En este momento tan adverso para el pueblo haitiano, cuando la humanidad entera debería tener presente la enorme deuda que tiene con Haití, no sólo deberíamos recordar la épica que hizo posible la única revolución antiesclavista exitosa que registra la historia. También vale la pena rememorar al más importante de sus intelectuales, al de mayor trascendencia dentro del período que abarca los intentos de construcción y consolidación de un Estado independiente negro en las dos primeras décadas del siglo XIX.
Desde hace mucho es un lugar común llamar a Toussaint el “Espartaco negro” y también pudiera decirse que se ha convertido en cliché catalogar de “jacobinos negros” a los líderes de la revolución iniciada, en la antigua colonia francesa de Saint Domingue, en 1791. Me amparo en esa tradición de lugares comunes (a pesar de todo lo que puede criticársele por eurocentrista) para ponerle título a estas notas y tratar de captar la atención del lector sobre el Barón de Vastey, verdadero Maquiavelo de la revolución haitiana.
A semejanza del célebre florentino, Vastey fue consejero de príncipes: principalísimo asesor del Rey Christophe, preceptor del heredero al trono y el más importante apologista de la monarquía negra a través de sus escritos. No es muy difícil imaginarlo en el magnífico palacio de Sans Souci (sobre éste hay un extraordinario ensayo de Michel Trouillot) o en la monumental fortaleza de La Citadelle La Laferrière, acompañando al Rey negro en actos oficiales o aconsejando al monarca sobre algún tema de política doméstica o exterior, entregando informes o, simplemente, elaborando argumentos para la defensa, como incansable panfletista, del anticolonialismo y el antiesclavismo proclamados por el Reino del Norte. En uno de sus ensayos encontramos este comentario, pleno de orgullo afrocentrista avant la lettre, sobre la obra de Christophe:
“Este año (1819) hemos sido testigos de la finalización del palacio de Sans Souci y de la iglesia del Rey en ese poblado. Estas dos estructuras, erigidas por descendientes de africanos, muestran que no hemos perdido el gusto arquitectural y el genio de nuestros ancestros, quienes cubrieron Etiopía, Egipto, Cartago y la antigua España con sus soberbios monumentos”.
Otro rasgo definitorio de la obra del Barón de Vastey es su carácter anticolonial. Dicho anticolonialismo se encuentra en diversos pasajes en los que evoca el pasado indígena de la isla para cuestionar el carácter genocida y destructor del colonialismo:
“¡Oh suelo de mi país! ¿Habrá algún otro cuyos infelices habitantes hayan experimentado un mayor infortunio? Dondequiera que camino y poso la mirada, veo fragmentos de cerámica, vasijas, herramientas, cuyas formas testimonian la infancia del arte…y en las cuevas de las montañas esqueletos completos…restos que evidencian la existencia de un pueblo que ya no existe más…” (Citado por Geggus, 217)
Se trata de un elemento discursivo enlazado con un tópico que apareció, más temprano, en el discurso de Dessalines al proclamarse éste último “Vengador de América”, tras el triunfo de la revolución.
La defensa de la revolución haitiana y la apología de África gobiernan la obra de este Maquiavelo negro. De Vastey fue un formidable polemista y, sin duda, sus ideas merecen ser comparadas, por ejemplo, con lo que conocemos del afrocubano José Antonio Aponte y su “libro de pinturas”. Dicho libro era una historia de la raza negra, contada en imágenes, con la que Aponte, posiblemente, trató de legitimar una conspiración, inspirada en la revolución haitiana, en la Cuba de 1812. Se trata de un capítulo, todavía por escribirse, de los imaginarios de dicha revolución en el Caribe de la época.
