Washington promueve escenario de conflicto en Suramérica

Desde hace unos años atrás, el gobierno de Estados Unidos ha estado buscando la manera de promover un conflicto entre los países suramericanos para contrarrestar los esfuerzos, liderados por Venezuela, de la integración latinoamericana y la verdadera independencia del continente sureño del imperio del norte. Sin embargo, sus intentos bélicos no han encontrado brazos receptivos en la región - hasta hace pocos meses. A partir del primero de marzo, cuando el gobierno colombiano realizó una invasión no autorizada en territorio ecuatoriano y masacraron en sangre fría las personas presentes en el campamento de Raúl Reyes – a pesar de incluir un grupo de estudiantes mexicanos – el gobierno de Álvaro Uribe mostró su receptividad a la estrategia imperial de Guerra Regional.

Desde ese momento, hemos visto incidente tras incidente que busca provocar una reacción hostil de los vecinos del país neogranadino. Un día cruzan la frontera venezolana soldados colombianos, otro día mienten sobre fotos o documentos supuestamente obtenidos de computadoras no autenticadas que vinculan a Ecuador o Venezuela con el terrorismo y con la desestabilización. Otro día anuncia Álvaro Uribe su disposición de hospedar la base militar de EEUU, actualmente en Manta, Ecuador, en territorio colombiano, a pesar de que ya Colombia mantiene tres bases militares estadounidenses dentro de sus fronteras más múltiples comandos militares operativos por toda la frontera con Venezuela y la costa caribeña. Luego, Uribe se reúne con el gobernador del estado Zulia, Manuel Rosales, conocido opositor a las políticas revolucionarias, y expresa su deseo de estrechar las relaciones entre Zulia y Colombia, como si Zulia fuera una nación distinta a Venezuela con su propia política exterior.

Después, el avión militar estadounidense, el Viking S-3, sale de la base de EEUU en el aeropuerto internacional Hato en Curazao y llega hasta la isla la Orchila “por error de navegación”, cosa que no lo cree nadie, ni siquiera los escuálidos. Ojo, esta vez fue que detectaron el avión estadounidense realizando sus acciones de espionaje, no es que fue la primera vez, ni será la última.

El anuncio del Pentágono que afirma la reactivación de la Cuarta Flota de la Armada estadounidense es una muestra más de que Washington busca traer su guerra a nuestra América. Durante dos años han estado reforzando y equipando sus bases militares en la región, más que todo en la zona caribeña – Curazao, República Dominicana, Colombia – y construyendo una nueva en Paraguay, cerca de la frontera con Bolivia y las reservas de agua más grandes del continente. No ha otro país en el hemisferio que mantiene tanta presencia militar en casí todos los países de la región, y ahora, estan aumentando esta presencia para asegurar una permanencia bélica de Washington en las Américas. No se puede ver la presencia de la Cuarta Flota, más todas sus bases militares en la región y la ocupación militar del territorio colombiano como algo distinto que una amenaza a la paz regional y la soberanía de nuestros pueblos.

Y ahora, están consolidando la estrategia separatista y secesionista en Bolivia, con las consultas separatistas en los departamentos de Beni y Pando, que aunque ilegales e ilegítimas, serán utilizadas, junto con el referéndum que tomó lugar el 4 de mayo pasado en Santa Cruz, como una plataforma para dividir Bolivia en pedazos. Luego, las fuerzas imperiales buscarán llevar estos planes a Venezuela y a Ecuador, donde ya hace unos años sembraron las semillas separatistas en las zonas de Zulia y Guayaquil. El Presidente Chávez ha estado denunciando en estos días que ese plan secsionista esta expandiendo fuera de Zulia para incluir también los estados de Táchira, Apure y Mérida, para crear una especia de “media luna” venezolana. Todo esto va en línea con el Plan Balboa, elaborado en el año 2001 como un ejercicio militar de invasión a Venezuela y ocupación de la región fronteriza con Colombia (que incluye Zulia, Táchira y Apure) y parte del estado Falcón, para poder controlar la industria petrolera y proteger el suministro de energia a EEUU. Parte de la justificación de la invasión a territorio venezolano en el Plan Balboa era para asegurar la integridad del país vecino, Colombia, y frenar la influencia de un “líder rebelde, izquierdista” que se asociaba con “grupos terroristas.” Siete años después, vemos como Washington ha ido preparando el escenario para activar el Plan Balboa en la vida real.

