(Audio) "Diplomacia petrolera"

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¿Qué es eso? La oposición -que no se caracteriza por su creatividad-, acuñó este calificativo que a mi manera de ver revierte contra ella. Un calificativo que tiene doble intención: una, presentar la política exterior del gobierno de Chávez como producto exclusivo del recurso petrolero; y otra, que con el crudo venezolano se compran conciencias en el mundo y se sobornan gobiernos. Así de sencillo.


Desde luego que al argumento se le ve a la legua el bojote. Es una manera de descalificar el esfuerzo del gobierno bolivariano por dotar al país de una política exterior de la cual antes careció. Una política exterior universalizada, multipolar, distante de la tradicional que sólo concebía a ésta en función de la relación con Estados Unidos, en el marco de una total dependencia, y atada en la región al anacrónico sistema interaméricano. Colombia era la otra referencia importante y pare usted de contar. Para la Casa Amarilla no existía Asia (China, la India, Malasia, Indonesia, y a los países árabes del Medio Oriente sólo se les percibía como productores de petróleo). Menos aún existía África, y tanto las naciones caribeñas como las centromericanas se las concebía no en función de los intereses venezolanos sino de la potencia del norte. ¿Qué era el Sur para esa política? Prácticamente nada. Una referencia distante, desconectada de una estrategia integradora, enmarcada en el burocratismo diplomático improductivo y bonchón.


Ahora Venezuela cuenta con una diplomacia activa, audaz, soberana, que se hace sentir en el concierto internacional con perfil propio. Con una diplomacia con un apoyo exterior que antes no tuvo. ¿Es una diplomacia petrolera o es una diplomacia nacional? Que el petróleo cuente como factor importante, es cierto. Al igual que en otras naciones, sus peculariedades, sus fortalezas económicas o de otro orden, cuentan. Cada nación aprovecha para desarrollar su política exterior sus mejores recursos, ¿por qué Venezuela no puede hacer lo mismo? Habría que reconocer, incluso, que gracias a la política petrolera de Chávez, se potenció el recurso y pasó a tener peso en la política exterior de los productores de crudo.


Pero la pobreza argumental de la oposición -inspirada en el odio, en el desprecio por los logros venezolanos- revela su inaudita dimensión cuando incurre en la torpeza de emplear el término "diplomacia petrolera" para atribuirle a la actual política exterior el propósito subalterno de comprar solidaridades en el mundo. Ante todo se trata de un señalamiento ofensivo contra dirigentes políticos, sociales, culturales, académicos, jefes de Estado, parlamentarios y partidos políticos de otras latitudes. Simplemente se afirma que quien mantenga buenas relaciones con Venezuela, aquellas naciones que comercien, los dirigentes que apoyen el proceso bolivariano, que están identificados con él, lo hacen porque son mercenarios. Ya este miserable señalamiento provocó la reacción en Montevideo de los parlamentarios de Mercosur, y obligó al alcalde itinerante, Leopoldo López, a excusarse.


¿Diplomacia petrolera? Quienes son financiados por los recursos del imperio deben estar convencidos, de buena o mala fe, que los venezolanos que están con el proceso bolivariano, hacen lo mismo. Remember: cada ladrón juzga por su condición...

Los derechos humanos como show

Hay causas tan nobles -como los derechos humanos- desgraciadamente degradadas por el circo que algunos personajes suelen montar pretextando defenderlas. Nunca como en la actual etapa venezolana hubo tanta pantalla, tanta manipulación en el tratamiento de tan delicado tema. Resulta que los represores de ayer, o los hijos y nietos ideológicos y políticos de aquellos que violaron todos los derechos, pisotearon la Constitución, torturaron, fusilaron, desaparecieron a miles de personas; que utilizaron a los militares para montar los Teatros de Operaciones donde se consumaron las prácticas más inhumanas contra los detenidos; los mismos que a cada momento suspendían las garantías, que masacraban manifestaciones, ahora se convierten en paladines de una causa que, como nunca antes ocurrió, está resguardada por el Estado.

Así algunos funcionarios inescrupulosos las reivindiquen desconociendo la política oficial de respeto.

Mueve a risa, por ejemplo, el show que montan los inhabilitados por haber delinquido contra la cosa pública, y cómo pretenden que sus actuaciones, contrarias a la ley, se cubran con el manto protector de los derechos humanos.

Que parlamentarios de la ultraderecha sureña, especialistas en avalar violaciones a derechos humanos, hagan coro y ejerzan un turismo tarifado para escarnecer a Venezuela, uno lo puede entender: no son venezolanos. Pero que los acompañen diputados venezolanos en la esa aventura, es deprimente y desdice del gentilicio patrio.

jvrangelv@yahoo.es


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José Vicente Rangel

Periodista, escritor, defensor de los derechos humanos

 jvrangelv@yahoo.es      @EspejoJVHOY

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