su actividad al extranjero. Plantas y empleos migran al sur de la frontera, con destino a México, y en menor medida a otros países de la región (Intel, Bayer, Amazon, empresas de manufactura avanzada, de dispositivos médicos, etc., en Costa Rica5). Desde mediados de los 80’s, países como China, India, Malasia, Taiwan, Filipinas, y, tras la restauración del capitalismo, países del este europeo, más de 3000 empresas de EEUU y la casi totalidad de las más grandes, trasladaron operaciones, con distinto nivel de complejidad tecnológica, y empleos. Por supuesto, desde el principio los sindicatos alertaron que tal curso desindustrializaba al país, destruía empleos ‘en casa’, socavando la base industrial del país y amenazando el nivel de vida general.

En 1989, Michael Moore lanza su primer trabajo importante, ROGER AND ME. El documental, que se convirtió en un éxito de taquilla y de crítica, cuestionaba a Roger Smith, presidente de la General Motors, por el cierre de una planta en la ciudad de Flint, que directa e indirectamente dejó a 30 mil personas sin trabajo, arruinando a una comunidad previamente próspera. Una acción extraordinariamente insensible si se considera que la planta era

5 https://www.comex.go.cr/sala-de-prensa/comunicados/2023/febrero/cp-2835-empresas- multinacionales-generaron-22-mil-nuevos-empleos-en-2022/ https://www.inversioninmobiliariacr.com/es/noticias/noticias-nacionales/item/3300- multinacionales-refuerzan-su-apuesta-por-costa-rica-nuevas-llegadas-y-reinversiones- marcan-un-solido-inicio-de-2025

altamente rentable. Pero el éxito del largometraje documental no consiguió siquiera ralentizar la tendencia. La libre movilidad internacional de capitales y la muy vinculada deslocalización de operaciones de producción, en el contexto de la tendencia sistémica a la internacionalización del capitalismo, en su fase más reciente conocida como proceso general de globalización o mundialización (significativamente acelerada tras el colapso de la URSS), se transformó en un factor clave de la industrialización acelerada y la sofisticación tecnológica de países como China e India.

La exacerbación de los términos de la competencia internacional, premió a las economías con menores salarios y costos de producción generales. Para EEUU el esquema pareció, por varias décadas, resultar de gran beneficio. Sus corporaciones conseguían reducir costos y mejorar condiciones competitivas, la entrada de los bienes producidos fuera, contribuía a mantener baja la inflación y el costo de vida de las familias, lo cual se traducía en apoyo político a la orientación (pese a las denuncias del tipo ROGER AND ME), además de apuntalar en principio la posición geopolítica norteamericana al hacer a los países más dependientes de sus inversiones. EEUU moldeaba el mundo en acuerdo con las prescripciones del libre mercado y la libre competencia. Sus enormes ventajas en el punto de arranque le asegurarían un predominio indefinido.

Pero la historia es más compleja, y la dinámica sistémica del capitalismo, librado a su propia lógica, sin regulación política, se impone a los caprichos e ilusiones liberales6. Operando de acuerdo a sus estrechos intereses, los grandes capitales y jefes de corporaciones no solo terminaron confirmando el escenario adelantado por los sindicatos y otros críticos del proceso, si no que hicieron una contribución inestimable al fortalecimiento de India y sobre todo de China.

Valorado desde el presente, impresiona el extraordinario acierto de la conducción política china, al delinear e implementar con gran éxito una orientación que combinó la enorme reserva de mano de obra comparativamente barata, el igualmente enorme potencial de su mercado de ya casi 1 mil millones de habitantes en 1980, con, y esto es lo que muy probablemente hizo gran diferencia con respecto a los resultados mucho menores de India, la decisiva capacidad del Estado chino, conducido por el Partido Comunista, para crear y activar mecanismos que le permitieran a China apoyarse en la inversión extranjera para desarrollar unas capacidades industriales, primero, y

6 Se usa el término en el sentido usual en Europa y América latina.

tecnológicas, enseguida, a fin de lograr superar los mecanismos que en casi todo el resto del mundo reproducen la dependencia de la inversión extranjera, cosa que ni Brasil ni México han logrado en nuestra región.

