Ni cuando Fernando Collor de Melo en Brasil, ni cuando las manitas blancas en Europa, ni cuando la campaña de desprestigio contra Mohamar Kadafi, ni cuando el fascismo boliviano en Santa Cruz, observé tal magnitud de guerra mediática en contra de un gobierno y de un proceso político.
Quien vive de las redes sociales, se convenció el miércoles 19 de que el gobierno había caído, donde se incluyó desde el asalto con fusiles y granadas a un puesto de la Guardia Nacional en Los Guayos, municipio del estado Carabobo, hasta que Maduro y su compañera estaban escapando por la rampa 4 de Maiquetía. En mi vida de periodista vi mayor bombardeo informativo por las redes sociales. Todo aquel que se mantiene comunicado por Instagram, Tuiter, Facebook, Whasup, y que además se alimenta de información por allí; mejor dicho, todo aquel imbécil que se mantiene comunicado por Instagram, Tuiter, Facebook, Whasup, no debió dormir en toda la noche del miércoles, toda vez que las redes habían declarado una guerra civil con huida presidencial y todo. A la una de la mañana, en pleno sueño, recibo la llamada de una hermana que vive en otro país para preguntarme si había muchos muertos. "Muertos de la pea de tanto alcohol" alcancé a responderle, para no ser grosero ni desconsiderado.
En realidad hubo lo de siempre, con un nivel de vandalismo más acentuado y un nivel de agresividad sustentado en el pago semanal de los terroristas, que de no recibirlo, se ponen peor. Todos cobran entre 20 mil, 50 mil, 80 mil, 200 mil y 300 mil semanal, dependiendo de la capacidad de destruir, de maltratar y de los cargos que ostenten. Ese miércoles lo único en todo el país que sobrepasó los extremos, ya sobrepasados, fue que los terroristas mataron a un panadero en la parroquia El Valle en Caracas y al entrar por un boquete se electrocutaron. Y así fue, murieron ocho, jóvenes envenenados en la mente que pudieron dar mucho a su país. Sus jefes enviaron a la muerte al profesional que pudo haber sido. Los hechos mataron al terrorista que fue. Por lo demás, Maduro estaba en Miraflores, seguramente monitoreando los acontecimientos, Cilia acompañándolo o durmiendo y todo el mundo haciendo las cosas que le corresponden. Yo por lo menos, a la una y media de la mañana apagué el teléfono y me dormí. Cuando abrí los ojos a las seis de la mañana, me di cuenta que teníamos el mismo presidente
Y ese acoso mediático tan desproporcionado no es casual. En Venezuela se intenta prender la pradera con una chispa, claro está luego de la presión que se ejerce desde afuera en un jueguito macabro. Por ello no sorprende la cínica declaración de Juan Manuel Santos sobre su preocupación del militarismo en Venezuela. Un hombre que fue no solo el Ministro de la Defensa de Uribe (el señor de las sombras) sino auspiciante del militarismo en Colombia: pero además hablar de la militarización en Venezuela cuando en Colombia hay siete bases estadounidenses y además planean asesinar a todo el liderazgo de las Farc una vez disminuya la emoción por la firma de la paz con esa organización. Un país sumido en la putrefacción, donde venden todo, donde se están robando las donaciones de las víctimas de las vaguadas, vaguadas generadas por la depredación ecológica de las trasnacionales. Donaciones venidas de todas partes del mundo. Con el dinero recaudado, cercano a los 50 millones de dólares, ya hubieran reconstruido todas las viviendas que se perdieron, pero el pillaje oficial es de antología. Por ello no tengo ninguna duda de que esa declaración de Santos contra Venezuela es la compra del ingreso de Colombia a la Otan. Sería el primer país de la región que entra a esa organización que por cierto no tiene nada que ver con la paz. Más rastrero no se puede ser.
Acaso es una casualidad la declaración de la canciller María Ángela Holguín. Una mujer aventajada en las lides diplomáticas, capaz de un desafuero de esa naturaleza contra Venezuela, mentira además. Eso no es gratis, y forma parte de la cartilla.
Y eso no está desconectado del terrorismo desatado en la populosa parroquia El Valle, en donde la misma gente asegura que eran malandros y vándalos dirigidos por varios pranes. ¿Hubo protesta? No, saqueo, sí. O el ya sonado caso del asesinato de un panadero y que al intentar los terroristas entrar por un boquete, ocho de ellos se electrocutaron, incluyendo un niño de doce años. Y más grave aún fue la barbarie de desatada contra un hospital infantil donde había 59 niños, de los cuales 7 aún se encuentran graves. ¿Esa es una protesta contra el gobierno? No. ¿Están destruyendo un bien que les pertenece? Si. Porque ni Maduro ni nadie del gobierno envía a sus nietos allí. Eso le pertenece a esa comunidad. ¿Qué hubieran dicho si algún niño de esos hubiera muerto? Cuál es el razonamiento político para hacer una cosa como esa. Aunque a decir verdad, yo creo que fueron los niños los que atacaron a esos pacíficos manifestantes.