El encargado de la política de Washington hacia América Latina en este momento nos da indicación de hasta que punto podrían llevar esta estrategia de conflicto regional. El Sr. John Negroponte, actual Subsecretario de Estado, segundo a Condoleezza Rice, es quien ha asumido el papel de reorientar la política de EEUU en el hemisferio. El domingo 1 de junio, se reunió con el Presidente colombiano Álvaro Uribe en Medellín, en preparación para la reunión de la Organización de Estados Americanos que tomará lugar en esa ciudad del 1 al 3 de junio. Negroponte también hizo aparición hace poco en la sede de la OEA en Washington durante el debate que hubo sobre la violación territorial de Colombia a Ecuador. Aunque sus presiones y tácticas mafiosas no lograron una resolución favorable a los intereses de Washington, sí impidieron una condena y un rechazo contundente del organismo multilateral a su estado cliente, Colombia.

Negroponte es un hombre de guerra. Dirigió gran parte de la guerra sucia en Centroamérica durante los años ochenta cuando se desempeñaba como el embajador de EEUU en Honduras. Durante la estancia de Negroponte en Honduras, la asistencia militar de EEUU a este país pasó de $3,9 millones a $77,4 millones anualmente. En 1994, la Comisión Hondureña para los Derechos Humanos determinó la desaparición y tortura de al menos 184 opositores políticos. También acusó específicamente a Negroponte por violación de los derechos humanos. Además, Negroponte estuvo involucrado en el financiamiento y armamento de la Contra en Nicaragua, que eran mejor conocidos como escuadrones de muerte y asesinos. Fue uno de los implicados en el caso Iran-Contra, acusado por el Congreso de EEUU de haber participado en la venta de armamento a Irán para continuar financiando la Contra en Nicaragua.

Años después, Negroponte apareció como Embajador de EEUU en México justamente durante el lanzamiento de los Zapatistas. Se dice que coordinó la participación de los servicios de inteligencia estadounidense en la guerra contra los Zapatistas en Chiapas. Su papel como Embajador de EEUU ante las Naciones Unidas fue clave para justificar la guerra preventiva contra Afganistán e Irak. Luego, fue nombrado Embajador de Estados Unidos en Irak, logrando aumentar la capacidad de la embajada estadounidense en ese país y la cantidad de contratistas privadas, como Blackwater, operando en Irak con contratos multimillionarios con el Departamento de Estado y el Pentágono para prestarles “servicios” de seguridad. En el 2005, fue nombrado Director Nacional de Inteligencia de EEUU, responsable por toda la comunidad de inteligencia, de lo militar a lo civil, y incrementó en un 50% la presencia de la CIA en América Latina. También creyó a la Misión Especial de la CIA para Venezuela y Cuba, una nueva entidad que cuenta con un equipo de especialistas en inteligencia y espionaje dedicado a “recolectar información de inteligencia” y “preparar y ejecutar estratégias” para contrarrestar la influencia de Venezuela en el hemisferio y debilitar su relación con Cuba. Negroponte declaró a Venezuela y al Presidente Chávez como la “amenaza más grave a los intereses estadounidenses en la región” en febrero 2006. Ha sido responsable en gran parte por la política hostíl que mantiene Washington hacia Venezuela y sus aliados en el hemisferio. A partir del 2007, Negroponte se incorporó en el Departamento de Estado como el segundo más poderoso de la cancillería estadounidense, y desde entonces, la relación entre Venezuela y EEUU ha deteriorado aún más.

La combinación de factores: Negroponte de nuevo dirigiendo la política imperial en éste hemisferio; la Cuarta Flota de la Armada de EEUU activada en América Latina; la entrega de Colombia por parte del gobierno de Álvaro Uribe a las fuerzas militares estadounidenses y su posición abiertamente agresiva hacia sus vecinos; el lanzamiento de los movimientos separatistas en Bolivia, Ecuador y Venezuela que buscan dividir y desestabilizar nuestros procesos de avance social; y el incremento de las bases militares estadounidenses por toda la región, indica que Washington busca activamente un conflicto armado en América Latina. Venezuela y sus aliados tienen que buscar la manera de no caer en las provocaciones de Washington.

Debemos promover la paz, pero siempre con la preparación necesaria para defenderla.

evagolinger@hotmail.com


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Eva Golinger


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