Ya en febrero de 2009, en EEUU, se colocaba la controversia por la cláusula ‘buy american’, incluida en un plan de estímulo, dotado de US$819,000 millones, presentado al Congreso, en el marco de la crisis financiera desatada en 2008, que exigía el uso de hierro y acero locales en proyectos de infraestructura y en general priorizar los productos manufacturados localmente.

La iniciativa colocaba a Obama, entonces en el cargo de presidente, en un dilema, por las presiones, de un lado, de los sindicatos y algunas empresas y, de otro, de socios comerciales y aliados políticos, como Canadá y Alemania, también del presidente brasilero Lula da Silva, alarmados todos por la tendencia proteccionista. El sistema político, demócratas y republicanos, pese a su inclinación mayoritaria hacia la perspectiva globalista, presuntamente más ventajosa en último término, se vio forzada a negociar un acuerdo de compromiso, que como suele ocurrir con este tipo de acuerdos, no solucionó el asunto7.

En su segundo período, Obama toma las primeras iniciativas abiertas de contención del ascenso económico chino, cuyo elemento central fue el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (Trans-Pacific Partnership, TPP, por sus siglas en inglés)8. En 2010, China se estrena como la segunda economía del mundo, desplazando a Japón, que había ostentado la banda por 42 años, quedando solo por detrás de EEUU9 (situación que se mantiene hasta el presente, medido en dólares nominales, aunque las estimaciones según PPA - paridad de poder adquisitivo- ya colocan a China como la mayor economía del planeta).

Con el arribo de Trump a la Casa Blanca, en su primer período, la política de contención escala para convertirse en una subida punitiva de aranceles, que no se veía desde décadas atrás, dando paso a una guerra comercial declarada10. En adelante lo que veremos es una paulatina, con saltos periódicos, agudización

7 https://www.portafolio.co/economia/finanzas/presidente-obama-censuro-buy-american- considerar-pais-debe-enviar-mensaje-proteccionista-379204

8 https://www.swissinfo.ch/spa/obama-defiende-el-acuerdo-tpp-como-un-arma-contra- china/42347674

9 https://www.bbc.com/mundo/noticias/2011/02/110213_economia_china_japon_rg

10 https://apnews- com.translate.goog/article/8473860b573d4d0198d8bf19c319b69f?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=e s&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=tc

del enfrentamiento. Pero el mismo se da cuando China ha alcanzado un nivel de desarrollo económico, industrial y tecnológico que de conjunto representa ya un desafío real al predominio norteamericano de 100 años. Sin que de ahí se pueda derivar una tendencia clara del curso ulterior y menos sobre su resultado. Como sea, está claro que la reacción de EEUU fue tardía, atrapados como estaban en las redes mentales de su propia madeja narrativa político-ideológica neoliberal.

Sosteniendo, en parte, oportunistamente, en parte, por convicción, el relato del libre comercio y de la globalización desregulada, con su libre movilidad de capitales, terminaron contribuyendo al fortalecimiento de China. Cuando finalmente consiguieron reconocer el fenómeno del ascenso chino, este ya había alcanzado una magnitud y un grado de complejidad y consolidación interna, que solo dejaba espacio para la contención, no más para el bloqueo y menos para una reversión. China potencia económica-industrial global es un hecho, y cada vez más también su correlato tecnológico-científico. Lo que veremos en los próximos 10-20 años es una dura competencia estratégica, de resultado hoy abierto.

El período de Biden no solo fue más de lo mismo. No solo mantuvo la política de aranceles elevados a China, los extendió y escaló la confrontación, intensificó "la presión contra China, llevándola a un nuevo nivel… Mientras que Trump se centraba principalmente en reequilibrar el déficit comercial, Biden ha convertido la contención de China en una cuestión más filosófica y política", declaró a DW Michele Geraci, profesora de finanzas de la Universidad de Nueva York (NYU)11.

