Pentágono usará armas nucleares durante "ataques preventivos", según nueva doctrina

WASHINGTON.- Cuatro años después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, mientras el paradero de Osama ben Laden es aún un misterio, el Pentágono propone llevar los “ataques preventivos” a su máxima expresión: en caso de duda y peligro, atacar con armas nucleares a países beligerantes o campos de entrenamiento terrorista.

La propuesta -conocida como la “Doctrina para operaciones nucleares conjuntas”- fue debatida y redactada por el Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos, pero aún no fue refrendada por el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y su equipo, por lo que podría ser modificada.

El documento es explícito y, en rigor, actualiza la estrategia nuclear que deben seguir los Estados Unidos, que había sido revisada por última vez durante la presidencia de Bill Clinton, en 1995, cuando se reiteró el principio nuclear de “no golpear primero”. El nuevo documento revisa la estrategia nuclear al reflejar la “doctrina de ataques preventivos” contra países o grupos que representen una amenaza a los intereses norteamericanos, impulsada por el presidente George W. Bush en 2002. Esta fue la que, precisamente, justificó la invasión de Irak.

“Es necesaria una amplia variedad de capacidades para disuadir a los países de adoptar (…) cursos de acción que amenazarían la seguridad de los Estados Unidos y de sus aliados”, exponen los militares en el documento, disponible incluso en un website del Pentágono y que ayer reveló The Washington Post. “Las fuerzas de los Estados Unidos deben poseer un disuasivo creíble ante potenciales adversarios que tienen acceso a tecnología militar moderna, incluso armas de destrucción masiva, y la decisión de utilizarlas".

El borrador exhorta a los comandantes estadounidenses que operan en distintos lugares del mundo a preparar planes específicos para el uso de armas nucleares en sus regiones, y destaca los escenarios en los cuales sería justificable contar con la aprobación presidencial para un ataque nuclear.

Los militares estadounidenses, con la dirección del jefe del Estado Mayor Conjunto, general Richard Myers, estiman que cerca de 30 países poseen o están en condiciones de acceder a armas nucleares, biológicas o químicas de amplio poder destructivo. Y a ese grupo de 30 naciones se suman "actores no estatales (terroristas), tanto independientes o patrocinados por un Estado adversario".

Por eso, el primer ejemplo citado por el Pentágono para incluir por primera vez el posible uso de armas nucleares como método "preventivo" es contra un potencial enemigo que use "o tenga la intención de usar armas de destrucción masiva" contra los Estados Unidos, contra fuerzas militares multinacionales -por ejemplo, los cascos azules de Naciones Unidas- o contra poblaciones civiles.

El segundo escenario citado para fundamentar la doctrina nuclear preventiva, que sale a la luz dos años después de los plazos previstos para su aprobación, es "un ataque inminente con armas biológicas enemigas que sólo los efectos de armas atómicas puedan destruir con seguridad".

Polémica y cuestionable, la nueva doctrina nuclear aportaría al Departamento de Defensa ciertos beneficios adicionales: fortalecería su poderío en sí, pero también su credibilidad. La idea es simple: todos sabrán que, llegado el caso, utilizará el arsenal atómico sin dudarlo.

"Las fuerzas estadounidenses deben representar un factor creíble de disuasión hacia posibles adversarios que tienen acceso a tecnología militar moderna, incluidas armas de destrucción masiva y los medios para lanzarla", concluyeron los militares.

La doctrina en sí sólo representa la culminación lógica del proceso de readaptación que impulsó Bush tras los ataques terroristas de 2001 en Nueva York y en esta capital. Pero aun así también se contradice con la promesa de esta administración republicana de reducir la amenaza atómica.

El 11 de Septiembre

La doctrina tampoco ahonda en los profundos cambios que semejante ataque producirían en el ya de por sí complejo e inestable equilibrio de poderes y fuerzas internacionales, cuando las divisiones causadas por la guerra en Irak aún siguen en pie.

¿Cómo reaccionarían las otras potencias nucleares ante un ataque de ese tipo? ¿Cuáles serían los efectos humanitarios, biológicos, económicos y políticos? ¿Reduciría o potenciaría la actual amenaza terrorista contra los Estados Unidos?

Por lo pronto, para Hans Kristensen, un experto en armas nucleares del Consejo de Defensa de Recursos Naturales, la nueva doctrina "refleja el impacto de los ataques terroristas del 11 de Septiembre en el pensamiento estratégico de los Estados Unidos, enfocado ahora en todas las amenazas con armas de destrucción masiva, sean de países o actores no estatales".

El documento de 69 páginas circula en estos días por distintas áreas del Departamento de Defensa, donde aún puede ser revisado, pero clarifica de todos modos que, como hasta ahora, "la decisión de emplear armas nucleares a cualquier nivel requiere órdenes explícitas del presidente".

Los refugios de Al-Qaeda

Pero la Casa Blanca está lejos de descartar semejante opción. De hecho, la administración de Bush promueve el desarrollo de armas nucleares capaces de penetrar roca sólida para explotar en búnkeres subterráneos, proyecto que es debatido ahora en el Congreso.

El Pentágono considera que esas armas -conocidas como "penetradores terrestres nucleares robustos" (RNEP, por su sigla en inglés)-, serían ideales para atacar posibles refugios de Al-Qaeda en Afganistán, por ejemplo, o intentar cazar a Osama ben Laden en sus escondites de Tora Bora.

"Lo único que tenemos son enormes armas nucleares, muy grandes y muy sucias", argumentó Rumsfeld en una audiencia ante el comité de fuerzas armadas del Senado, en abril último, en la que abogó por financiamiento para desarrollar los RNEP. "Me parece que estudiar [sus posibilidades] tiene todo el sentido del mundo", afirmó.

Pero quienes se oponen a esa idea desde ambos partidos, como la legisladora demócrata Ellen Tauscher, creen que los beneficios de este tipo de armas son dudosos, porque de todos modos podrían causar radiación en la superficie, matarían a miles de personas y, además, porque podría hacerles más fácil a futuros presidentes de los Estados Unidos autorizar el uso de armas nucleares de este tipo, en lugar de optar por armas convencionales.

Por Hugo Alconada Mon, Corresponsal en EE.UU. de La Nación


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