Tuvo suerte Ozzie Guillén: Terroristas de Miami no le pusieron una bomba

11/04/12.-No hay mucha razón para dudar de que el director de béisbol Ozzie Guillén admira a Fidel Castro. Lo dijo hace cinco años en una entrevista con el Men’s Journal. Cuando se le pidió el nombre del hombre más duro que él conocía, Guillén respondió: “Fidel Castro. Es un toro -el poder de todo el mundo está contra él, y que él sobreviva aún, confirma que tiene poder. Su país lo apoya. A dondequiera que va, se extenderá la alfombra roja. Yo no admiro su filosofía, lo admiro a él”. Nadie se preocupaba por la fraseología machista de este hombre, porque Guillén era el capitán de los Medias Blancas de Chicago en ese momento.

Como director técnico recién contratado de los Marlins de Miami, Guillén repitió esa idea a Times Magazine la semana pasado “Yo respeto a Fidel Castro”, dijo. “¿Sabes por qué? Una gran cantidad de personas han querido matar a Fidel Castro durante los últimos 60 años, pero el [...] sigue ahí “, y se encontró al borde del desempleo. Los cubano-americanos de Miami, anfitriones de programas políticos de radio generaron una tormenta de protestas, y los Marlins criticaron a Guillén y lo suspendieron por cinco partidos. El martes el director técnico de los Marlins se retractó de su declaraciones, dijo que Castro era un hombre malo, y pidió disculpas “de rodillas”. La mayoría de los periodistas deportivos atribuyeron esta reacción a que este hombre usualmente es un “bocón”. Es célebre por sus frases homofóbicas y por sus borracheras. Pero el verdadero problema de Guillén es el Miami cubano, donde la aplicación de la línea anti-Castro es un pasatiempo más popular que el béisbol. Allí los propietarios de los Marlins se las arreglaron para pegarle a la ciudad una cuenta de $640 millones por el estadio de béisbol en la Pequeña Habana, mientras le privaban a los residentes locales de plazas de aparcamiento legales.

La combinación de la franqueza de Guillén, la política de Miami, y la arrogancia de los Marlins es lo que le ha llevado a este director técnico, destinado al Salón de la Fama, esté ahora al borde de ser despedido. La ciudad nunca ha mostrado mucha tolerancia para las personas que dicen cosas agradables de Fidel. En el 2000, Jim Mullin, director del semanario alternativo de la ciudad, New Times, compiló una cronología de la intolerancia violenta que tiene pocos paralelos en los EEUU actuales. En 1975 un hombre cubano-americano fue asesinado después de defender relaciones más estrechas con la Cuba de Castro. En 1978, a un locutor anticastrista de radio le volaron las piernas con un coche bomba porque se atrevió a criticar a sus compañeros de exilio que recurrían a la violencia. En 1983, la sede en la Pequeña Habana de un banco de Miami, fue bombardeada porque uno de sus ejecutivos había negociado con el gobierno de Castro para la liberación a 3.600 presos políticos. En 1998, una amenaza de bomba vació una sala de conciertos durante una actuación de Compay Segundo, un músico de 91 años de edad, famoso por la película “The Buena Vista Social Club”.

En total, Mullin citó más de 40 casos de amenazas de bomba o explosiones dirigidas a personas que habían ofendido de alguna manera la ortodoxia anti-castrista. En 1994 Human Rights Watch reportó el lamentable estado de la libertad de expresión en Miami y llegó a la conclusión de que la ciudad está “dominada por fuerzas ferozmente anti-comunistas que se oponen firmemente a los puntos de vista contrarios.” El informe de HRW vinculó estas fuerzas con “actos de represión que van desde el aislamiento hasta la violencia”. El informe concluyó que el gobierno de Miami tiene “responsabilidad significativas” en todos los niveles, incluido el “hostigamiento directo por el gobierno y por grupos apoyados por el gobierno con una conducta contra la libertad de expresión”. Esa tradición continuó esta semana cuando dos políticos locales se involucraron en la controversia llamando el despido de Guillén.

Este llamado fue secundado por un grupo parapolicial conocido como Vigilia Mambisa, que se describe como “de línea dura, de derecha, anti-castrista, un grupo anti-comunista de manifestantes cubano-americanos de respuesta rápida que expresa su protesta en las estaciones de radio en español de Miami”. El grupo está llamando a un boicot de los Marlins hasta que despidan a Guillén. Una encuesta en la página web de The Miami Herald encontró que el 57 por ciento de los 2.500 participantes en el sondeo, dijeron que la suspensión de cinco partidos para Guillén era un castigo suficiente. Si Guillén sólo pierde su puesto de trabajo por expresar admiración hacia Fidel, será un signo de progreso cívico en Miami. No hace mucho tiempo, habría podido perder sus piernas o su vida.

-Fragmentos del artículo de Jefferson Morley, quien escribe para Salon.com en Washington y es autor del libro de próxima aparición, Tormenta de nieve en agosto: La ciudad de Washington, Francis Scott Key y el alboroto de la raza olvidada de 1835 (Nan Talese / Doubleday).



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