Biden se apartó del unilateralismo de Trump recurriendo a la coordinación con los aliados de Europa y Asia, además de tensionar en el tema Taiwan, desmarcándose temerariamente de la política de ‘una sola China’12. Igualmente intervino en sensibles temas internos del adversario-enemigo, como la política del gobierno chino hacia Hong Kong, Tibet y la región Uigur, haciendo del tema derechos humanos, en la peculiar (nada consistente) concepción y práctica norteamericana del mismo, un asunto central en la relación con China. Los demócratas tienen una larga trayectoria en la manipulación caprichosa del tema de los DDHH, como herramienta de política

11 https://www-dw-com.translate.goog/en/united-states-china-joe-biden-took-donald- trumps-policy-and-raised-the-stakes/a- 68403233?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=tc

12 https://abcnews.go.com/Politics/biden-us-defend-taiwan-chinese- invasion/story?id=90184808

exterior. Una aplicación ajustada a los propios intereses, en cada momento y lugar. Y es con Biden que termina de instalarse, como mascarón de proa en la relación con China, el slogan de la competencia entre democracia y autocracia13. Cosa que resulta llamativa si se considera que EEUU ha sido por toda su historia una república oligárquica-imperialista, de pasado esclavista, luego segregacionista y hasta el presente con fuertes rasgos racistas14.

Pero el paso más importante, estructural, de Biden fue romper con un aspecto fundamental de las políticas neoliberales, la subordinación del Estado al funcionamiento espontáneo del mercado (hasta que inevitablemente se lleva a sí mismo a la crisis, y entonces se recurre apresuradamente a los consejos del viejo Keynes, que nunca se ha ido del todo realmente). Biden retoma con mucha fuerza el poderoso instrumento, considerando los recursos del Estado norteamericano, de la política industrial.

Dice el artículo de Brookings Institution ya citado: "La administración Biden también dedicó considerable atención, durante su primer y segundo año, a asegurar la financiación del Congreso para el segundo pilar fundamental de su estrategia hacia China: impulsar la industria estadounidense. Mediante la Ley de Inversión en Infraestructura y Empleo, la Ley de CHIPS y Ciencia, y la Ley de Reducción de la Inflación, Estados Unidos destinó cerca de 2 billones de dólares para apoyar inversiones nacionales en energía limpia, fabricación de semiconductores, investigación y desarrollo, y modernización de la infraestructura estadounidense. Esta señal de propósito nacional atrajo niveles récord de inversión extranjera directa y también propició una considerable atracción de capital privado en estos sectores".

La reinstalación de la política industrial en el centro de la estrategia norteamericana para enfrentar el desafío chino y el resto de los retos que enfrenta, tanto en lo exterior como en lo interno, marca un viraje, un cambio en el clima político ideológico-discursivo. Se trata de una política de Estado respaldada en general por el grueso de las élites del poder. La política industrial consiste en un conjunto de medidas y acciones cuyo objetivo es darle al Estado una gran capacidad para intervenir en la asignación de recursos, del excedente

13 https://www-stimson-org.translate.goog/2024/bidens-misguided-china- policy/?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=tc

14 El tema de China como potencia emergente, la caracterización de su economía, sociedad y régimen político, no hace parte de este breve escrito. Pero no cabe duda de q se trata de una dictadura política de partido, una combinación del régimen burocrático soviético, en su versión maoísta, y de la tradición del Estado confuciano.

económico, y ganar peso en sectores decisivos de la economía del país, remodelando su estructura y funcionamiento, patrocinando sectores, apuntalando sectores definidos como estratégicos, promoviendo y financiando la productividad, el desarrollo y la competitividad.

De esta manera, empresas y sectores cuyo desarrollo en el mercado sería lento e incierto, pueden alcanzar ritmos acelerados, gracias a la canalización de un monto descomunal de recursos y a la disminución del riesgo. Como gustan decir los liberales, con sentido reprobatorio, ‘el Estado elige ganadores’. En general, los objetivos incluyen crecimiento económico, generación de empleos, fortalecimiento de la industria nacional, sustitución de importaciones, etc.

