Las ideologías han sido denostadas en los últimos 40 años, desde la irrupción del neoliberalismo, en el período del hegemonismo Reagan Thacher, que plantearon al mundo el "Fin de la Historia", mamotreto de Francis Fukuyama, a partir de un discurso dirigido, transformado luego en libro, destinado a poner al frente de los países los verdaderos dueños del poder, económico, financiero, militar que desplazaron y condicionaron la voluntad popular de los pueblos, expresada en las urnas.
Sin embargo, la ideología se refiere, como bien explicaba el filósofo Jorge Bolívar, al conjunto de ideas que permiten una mirada del mundo, de la vida, de las cosas que conforman una conciencia propia, que se afirma en las subjetividades de cada persona, esa que deviene de la transmisión oral familiar y social del desarrollo de la personalidad.
Esa conformación es la que quienes apuestan a manipular las emociones, con el fin de crear una conciencia colectiva diferente a la cultura de origen, patriótica, comunitaria, solidaria, que tenía el pueblo argentino, para llevarla al individualismo extremo del egoísmo social pleno, como hoy sucede en la Argentina y el Mundo.
En los años 50 Ramón Carrillo ya brindaba conferencias en la Escuela Superior de Guerra sobre la Guerra Psicológica, en donde planteaba que las futuras generaciones desarrollarían sus acciones bélicas desde los Medios, apelando a la manipulación, tergiversación, mentiras y ocultamiento de la información real, transformando la misma, en un arma potente sobre los pueblos, dominando sin invadir, sin necesitad de ejércitos ni ocupación de terceros países.
Entonces hay una ideología, que es oculta, invisible a la mirada de las mayorías populares, dominante, que se va naturalizando, que es colonial y dependiente. Pero no es denominada así en los medios, ni en las expresiones públicas, construyendo así un escenario que permita enfrentar y derrotar, como enemiga cualquier expresión contraria al poder real, catalogando con expresiones denigrantes a esas fuerzas: terrorismo, populismo, narcotráfico, comunismo y otras denominaciones, que sirven para perseguir, condenar, eliminar los procesos nacionales y populares, en especial en América Latina, evitando además la presencia activa del Mundo Multipolar en la región y que ha cambiado el eje geopolítico global.
Esa es la lucha cultural en pugna por el relato, cuya apropiación construye la historia a futuro, impregnando a las futuras generaciones de conceptos e ideas que van conformando la sumisión como concepto, ante la creciente colonización del poder dominante por década, ahora en retroceso y con una carga agresiva sobre América Latina, que considera como propia en recursos e influencia, controlando la política y la economía de cada país. De no poder hacerlo recurre al Bloqueo, la fuerza, la extorsión, la amenaza y por último la fuerza militar.
La necesidad de reafirmar el patriotismo no es una fórmula de poder, es la posibilidad real de recuperarlo de las estructuras, construidas por décadas por el enemigo, que ha consolidado estructuralmente la dependencia, permitiendo pequeños márgenes de maniobra a los Gobiernos electos por el pueblo cuando responden a los intereses nacionales y populares, y cuando logran posicionar a un alfil como Macri o Milei, someterlo al cumplimiento estricto de las órdenes emanadas del poder unipolar: EEUU, Israel, Inglaterra, UE y la OTAN, como conductores geopolíticos de un sistema de alianza mayor, que ha sido desplazado por el mundo multipolar emergente, ubicado en Oriente con 2/3 de la población mundial.
Tener ideología conformada por un conjunto de ideas, que nos conecte con nuestra Comunidad y nuestra historia común, de sueños compartidos, es un marco de referencia a una lucha que será larga, dada la magnitud del peso del enemigo y sus intereses concentrados en nuestro. El patriotismo es el primer escalón de una formulación programática política, firme y estratégica, que, con planificación en sus objetivos soberanos, nos permita formular un proyecto de futuro, que devuelva las esperanza, sueños y utopías al conjunto del pueblo argentino, que mayoritariamente rechaza las políticas de claudicación nacional, de este tiempo de pesadillas y dolor social que transcurrimos hoy.