Cayó Bolton pero no la madre que lo parió

Astuto, testarudo y políticamente peligroso… Así adjetiva el analista
de política exterior, columnista de la agencia de prensa británica
Reuters, Daniel R. DePetris, la defenestración del tenebroso asesino
múltiple en la política de Estados Unidos John Bolton, anunciada ayer
por su jefe, el no menos tenebroso Donald Trump, presidente de Estados
Unidos de América.

"John Bolton es todo lo contrario a lo que debería ser un asesor
presidencial de seguridad nacional. Es tan testarudo como un
rinoceronte, tan astuto como una serpiente y tan peligroso como un
escorpión. La de Bolton es una visión extrema, en blanco y negro, del
mundo: si no eres un aliado de Estados Unidos, eres un adversario que
necesitas una bota en el cuello en forma de fuerza militar o de
sanciones económicas.

"Las consecuencias estratégicas de segundo y tercer orden no son un
obstáculo para Bolton. ¿Por qué pasar por el espectáculo humillante de
negociar cuando simplemente se puede bombardear las instalaciones
nucleares de Irán o acabar violentamente con el "régimen" de Kim
Jong-un por la fuerza?

"La diplomacia, después de todo, es para los débiles, los burócratas
del Departamento de Estado y los apaciguadores. Si el jefe insiste en
la diplomacia, entonces aconsérjeleque exija la luna, las estrellas y
todo lo demás antes que ofrecer una moneda de cambio en forma de
alivio de sanciones".
John Bolton hizo su carrera actuando como demoledor de
acuerdos de control de armamentos y, de hecho, de acuerdos de
cualquier tipo. Antes de unirse a la administración Trump, como asesor
de seguridad nacional, Bolton fue, por breve tiempo, embajador ante
Naciones Unidas y subsecretario de Estado para el control de armas, en
cuyo cargo intentó destituir a un analista de inteligencia por no
estar de acuerdo con su posición sobre un supuesto programa de armas
biológicas de Cuba.

Cuando el presidente le pidió a Bolton que se desempeñara como su
asesor de seguridad nacional el año pasado ello generó muchas
preocupaciones y confusiones porque Trump y Bolton no podían tener
desacuerdos más fundamentales en materia de política exterior. Aunque
ambos se burlaban de las Organización de Naciones Unidas, así como de
las organizaciones internacionales en general y tenían puntos de vista
divergentes en algunos de los asuntos más importantes de la agenda,
Bolton preferiría atacar a Irán antes que dialogar con sus líderes,
alternativa que Trump ha dicho en numerosas ocasiones que estaría más
que feliz de considerar (en la próxima reunión de la Asamblea General
de la ONU, por ejemplo).

En cuanto a Venezuela, Trump parece haberse lamentado de tratar de
derrocar a Nicolás Maduro, cuando Bolton atacaba a Caracas como
integrante de una "troika de la tiranía". La obsesión de Bolton por
desnuclearizar unilateralmente a Corea del Norte -un enfoque que pesó
sobre Trump durante su segunda cumbre con Kim Jong-un, en febrero- es
mucho más probable que conduzca al fin de la diplomacia que al fin del
programa armamentista nuclear de Pyongyang. (Si es que alguna vez lo
hubo).

Trump se cansó de Bolton de la misma manera que se cansó de otros
miembros de su personal más allegado: Rex Tillerson, James Mattis,
Steve Bannon, Reince Priebus, H.R. McMaster, y John Kelly fueron todos
convenientes al presidente en un momento dado, sólo para ser
abruptamente despedidos o convencidos de que renunciaran.
Bolton, tan espinoso como un puercoespín al tratar con sus colegas,
llevaba mucho tiempo con tirantez en las relaciones con Trump. La NBC
News informó que los dos hombres tuvieron una pelea a gritos a puertas
cerradas la noche anterior a la renuncia de Bolton.

Trump informó que anunciará el nombre de su nuevo asesor de seguridad
nacional la próxima semana, y los pasillos en Washington ya están
llenos de especulaciones al respecto.

Según DePetris, Trump necesita un asesor que esté dispuesto a
participar en una negociación pragmática y esté preparado para una
negociación incómoda pero necesaria. Necesita a alguien que le ayude a
poner fin a las guerras que han continuado sin rumbo y sin propósito.
Necesita a alguien que responsabilice a los miembros de la
administración cuando se nieguen a ejecutar la política una vez que
sea aprobada por las agencias.

Todo esto será más fácil con Bolton fuera del equipo.

Pero la Humanidad no se hace ilusiones. En el salón oval de la Casa
Blanca quedan muchos otros Halcones casi tan crueles y despiadados
como éste para aconsejar al Halcón en jefe. Pero indudablemente ha
habido un respiro.



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Manuel Yepe

Abogado, economista y politólogo. Profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de La Habana, Cuba.

 manuelyepe@gmail.com

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