En el caso que nos ocupa, a todo eso se suma una urgencia que subordina todo lo demás: el retorno a gran escala de la intervención del Estado es un recurso imprescindible para enfrentar con posibilidades el ascenso chino. En otras palabras, China ha conseguido obligar a EEUU a descartar un elemento crucial de las políticas neoliberales. Recurriendo metafóricamente (con la correspondiente carga de ironía) al conocido juego de ‘palillos chinos’, se podría afirmar que este es el palillo cuya retirada provoca el colapso (del extravío neoliberal; Keynes lo adelantó en un conocido texto de 192615). Alguna vez R. Reagan emitió una frase que se hizo famosa: "El gobierno no es la solución a nuestro problema, el gobierno es el problema". 40 años después, resulta que ese slogan contribuyó a debilitar a EEUU. Por décadas, la economía norteamericana confío en dos ideas: limitación del Estado y ‘cualquier tipo de crecimiento es bueno’.

Esta concepción, que a diferencia de otras partes, se tomó muy en serio en EEUU, llevó a fuertes reducciones de impuestos a los más ricos y a incremento del déficit fiscal, dado que se combinó con considerables incrementos en el gasto militar, hoy día cercano a 1 millón de millones de dólares anuales, según las estimaciones más confiables, un 37% del total mundial. En simultáneo, las políticas de apertura comercial produjeron un progresivo incremento del déficit comercial, que en 2024 alcanzó la cifra de

$918,000 millones16. Esto llevó a lo que se conoce como ‘déficits gemelos’, en el que los ingresos públicos son inferiores a sus gastos, mientras el precio de las importaciones supera los ingresos por exportaciones.

15 ‘EL FIN DEL LAISSEZ-FAIRE’. 1926.

16 https://www-bea-gov.translate.goog/news/2025/us-international-trade-goods-and- services-december-and-annual-2024?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=tc

Ningún país podría soportar tal combinación de tendencias por décadas, salvo aquel que cuenta con el privilegio de imprimir la moneda que rige las transacciones internacionales. A eso se refiere ‘consumir por encima de las propias capacidades productivas’. EEUU puede costearlo porque es una aspiradora de inversiones del mundo entero. Pero eso alimenta la gigantesca deuda ya mencionada. La segunda idea, arriba mencionada, llevó a pensar que da lo mismo crecer por el lado de los negocios de ‘fast food’ o de entretenimiento, que invirtiendo en industrias productoras de insumos clave o en infraestructura. Las segundas toman más tiempo en generar valor y ganancias y los requerimientos de capital son mayores, pero a mediano y largo plazo producen mayor innovación y desarrollo, con mayor impacto social y económico estructural. No es que EEUU no haya invertido en lo segundo, pero ha descubierto que invirtió menos de lo necesario.

Esta apretada descripción de la situación que ha imperado en la sociedad y la economía norteamericanas de las últimas 4 décadas largas, parece que sirve para entender el en buena medida forzado giro actual del clima político- ideológico, frente a los inéditos retos que como potencia aún dominante enfrenta. Básicamente, el ascenso económico de China junto a su vertiginosa sofisticación tecnológica y creciente peso en los circuitos del comercio y los flujos de inversión en el exterior, coloca para EEUU el riesgo de verse desplazado, a mediano plazo, como primera economía mundial. Las consecuencias serían muy importantes. En lo militar y geopolítico, en la capacidad para controlar el llamado orden internacional, con sus derivaciones y retroalimentaciones ideológico-culturales. El avance de la influencia de China en Asia, África, en América latina y, menos pero también, en Europa, produce insomnio entre las Elites norteamericanas. Y con razón.

Insisto en que resulta sorprendente el notable acierto de las políticas de la conducción china en las últimas décadas. La organización del grupo BRICS, la alianza estratégica con Rusia, los intentos de limar asperezas con India, el acercamiento al mundo árabe, entre otros indicios, muestra que China se prepara para, a mediano plazo, instalarse como una de las dos potencias de obligada referencia a nivel mundial. No asistimos a un ‘derrocamiento’, sino a un curso que apunta a un orden mundial bicéfalo, probablemente negociado y administrado.

