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La Pérfida Albión, como la llamó Napoleón Bonaparte, hace honor a su tradición de piratería histórica, apoderándose al margen del Derecho Internacional de los recursos de otras naciones. Evidenciando que moralmente se han mantenido en los Siglos XVI y XVII, donde sus piratas, hombres de baja calaña, asolaron mares y con la anuencia real, que les otorgó Patente de Corso, colonizaron a sangre y fuego, esclavizaron, se apoderaron de territorios, dividieron naciones, traficaron con drogas y robaron descaradamente.
Jesús Sotillo Bolívar. Profesor de la UCV
Muy poco hace la Monarquía y el gobierno de la Gran Bretaña para resarcirse moralmente ante el orbe por las tropelías de su imperio contra naciones que sometió a la explotación, la servidumbre y la esclavitud, por el contrario sus ínfulas imperiales permanecen en carne viva y sacan sus garras cuando lo consideran oportuno para continuar asumiendo conductas que le generan odio, rechazo, pero para que en su arrogancia no lo perciben o poco les importa.
Si realizamos una breve retrospectiva de su historia, observamos como el otrora poderoso Imperio Británico, azotó con su flota imperial a medio mundo. Robando y saqueando a las naciones, apoderándose por la fuerza de los recursos naturales de cualquier país, con sus piratas, que tenían Patente de Corzo, para robar, matar y llevarse cuanto recurso energético encontraban para la monarquía, que los recibía con los brazos abiertos y los financiaba para tales fines.
Sus cañoneras y piratas delincuentes asolaban el planeta desde el Caribe hasta Asia, buscaban cualquier recurso, azúcar, especies, guamo y hasta llegaron a monopolizar el cultivo de drogas (Opio), a través de la Compañía de la Indias Orientales, en una búsqueda desesperada de los recursos naturales para consolidarse como potencia comercial e impulsar su industrialización a costa del sufrimiento de los pueblos sometidos.
Su afán de dominio mundial los llevó a fomentar la esclavitud e incluso hacerle también rapiña a otras potencias de la época como España, Portugal, Holanda, Francia. Dominio incontenible que también imponía criterios religiosos y racistas. Sólo la templanza de un hombre como Mahatma Gandhi, pacifista, pero convencido de la independencia de la India, pudo concitar simpatía mundial que luego se concretó en la lucha de todo un pueblo por su independencia y pudo salir del dominio de la Gran Bretaña, que había esclavizado al pueblo hindú.
En la rebatiña por el dominio planetario, lograron superar a holandeses y portugueses, para meter sus garras sangrientas en Sudáfrica, donde instauraron un régimen de terror, esclavitud y segregación, además del saqueo de recursos naturales, avaricia, que es constante en la conducta británica cuando interviene a otras naciones. Pero aquí también les salió un chichón y la templanza y dignidad de un hombre como Nelson Mandela, Madila, para sus millones de seguidores, dieron al traste con su dominio, lográndose la independencia y a regañadientes, aceptar la voluntad de un pueblo que eligió a Mandela como Presidente, luego de aproximadamente 30 años de prisión, aislado de su familia y de todo contacto humano.
La China no escapó de las garras sangrientas y sedientas de recursos ajenos del coloniaje británico. Allí además de apoderarse del Té y comercializarlo a su antojo, impusieron el cultivo y consumo del Opio a sus pobladores. Reportan investigaciones sobre el tema que la Compañía de las Indias Orientales, instrumento de la colonización, generaba a la sazón ingresos a la Corona, superiores al 30 por ciento de sus entradas totales. Un verdadero negocio, que según algunos investigadores norteamericanos, a la chita callando, Inglaterra continua, entre bastidores, utilizando. , dominio colonial que se mantuvo por doscientos años, hasta que el
Allí produjeron dos guerras, conocidas en la historia como "Las Guerras del Opio", para imponer al pueblo chino el consumo y la comercialización de esa droga. Fueron tan pérfidos en su actuación, que para finalizar la guerra, a través del conocido de Nankín, pusieron como condición, mantener el control sobre Hong Kong, dominio que mantuvieron por doscientos años, hasta que hoy, la República China, gracias a su esfuerzo y desarrollo, logró nuevamente unir su territorio.
Apretada síntesis sobre la conducta imperial británica, que tiene como objetivo, despertar en los lectores el conocimiento sobre cómo ha sido el comportamiento de la Gran Bretaña y su Monarquía, en el pasado y que explica su comportamiento presente, porque continúan atropellando a los pueblos y a los que consideran sus enemigos. Y es que los ingleses perseveran en su conducta ambiciosa al margen de toda moralidad, donde hay dinero, donde hay recursos están sus garras; informa la prensa internacional que el Príncipe Carlos, hijo de la Reina Isabel II, Príncipe de Gales, recibió, de la familia de Bin Laden, 1, 2 millones de dólares, dos años después de Muerto Bin Laden, cochino dinero, pero para ellos, bienvenido, venga de donde venga, de alguna manera debe mantenerse la monarquía parasitaria.
Digno de rechazo mundial ha sido la persecución a la que han sometido a Julián Assange, perseguido por develar los crímenes de guerra de los Estados Unidos, Inglaterra y su cumbancha de la OTAN. Violando descaradamente normas del Derecho Internacional han atropellado a este periodista, reduciéndolo en su condición humana, sometiéndolo a todo tipo de presiones y torturas psicológicas, que lo mantienen en un estado delicado de salud física y mental. No conforme con ello, pretenden entregarlo, la sus antiguos colonos los Estados Unidos, para que estos terminen el trabajo de aniquilamiento.
Así como han violado todas las normas internacionales con el caso de Julián Assange, la monarquía británica, haciéndole honor a su pasado esclavista y depredador, pretende utilizar la figura de un Payaso, que se ha proclamado presidente de Venezuela, para Robar el Oro, que es de todo nuestro pueblo. Vemos que detrás de esta conducta, continúa viva la codicia de un imperio que pretende continuar azotando a la humanidad, pero que no se da cuenta, cuanto odio concitan contra su propia población, que se mantiene como alienada en las garras de una monarquía medieval.
Por esas razones consideramos que poco hace la monarquía Inglesa y su gobierno por resarcir moralmente a la Gran Bretaña, de tantos males cometidos, ayer con su piratas con patente de corso, y hoy con su actitud arrogante, violadora de todo derecho, intentando de nuevo, robarse los recursos de otros pueblos, pero con el disfraz de una justicia decadente que desdice de los avances que en esa materia alcanza nuestras sociedades, en la actualidad. No se dan cuenta, por su avidez, por su conducta depredadora, del descrédito que producen a sus propias instituciones bancarias, gubernativas y a su propio pueblo; ni el repudio que concitan a nivel internacional por su ambición desmedida. "La ambición es el último recurso del fracaso". Oscar Wilde.