Cuba: los amagos y embestidas previos a la invasión mercenaria de girón y la evacuación de baracoa

Desde antes y desde entonces siempre ha sido así. Se han regado por el mundo las mayores falsedades y mentiras contra Cuba; pocas las han reconocido, incluyendo planes de asesinatos; y la mayoría quedan secuestradas en los archivos clasificados de seguridad nacional de Estados Unidos.

La referencia de Raúl en su discurso del 4 de abril de 2010 en el sentido de que el próximo año celebraremos la victoria de Girón, en ocasión del cincuenta aniversario de la aplastante derrota de la invasión mercenaria organizada, financiada, pertrechada y dirigida por los Estados Unidos, me incita a compartir algunos recuerdos y a precisar algunas ideas en torno al acontecimiento.

Expresó Raúl en su discurso que “celebraremos estos trascendentales acontecimientos en todos los rincones del país, desde Baracoa donde pretendieron desembarcar un batallón, hasta el extremo occidental de la nación”. Y no es para menos, pues la integridad y la soberanía de todo el país, estuvo amenazada, de mar a mar, de norte a sur y de oriente a occidente. Y la victoria alcanzada en las arenas de Girón en menos de setenta y dos horas, y sellada con la sangre heroica y generosa de nuestros compatriotas, fue el triunfo de todo el pueblo cubano frente al plan tenebroso de la potencia del Norte, que echó por delante a sus marionetas, esta vez reclutadas, uniformadas, pertrechadas y pagadas, que abrirían el paso, para la estocada final, a los tropas yanquis y a las de los títeres latinoamericanos. ¡Lo que vendría después, es mejor ni pensarlo!

En aquellos tiempos se vivía la efervescencia de una revolución que trataba de salir adelante con su obra transformadora y creadora. Estaba en marcha la más trascendente tarea de la época en el campo de la educación, la campaña de alfabetización, por medio de la cual cerca de un millón de personas, hasta entonces olvidadas, aprenderían a leer y a escribir. Estaba en fase de preparación la más trascendente tarea en el campo de la salud pública, la vacunación anti-poliomielítica, que se proponía librar de la parálisis y la muerte a toda la población susceptible en unos cuantos años mediante vacunaciones sucesivas. Estaba en fase incipiente la tarea más importante en el orden militar: la creación de las Milicias Revolucionarias. En fin, el pueblo vivía amenazado por las tormentas del Norte, pero con las ilusiones y esperanzas puestas en lo que se podía hacer con las propias manos, ya libres para acariciar sueños que antes parecieron imposibles de alcanzar.

En la madrugada del 15 de abril, la población de Baracoa vivió una experiencia singular, quizás única entre las ciudades del país, en circunstancias probables de guerra, ya que fue necesario proceder a su evacuación en pocas horas, ante las amenazas reales de que por sus playas se produjera un desembarco masivo.

En medio de una noche oscura, con las luces apagadas, se inició y se produjo, hacia sitios mejor protegidos en las afueras, la evacuación de miles de personas, orientadas y dirigidas por el Ejército Rebelde y las milicias revolucionarias. Fue un espectáculo inolvidable, al estilo de las escenas recreadas por las películas de eventos similares en tiempos de guerra, ver el desfile de cientos y miles de personas a través de todas las calles de la ciudad amenazada, y tener la visión de cómo las personas se comportan y llevan consigo los más variados objetos y animales domésticos, tratando de salvarse y salvar pertenencias esenciales, y conocer las anécdotas de personas que se resisten y pretenden quedarse en sus viviendas, de las dificultades para trasladar a personas enfermas y minusválidas, etc.

Mientras estos hechos sucedían en la ciudad que preparaba su defensa, en el horizonte oscuro del mar, justo frente a la ciudad, se podía contemplar otra ciudad flotante iluminada, integrada vaya Ud. a saber por cuantos buques, que parecían desafiar y acechar a la ciudad que se pertrechaba en su oscuridad. Y para darle mayor dramatismo a la escena, aviones desconocidos, amigos o enemigos, sobrevolaban a oscuras los cielos de la ciudad. Aquella flota amenazante se mantenía allá, a lo lejos, amagando o esperando la orden de desembarco y ataque. La estrategia era la misma: engañar, distraer fuerzas, calcular opciones de agresiones dentro de un plan general preestablecido.