La nueva situación tendría consecuencias importantes para EEUU. Lo cual nos lleva a las políticas del segundo período del sr. Trump. Para decirlo rápido, a EEUU se le acaba el tiempo. No puede frenar ni revertir el ascenso

chino, pero puede ralentizarlo, ganar tiempo y negociar, en mejores condiciones. De ahí el inescapable recurso al giro intervencionista en lo interno (recientemente el gobierno norteamericano ha adquirido participación accionaria en diversas empresas privadas, entre ellas Intel17). Al tomar las riendas de empresas en sectores estratégicos, en momentos de riesgos crecientes, EEUU reconoce que su anterior visión del tema, el leseferismo liberal, o era incorrecta o solo sirve cuando la ventaja estratégica es amplia (algo similar pasó con Inglaterra en el pasado, tan pronto perdió ventaja industrial- tecnológica, abandonó el relato librecambista; Friedrich List debe estar celebrando).

El segundo Trump le da continuidad a un curso político que viene desplegándose desde Obama, y que ha ido endureciéndose e incorporando nuevas dimensiones en las distintas fases/administraciones. Los estrategas norteamericanos, en definitiva, se mostraron lentos en comprender la magnitud del desafío chino, y sobre todo en lo contraproducente de las políticas que debilitaron la base industrial y diversos ámbitos tecnológicos de EEUU. Pero nadie sensato y con cierto conocimiento subestimaría la capacidad y los ingentes recursos con que cuenta el capitalismo norteamericano.

Sigue teniendo ventaja científico-tecnológica en sectores clave, el tamaño económico y de mercado le confiere enorme capacidad geopolítica, sigue siendo una aspiradora de talento del mundo entero -algo fundamental-, la poderosa corriente inmigratoria le permite escapar de la amenaza de una crisis demográfica como la que acecha a Japón, la UE o Rusia. La industria audiovisual norteamericana sigue siendo no solo un gran negocio, es también un poderoso recurso en cuanto poder blando, promoviendo su estilo de vida, visión del mundo, valores e intereses; proyectando un atractivo cultural por ahora sin competencia. Finalmente, la gran ventaja militar de EEUU funciona como una palanca para imponer condiciones a los aliados y para amedrentar a los adversarios.

Antes de terminar, algunas consideraciones sobre los posibles escenarios que se abren para América Latina a partir de las tensiones, desafíos y tendencias que hemos identificado en relación con la situación dinámica de EEUU, y que seguramente incidirán en la orientación general y las políticas norteamericanas hacia nuestra región18.

17 https://www.nacion.com/el-mundo/donald-trump-pone-a-prueba-el-libre-mercado- con/CBSPVCWLSNGZNHHGQXXISJUC2Q/story/

18 Como en el caso de China, la situación y las opciones de América latina como región y de las distintas sociedades q la componen requieren un artículo específico.

Simbólica y políticamente, la historia de las relaciones de América latina con EEUU ha estado, de alguna manera, marcada por la llamada ‘Doctrina Monroe’, formulada por John Quincy Adams, Secretario de Estado del presidente James Monroe y futuro presidente de EEUU él mismo (hombre que también desempeñó un papel central en el desalojo de la ya muy decadente España de Florida).

En dos siglos, EEUU ha avanzado sobre territorios de las antiguas colonias españolas (arrebatando a México un equivalente a 55% de su territorio), promovido el derrocamiento de gobiernos legítimamente establecidos y múltiples golpes de Estado, apoyado brutales dictaduras militares, invadido países de la región (Cuba, Puerto Rico, Dominicana, Haití, Nicaragua, Panamá, Guatemala…), financiaron y apoyaron técnicamente operaciones represivas de ejércitos locales, ejecutó asesinatos selectivos de referentes políticos, se apropió de buena parte de las principales riquezas naturales y fuentes de acumulación de capital de los países de la región, intervino en la política interna y manipuló elecciones, financió grupos armados que desestabilizaron procesos político-sociales que tenían como objetivo la emancipación política, económica o social, estableció un diverso dispositivo de presencia militar, bloqueó y socavó procesos de integración hispanoamericana, impuso condiciones de dependencia económica y semicolonialidad política, que, sobre la base de la fragmentación hispanoamericana, aseguran la debilidad e impotencia de los países de la región, y un siniestro etc.