Consideremos, rápidamente, las observaciones que De Vastey, dentro de su polémica con Mazères (un apologista de la esclavitud), hace en relación con la representaciones visuales de tipo religioso en el Haití de Christophe: “Nuestros pintores haitianos representan a Dios y a los ángeles como negros, mientras representan a los demonios como blancos” (Vastey, 1816, 26). ¿No se trata, acaso, de representaciones cuyo desafío al orden simbólico de la esclavitud y del racismo pudo haber llegado a los ojos u oídos de Aponte a través de los canales de comunicación que Julius Scott denominó como “the common wind”, es decir, la vasta red de marineros, piratas, conspiradores y fugitivos que transmitía, por todo el Caribe de principios del XIX, noticias y rumores sobre la revolución haitiana?
La cita anterior, sobre los pintores haitianos, proviene de uno de los panfletos de De Vastey en el que la defensa noiriste de la revolución haitiana y de África se superponen. Se trata de sus Réflexions sur une lettre de Mazères. En dicho folleto y en Le Système Colonial Dévoilé, publicado sólo dos años después del juicio y ejecución de Aponte, encontramos ideas análogas a algunas que podrían inferirse de la lectura de las actas del juicio en las que el afrocubano describe su “libro de pinturas”.
Citando el Génesis (a favor del monogenismo), Esopo y Virgilio, Abisinia y Egipto, la destrucción de la Biblioteca de Alejandría, las crónicas del Inca Garcilaso de La Vega, los aztecas, Cartago, Tebas, Memphis y Babilonia, Sócrates y Séneca, junto con imágenes de “El paraíso perdido” de Milton, De Vastey sostiene que el origen del hombre es africano y que África ha sido el punto de partida de todas las grandes civilizaciones. Paralelamente –y utilizando un argumento similar al del Walter Rodney, siglo y medio antes- el Barón plantea que el tráfico esclavista ha “subdesarrollado” a África. Cierto tipo de historicismo, fundado en el relato del auge y caída de los imperios, de las guerras y conquistas de la antigüedad, es usado por Vastey como arma antirracista, mostrando que, durante la época de las grandes civilizaciones africanas del pasado, los europeos se encontraban en un estado de abyecta “barbarie”. Dicho historicismo antirracista –en este caso ligado a la ideología del Estado de Christophe- adquiere gran potencialidad política, dentro del contexto de finales del XVIII y principios del XIX. Véase, en este sentido, la siguiente observación de David Nicholls, gran divulgador de la obra de De Vastey:
…en un pasaje profético Vastey señalaba a Haití como el primer fruto de una gran revolución anticolonial en la cual: “Quinientos millones de hombres, negros, amarillos y mulatos, regados por toda la superficie de la tierra, reclaman los derechos y privilegios que recibieron de manos del Creador de la naturaleza (45).
Al leer frases como la anterior, uno siente que se encuentra ante un igual de Frantz Fanón. Sólo que se trata de un pensador anticolonial que vivió ciento cincuenta años antes de la publicación de Los condenados de la tierra.
Todo esto permite, en mi opinión, comparar a De Vastey con José Antonio Aponte y su “libro de pinturas”. Con la diferencia, esencial, de que uno era un hombre de Estado mientras que el otro trató de subvertir un Estado colonial. Y es, precisamente, esta dimensión de hombre de Estado la que se manifiesta en todos los escritos de De Vastey, de manera especial en su libro Essai sur les causes de la révolution et des guerres civiles d’Hayti, de 1819.
Este último es una larga fundamentación del reinado de Christophe que pudiera considerarse como una suerte de “espejo de príncipes” anticolonial, parafraseando la tradición de libros de consejos a los monarcas que alcanza su más alta expresión en Maquiavelo. El carácter “maquiavélico” del Barón, en el sentido más convencional del término, es, por cierto, uno de los rasgos que siempre trataron de enfatizar sus detractores. Léase, por ejemplo, lo sostenido por un enviado de Inglaterra que conoció, directamente, al Barón:
“Su ferocidad, duplicidad y crueldad lo hacía, a la vez, despreciable y odioso. Engañaba siempre que se le ofrecía una oportunidad y, posteriormente, se jactaba de su deshonestidad. El odio que albergaba hacia los blancos de todas las naciones lo convertía, a veces, en objeto de terror. Miraba a los blancos con el más profundo aborrecimiento y se regocijaba en hacerles las más gratuitas injurias. Y en una ocasión se le escuchó declarar, calmadamente, que si se le permitiera seguir sus propios deseos, masacraría a cada hombre blanco que se encontrase en la isla” (citado por Nicholls, p. 43).