¿Ese terror no se les parece a lo hecho contra niños sirios, o palestinos, o libios o libaneses? ¿Hay alguien capaz de decir que eso se corresponde con una protesta en contra del gobierno? ¿Quién asume esa responsabilidad, la de haberlos enviados a cometer esas fechorías?
De eso se trata el terrorismo, cometen fechorías de ese tipo y luego inundan las redes sociales con mentiras sobre los acontecimientos en tal o cual lugar del país. Cuando escribo esta columna, recibo la noticia de la muerte de Almelina Carrillo, quien tenía una fractura craneoencefálica producto de un botellazo. Y por fuera poco me informan del asesinato de Jacqueline Ortega, dirigente vecinal de Valles del Tuy y de Esmin Ramírez, dirigente sindical que estaba secuestrado. Que algún dirigente de la MUD me diga si esto no es terrorismo, o si piensan que por allí van a resolver los problemas.
Pero además, hay un ensañamiento contra todo lo que se ha construido a lo largo de estos años. Que de paso, son estructuras y organismos que cumplen una función. Cómo destruyen un metro que ellos mismos utilizan, pregunto yo. Imagino, por lo que están haciendo, que lo eliminarán si alguna vez el gobierno llega a caer. Freddy Guevara fumará un tabaco de marihuana mientras dicta órdenes desde el Ministerio del Interior.
Y dentro de esa guerra mediática aparecen los simbolismos y los intentos por analogizar hechos históricos con los montajes que ahora están haciendo, como la foto de la mujer frente a la tanqueta de la Guardia o el tipo desnudo que se montó en una tanqueta. Con ello crean la sensación de víctimas y el efecto que produce en las personas las fotos de héroes que se enfrentan a la dictadura. Es la campaña mediática de terror más impresionante que yo haya conocido en mi vida de periodista, que es por cierto bastante larga.
He dicho muchas veces que un gobierno, cualquiera que sea, tiene miles de recursos para no salir del poder tan fácilmente, mucho menos si cuenta con los poderes públicos de su lado y un muy alto porcentaje de la población. Hay casos recientes como los de Bolivia y Ecuador, donde a pesar de las barbaries que desataron no pudieron acabar con Morales y Correa. Por cierto, Correa acaba de volver a ganar las elecciones por mampuesto, porque Lenin era su candidato.
¿Por qué piensa la oposición que con esa marchita, podía derrotar a un poderoso movimiento político como el chavismo? Esa movilización del chavismo fue una demostración de poder y razones para entender que a pesar de la arrechera de la gente por no conseguir los productos de su cotidianidad, se niegan a la violencia como salida para el país que es lo único que están ofreciendo.
Una cosa más, al igual que Chávez, Maduro le tiene miedo a la reacción del pueblo y no ha permitido que se exprese. Lo tiene con un muro de contención, incluso con amenazas directas a aquellos líderes populares que se atrevan a enfrentar a terroristas. Y digo siempre la vieja frase "Rondón no ha peleado". Por años la usé en mi programa de radio. Rondón en la calle sería una especie de tren sin freno que no podría ser controlado por nadie. Por eso Maduro y el Psuv se niegan a que salgan a la calle. Y esta oposición, debería tener claro que para esa marcha fue quizás un tercio del chavismo. Imagine si hubiera ido todo.
No entender eso, seguir apostando a la violencia como salida política, es la mayor expresión de la torpeza. Pero al fin y al cabo, sabemos que es una receta y que la seguirán aplicando en tanto las instituciones del Estado como la Fiscalía General de la República, sea tan blandengue que agarran a un francotirador hoy y lo sueltan mañana. Amanecerá y veremos.
Caminito de hormigas…
Esta columna aplaude el comienzo del Diplomado en Ecología Política, que debatirá sobre Las distopías del siglo XX. Modernidad, fascismo y socialismo. El agua y su producción natural. Alimentación. Cadenas productivas ecológicas, agrícolas y pecuarias. Escalas productivas intermedias. Residuos sólidos. Desechos valor. Energía. Fósil: Petróleo, gas. Hidráulica. Nuclear. Minería. Apropiación de los espacios comunes de vida. Artesanía. Textiles. Confección. El mismo fue organizado por los investigadores Jaime Carrillo, Freddy Bello y Eduardo Ortunio. Allí deberían estar inscritos muchos camaradas que ignoran su condición de depredadores… La banda delictiva del Consejo Comunal del sector 9 de Lomas de Funval, chantajea los beneficiarios de las cajas Clap y los obliga a depositar 10.700 cuando lo legal es 10.000. Además, lo cierto es que los obligaron a depositar el martes 17 y a la fecha no les han entregado la caja. Y por cierto, ese dinero es depositado a una cuenta personal. Delincuencia pura y cristalina. Multiplique 700 por 300 familias y verá. Además, están cobrando 300 bolos por sacar el carnet de la patria. Tremendo negocio.