Por supuesto la casi totalidad de esas acciones contó con la entusiasta colaboración y complicidad, incluso la solicitud, de las ignominiosas élites sociales locales. Pero esas oligarquías se han sostenido a lo largo de buena parte de estos dos siglos, en gran medida, por el soporte norteamericano. En breve, EEUU ha sido una pesadilla para América latina, lo sigue siendo en el presente y todo indica que seguirá siéndolo en el futuro inmediato, si nada cambia en nuestra región.

Enfocándonos en el presente, se puede ver que la política norteamericana hacia América Latina se organiza en dos planos: la orientación hacia los puntos más problemáticos (para EEUU) en la región y, en un plano más amplio, apuntalar el control estratégico sobre la zona en su conjunto, restableciendo una posición de poder ampliamente dominante (‘patio trasero’), afectada en el último par de décadas por un cierto, muy relativo, debilitamiento. En lo primero, están los casos de Nicaragua, Venezuela y claro Cuba. La ‘troika de la tiranía’, en la expresión acuñada por John Bolton, exasesor de seguridad nacional del primer gobierno Trump y funcionario recurrente de gobiernos republicanos

desde Reagan. Bolton no es más que una de las figuras de la derecha conservadora nacionalista que con creciente impulso abogan por ir más allá de las sanciones económicas y políticas y avanzar a acciones militares a fin de forzar un cambio de régimen, favorable a los intereses de EEUU, en esos países (y en otros de fuera de la región).

Al margen de cuanto logren pesar estos sectores (‘halcones’) en la orientación de la política hacia América Latina (el nombramiento de un cubano de derecha, Marco Rubio, en el departamento de Estado, es un dato a tomar en cuenta19), lo que parece claro es que en los próximos años, los más de tres que tiene por delante el gobierno del sr. Trump, las presiones sobre estos países se incrementarán, agravando los efectos ya considerables sobre la economía y la mayoría de las correspondientes poblaciones20. Independientemente del concepto que se tenga de los regímenes políticos existentes en esos países, el injerencismo norteamericano, en la experiencia latinoamericana ya reseñada, casi siempre se tradujo en resultados que empeoraron la situación.

En el plano más general, vuelve el asunto China, y el objetivo claro es cerrar el subcontinente a la influencia de la emergente potencia asiática (‘América’ para los ‘americanos’). Las presiones en este sentido se han manifestado abiertamente. Un caso que llamó particularmente la atención fue el de Panamá21. Diversos altos funcionarios del gobierno de EEUU presionaron al pequeño país (José R. Mulino, Presidente de derecha y muy pro- norteamericano) para cortar los vínculos con China, cancelando su asociación con el proyecto ‘Ruta de la Seda’22; pero también y sobre todo obligando al país a retirar la concesión de dos puertos de acceso al canal a empresas hongkonesas, con el argumento ‘China controla el canal’ (Trump), una evidente exageración, en el mejor de los casos.

El paquete de exigencias se completa con el retorno de la presencia militar en el país, revirtiendo lo que una amplia opinión pública panameña considera uno de los dos grandes logros del tratado del Canal de 1977, junto a

19 https://www.bbc.com/mundo/articles/clyv0p8690jo https://www.swissinfo.ch/spa/rubio:-cuba,-nicaragua-y-venezuela-son-enemigos-de-la- humanidad-y-causan-crisis-migratoria/88826089

20 https://www.centroamerica360.com/politica/ee-uu-reitera-que-nicaragua-venezuela-y- cuba-son-enemigos-de-la-humanidad/

21 Beluche, Olmedo. https://www.sinpermiso.info/textos/panama-las-amenazas-de-trump-y- la-doctrina-monroe

22 https://observador.cr/panama-cancela-acuerdo-economico-de-la-ruta-de-la-seda-con- china/

la incorporación del mismo a la economía del país y la recuperación de la zona adyacente, lo cual evidentemente anularía la pactada neutralidad del canal, ‘un estatus jurídico que garantiza el tránsito pacífico, seguro y equitativo de buques de todas las naciones en condiciones de igualdad, tanto en tiempos de paz como de guerra’23; se conoce que Trump amenazó con, y no ha descartado, tomar por la fuerza, militarmente, el Canal.