Mientras tanto, dentro y fuera de la ciudad, se preparaba la defensa con todos los medios posibles, algunos llegados al territorio en fecha reciente. Cientos de soldados rebeldes y milicianos recorrían el malecón, las playas y arrecifes a lo largo de decenas de kilómetros, penetrando con su vigilancia el medio marítimo hosco a aquellas horas. Así transcurrieron las horas tensas aquella madrugada hasta el amanecer en la ciudad de Baracoa, momento en que se tuvo la certeza que se había abortado el peligro inminente gracias a la persuasión de la defensa, y tal vez a otros factores, incluyendo la cobardía o el realismo del presunto jefe invasor para aquella zona

Ya en la mañana oímos la noticia sobre la agresión real. Al amanecer, se habían producido bombardeos por aviones enemigos procedentes del extranjero de los aeropuertos de Ciudad Libertad y San Antonio de los Baños en La Habana y Antonio Maceo en Santiago de Cuba, con víctimas mortales y heridos.

La noticia propalada por los medios de prensa de todo el mundo fue rica en matices de falsedades, tal como ahora ocurre en nuestros días. Informaron que fueron aviones tripulados por pilotos desertores de las fuerzas aéreas revolucionarias los que habían producido tales ataques. El “ilustre” representante de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Adlai Stevenson, enseñando la foto de uno de los aviones que había aterrizado en Cayo Hueso, territorio norteamericano, ofrecía los detalles de las supuestas deserciones de los pilotos y mostraba la insignia cubana inscripta en el fuselaje de dicho avión.

Fue necesario esperar, esta vez pocos días, para que la colosal mentira se derrumbara a pesar del escarceo mediático que inundaba el mundo. Habían planificado la destrucción de la flota aérea revolucionaria con aviones y pilotos procedentes de Puerto Cabezas, Nicaragua; tuvieron la felonía de pintarlos con las insignias de la aviación cubana como enmascaramiento de guerra; el bombardeo a los aeropuertos era la primera escaramuza de la agresión principal que se planificó para ser llevada a cabo por Bahía de Cochinos.

Fue necesario esperar que se consumara la aplastante derrota de Girón para que el propio presidente Kennedy confesara la participación de los Estados Unidos en la invasión mercenaria, asumiera la responsabilidad y padrinazgo de la aventura fallida, reconociera con pesar que toda la falsedad de la propaganda que el mundo había conocido a través de la prensa durante aquellos días, había sido un invento calculado como parte de la operación encubierta de la invasión prohijada por su gobierno.

Pero aquel episodio bélico contra Cuba, le costó al país cerca de dos centenares de vidas y cientos de heridos, y daños materiales considerables. Los prisioneros que participaron en aquella invasión traicionera, más de un millar, y salidos también desde Puerto Cabezas, fueron respetados en su integridad física y dignidad humana, y fueron devueltos en 1962 a su país de origen, los Estados Unidos, como chatarra moral de un ejército mercenario que había sido bautizado como brigada 2506, previo pago de una indemnización al pueblo cubano por parte del gobierno de de aquel país.

Desde antes y desde entonces siempre ha sido así. Se han regado por el mundo las mayores falsedades y mentiras contra Cuba, pocas las han reconocido, incluyendo planes de asesinatos; la mayoría quedan secuestradas en los archivos clasificados de seguridad nacional de Estados Unidos. Y siempre, a lo largo de estos años, hemos seguido perdiendo vidas, padeciendo sus agresiones de distinta naturaleza y sufriendo el acoso más criminal.

Y a pesar de tantas falsedades y mentiras propaladas sobre Cuba durante más de cincuenta años, y de tantos sufrimientos infligidos al pueblo cubano, es tanta la inmundicia con la que han atiborrado las conciencias de millones de personas, que aún encuentran papanatas que creen o se hacen eco de cuantas se les ocurre inventar para vengarse de la isla rebelde, que fue capaz de defender cada palmo de tierra, a costa de las vidas heroicas y generosas de su pueblo, en aquella época de desafío histórico en que se había proclamado el carácter socialista de la revolución, justo en el instante en que los invasores se alistaban para poner sus botas sobre el suelo sagrado de la patria .

Pero esa vez la historia tuvo un desenlace diferente. El golpe artero y demoledor terminó en una derrota aplastante para los enemigos de la Revolución Cubana. Y fue posible inscribir la victoria de Playa Girón como la primera derrota del imperialismo en América. ¿No creen que existen motivos suficientes para celebrar este aniversario?

wilkie.delgado@sierra.scu.sld.cu


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Wilkie Delgado Correa


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