Cada día es más evidente que el “sueño americano” no es más que eso: un sueño, que para muchos pareciera convertirse en una terrible pesadilla de pobreza y desigualdad.
Lo cierto es que en el “país de las oportunidades” más de 31 millones de ciudadanos viven bajo el nivel de pobreza, y de ellos 16 millones viven en condiciones de extrema pobreza, mientras que alrededor de 45 millones de personas no tienen acceso a la salud, de un total aproximado de 280 millones de habitantes. De acuerdo a un artículo publicado por la empresa periodística McClatchy “el número de pobres ‘en extremo’ aumentó un 26 por ciento entre 2000 y 2005".
Alrededor de una de cada tres personas muy pobres tiene menos de 17 años de edad, y casi dos de cada tres son mujeres.
Por otra parte, según la UNICEF, Estados Unidos y México registran las tasas de pobreza infantil más elevadas del mundo, por encima del 20%.
Igualmente, Estados Unidos, entre los principales países capitalistas, es el que tiene la distribución más desigual del ingreso. Realmente no es un país de oportunidades sino de desigualdad creciente, situación que se ha agravado desde el año 2000 con el ascenso de George Bush y los Republicanos al poder.
Según estimaciones de los economistas Thomas Piketty y Emmanuel Sáez, confirmadas por datos de la Oficina de Presupuesto del Congreso, entre 1973 y 2000 el ingreso real promedio del 90 por ciento más bajo de los contribuyentes estadounidenses disminuyó en 7 por ciento, en tanto el del uno por ciento más alto creció 148 por ciento, el del 0.1 por ciento más alto aumentó 343 por ciento y el del 0.01 superior se elevó 599 por ciento. (Esas cifras excluyen las ganancias de capital, así que no son una distorsión generada por la burbuja del mercado de valores.) La distribución del ingreso en Estados Unidos ha vuelto a los niveles de desigualdad de la Era Dorada, antes de la década del 20 del pasado siglo.