Ya desde el gobierno panameño anterior (Laurentino Cortizo), EEUU había logrado la cancelación de la financiación y construcción por empresas chinas de un ferrocarril de la ciudad de Panamá a la frontera con Costa Rica, una obra de infraestructura que tendría un efecto positivo enorme sobre la economía del país. EEUU busca obligar a Panamá, y al resto de América latina, a cerrar las puertas a las inversiones y el comercio con China sin, por supuesto, comprometerse a compensar el vacío dejado por las oportunidades económicas a las que han de renunciar las sociedades de la región. Una vez más, con la colaboración de las élites locales, su personal político y quienes les votan. Ante todo esto, resulta difícil no percibir un eco de la noción de Estado vasallo de otros tiempos.

En los límites del presente texto, no resulta posible ni pertinente siquiera un esbozo de la situación general en la región, pero no se puede dejar de mencionar rápidamente, por ejemplo, las presiones sobre México, tanto en lo comercial como en temas de control de migraciones y asuntos de seguridad y narcotráfico (la torpe, costosísima y fracasada ‘guerra contra las drogas’ de EEUU ha representado para México un enorme costo económico y político- institucional, profundos y peligrosos desgarros sociales, estructuras delincuenciales arraigadas y brutalmente violentas, decenas de miles de muertes y un enorme sufrimiento humano; entretanto, EEUU nunca reconoce su parte de responsabilidad como mercado de consumo, financiamiento de la actividad, redes internas de distribución y tráfico de armas transfronterizo, etc.).

Un hecho inédito lo constituye las sanciones de EEUU a Brasil por la condena dictada por la justicia brasilera contra el expresidente Jair Bolsonaro, condenado a 27 años de prisión por intento de golpe de Estado y otros delitos, una causa ampliamente documentada24. En Argentina, Trump multiplica esfuerzos para sostener al gobierno ultraliberal de Javier Milei, que en menos de dos años ha completado un clamoroso fracaso económico y social. Las

23 EEUU además pretende que los navíos del gobierno norteamericano transiten por el Canal con prioridad y sin pagar el peaje correspondiente.

24 https://www.bbc.com/mundo/articles/c059lq1dzqlo

disparatadas ocurrencias de Milei serían hilarantes, si no constituyeran una tragedia para la economía y el pueblo argentino.

Como colofón, a fines de agosto, una flota de navíos de guerra de EEUU (destructores, submarinos y portahelicópteros) arribó a las costas de Venezuela con el pretexto del combate del narcotráfico y la supuesta implicación del gobierno venezolano (nunca está de más recordar que fue el gobierno norteamericano el que se involucró en el tráfico de drogas para financiar a los llamados ‘contras’, organizados por EEUU para acosar y desangrar la revolución nicaragüense en los años 80’s).

En medio de especulaciones sobre la posibilidad de una acción militar contra Venezuela, la flota estadounidense ha atacado y destruido, según informes, 4 embarcaciones, afirmando que transportaban drogas, con un saldo de 21 fallecidos. Aplicando pena de muerte sumaria, sin detenciones ni evidencia, ni investigación, sin debido proceso ni presunción de inocencia, sin juicio ni derecho de defensa; estamos ante ejecuciones extrajudiciales, en aguas internacionales, no de ‘narcoterroristas’, sino de jóvenes caribeños pobres. El enésimo crimen de EEUU contra América latina.

En pocas palabras, estamos ante una ofensiva de EEUU para consolidar su posición de poder en América latina. Parecen dispuestos a accionar contra todos aquellos que se interpongan, o presenten objeciones, aunque sean antiguos y valiosos aliados-agentes (como el exPresidente de Costa Rica, Óscar Arias). Están sancionando y retirando visa a jueces, periodistas, referentes políticos, gobiernos, diplomáticos, empresarios.