No debe olvidarse que lo anterior proviene de un agente inglés con intereses muy distintos a los de De Vastey. En todo caso, más allá de lo anecdótico, donde puede encontrarse el verdadero maquiavelismo del Barón es en su teorización de los orígenes del Reino del Norte y su mirada sobre las guerras civiles que siguieron al asesinato de Dessalines, en 1806.
En su ya citado Essai sur les causes de la révolution et des guerres civiles d’Hayti, De Vastey atribuye el asesinato de Dessalines a Petion, el líder mulato, mientras que representa a Christophe como el legítimo heredero de Jean Jacques. Un extremo dualismo recorre todo este libro de De Vasey, puesto que, mientras Christophe es encarnación de todas las virtudes, Petion, a su vez, lo es de todos los vicios. El rey del Norte emerge como la única figura, de acuerdo con su apologista, capaz de unificar al país, dividido en la República mulata del Sur y el Reino negro del Norte, neutralizando la posibilidad, siempre presente, de un retorno a la guerra civil, alentada esta última por los ex dueños de esclavos desde Francia.
Al recorrer las páginas de este tratado sobre las guerras civiles haitianas y la fundación del Estado liderado por Christophe, pudiera resultar útil recordar un concepto elaborado por Althusser, a propósito de Maquiavelo, para referirse a los orígenes del Estado moderno. Althusser habla de una “acumulación política originaria”, la cual pudiera utilizarse, comparativamente, para analizar los procesos que trata de recoger el Barón de Vastey en su ya mencionado libro:
“Yo iría tan lejos como sugerir que Maquiavelo quizá es uno de los pocos testigos de lo que llamaré acumulación política primitiva, uno de los pocos teóricos de los comienzos del Estado nacional. En lugar de decir que el Estado nace de la ley y de la naturaleza, él nos dice cómo un Estado debe nacer si quiere permanecer y ser lo suficientemente fuerte para convertirse en el Estado de una nación” (Althusser, 125, traducción nuestra)
Una acumulación política originaria anticolonial y antiesclavista, cuando se trata de dar cuenta de los orígenes del Estado creado por Christophe. Al mismo tiempo cabe destacar, para concluir este breve homenaje a la memoria de De Vastey, que su obra de teórico del Estado nacional haitiano se produjo en un período “post-thermidoriano”, indicando con esto que, tras la derrota del proyecto jacobino en Francia, se abrió una etapa de restauracionismo monárquico en toda Europa.
En este momento de tanta adversidad para el pueblo haitiano, recordemos, por tanto, a su “Maquiavelo negro” quien, con todas sus contradicciones, intentó legitimar un Estado antiesclavista y anticolonial enfrentando, con enorme coraje, las más grandes adversidades.
Bibliografía
Althusser, Louis: Machiavelli and us. Verso, 1999.
Dubois, Laurent: Avengers of the New World : the story of the Haitian Revolution. Harvard University Press, 2004.
Geggus, David: Haitian revolutionary studies. Indiana University Press, 2002.
Nicholls, David: From Dessalines to Duvalier. Rutgers University Press, 1996.
Trouillot, Michel-Rolph: Silencing the past: power and the production of history. Beacon Press, 1995.
Vastey, Baron de: Réflexions sur une lettre de Mazères : ex-colon français, adressée à M. J.C.L. Sismonde de Sismondi, sur les noirs et les blancs, la civilisation de l'Afrique, le royaume d'Hayti, etc. (1816)
Le Système Colonial Dévoilé. Cap Henry, 1814.
Essai sur les Causes de la Révolution et des Guerres Civiles en Haïti, 1819.
[*] Embajador de Venezuela ante el Estado de Qatar
hernandezgarciajuan@yahoo.com