La activación del mecanismo de la solicitud de extradición (Costa Rica), ofrece un turbio recurso para someter a procesos poco rigurosos o transparentes judicialmente, con distintos argumentos, a ‘individuos objeto de interés’, recurso que obviamente puede ser políticamente instrumentalizado. EEUU ha elevado a US$50 millones la recompensa por información que conduzca al arresto del Presidente de Venezuela Nicolás Maduro, a quien acusa de ser ‘uno de los mayores narcotraficantes del mundo’…25. Alegaciones que EEUU ha utilizado en el pasado contra Cuba o para atacar, en los años 80, a la Revolución nicaragüense, como recursos de propaganda26.

En este marco, el objetivo general es el llamado ‘progresismo’ político latinoamericano. Con sus muy diversas variantes, los gobiernos

25 https://www.bbc.com/mundo/articles/cewydr15l02o

26 https://elpais.com/america/2025-08-26/espias-golpes-y-pactos-secretos-los-tentaculos-de- la-cia-en-la-america-latina-del-siglo-xx.html

neodesarrollistas, nacional-populares o progresistas, son una expresión peculiar, no lineal, de las fracturas y conflictos sociales y de las aspiraciones populares en América latina. En general, buscan una vía de desarrollo capitalista autónomo, con reducción de la pobreza y desigualdad social, lo cual inevitablemente, pese a no cuestionar el fundamento capitalista del orden social, lleva a tensiones o enfrentamientos abiertos con las oligarquías y grupos económicos dominantes locales (hoy muy vinculados o integrados a capitales extranjeros), así como a discrepancias más o menos importantes con los intereses y políticas de EEUU.

La respuesta norteamericana recurre a presiones políticas, intervención en procesos internos -financiando grupo y organizaciones- y campañas mediáticas, pero sobre todo a mecanismos de presión económica: desde tratamientos diferenciales en comercio e inversiones hasta manipulación de la calificación de riesgo, la intervención del FMI y acciones de abierto ataque a las economías.

En 2014-15, el ataque de BlackRock a la economía argentina (bajo el gobierno de Cristina Kirchner), con complicidad del gobierno de Obama, contribuyó a las condiciones para el ascenso de la derecha. Mientras tanto, algunos países de la región gozan de una ‘relación especial’, una condición de ‘aliado tradicional’ de EEUU, que se presenta como condición para la prosperidad económica en la región. Es el penoso resultado producido por la histórica balcanización de Hispanoamérica.

Concluyamos diciendo que mucho del futuro de EEUU se juega dentro de sus fronteras. Los signos de crisis política interna se multiplican, la sociedad se polariza, las presiones externas agudizan fisuras internas, históricamente importantes (EEUU, al menos en algunas regiones, tiene más de mosaico que de crisol de culturas).

La derecha religiosa, intoxicada con la paranoica ‘teoría del gran reemplazo’ (la idea de que hay intereses, externos e internos, conspirando para reemplazar a los estadounidenses caucásicos con personas de ascendencia no europea, latinoamericanos, asiáticos y africanos), percibe como enemigos y traidores a los progresistas, y se van inclinando a posturas cada vez más autoritarias, que incluyen la opción consciente por un líder sin demasiados escrúpulos institucionales. Son elementos claros de un movimiento con al menos rasgos fascistas, en un sector de la población con fuertes antecedentes e inclinaciones a la violencia.

El notable incremento de la desigualdad económica, sobre todo, alimenta el resentimiento y el malestar social entre los subordinados. Pero también el persistente racismo y el permanente hostigamiento a los migrantes (que la economía necesita y sobreexplota), el cuestionamiento a los derechos de las mujeres y comunidad lgtbi, o el negacionismo en relación con la crisis ambiental, alimentan crecientes tensiones. Las luchas sociales se extienden y radicalizan políticamente y en los métodos. El incremento del voto a posturas que se reclaman de ‘izquierda’ o incluso de alguna variante socialista, constituye un indicador de lo anterior.

En pocas palabras, el frente interno puede terminar complicando el panorama externo de EEUU, como potencia hegemónica.

 

*Sociólogo. Universidad de Costa Rica

 

olmedobeluche@hotmail.com



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