La democracia electoral

A veces las elecciones parecen una farsa. En México, por ejemplo, existe bastante desacuerdo sobre los resultados de las últimas elecciones presidenciales, celebradas el pasado 2 de Julio. Aunque ya un cuerpo electoral independiente ha contado los votos dos veces y declarado a Felipe Calderón, el candidato derechista, ganador por 240,000 votos, legalmente esa decisión no tiene ninguna validéz. Ese cuerpo electoral independiente en México no tiene autoridad legal para pronunciar el resultado de las elecciones. Bajo las reglas electorales en México, ningún candidato ha ganado hasta que el Tribunal Federal Electoral certifica a los resultados. Después de una elección, cada parte tiene cuatro días para entregar denuncias y evidencias de fraude y/o irregularidades durante el proceso electoral al Tribunal Federal Electoral. Luego, los siete magistrados del Tribunal consideran a la evidencia durante semanas, y en caso de éstas elecciones presidenciales, deben emitir su decisión y certificación final el próximo 6 de setiembre. Entonces, aunque en realidad, aún no se ha determinado al ganador legal y oficial de las elecciones presidenciales en México, la prensa y la opinión pública ya se habla de un nuevo presidente.

En Venezuela, el Consejo Nacional Electoral (CNE) es el cuerpo decisivo que regula cada elección en el país, desde la presidencia hasta los sindicatos. El voto popular – el voto de cada ciudadano o ciudadana – es contado, y son ésos votos que determinan el resultado oficial. El CNE se elige bajo el criterio establecido en la Constitución Bolivariana, y se busca ser representativo de la población e imparcial. Desde su establecimiento, el CNE ha cumplido con sus funciones a la letra de la ley durante las elecciones de los últimos años, a pesar de ser sujeto de una campaña brutal de sectores de la oposición para desacreditarlo. Este año no es diferente. La organización opositora Súmate, junto con algunos partidos políticos de la oposición, buscan llevar esta campaña hasta el extremo. Proponen un proceso electoral de primarias sin la participación del CNE, algo que sería una violación de la Constitución y las leyes del sufragio en el país. Cuando existe una entidad electoral con el mandato de supervisar a las elecciones en el país, cualquier grupo o entidad no puede simplemente “montar elecciones” como le da las ganas. Tiene que seguir la ley, tiene que respetar la ley. Venezuela tiene un proceso electoral constitucional inclusivo y democrático, que valora a la participación de todos y todas los venezolanos y venezolanas sin discriminación. Este CNE ha hecho lo imposible para registrar millones de venezolanas y venezolanos que antes estaban marginalizados del proceso socio-político en el país simplemente por ser pobres, viejos o campesinos. Este CNE también ha asegurado el acceso a los centros de votación a toda la ciudadanía, abriendo nuevas mesas electorales en zonas previamente excluidas. En lugar de atacar al CNE de manera arbitraria, esos venezolanos y venezolanas deben entender la fortuna de democracia que existe en este país a nivel electoral.

La Constitución de los Estados Unidos de América establece en el Artículo II que un número de “electores” en cada estado equivalente a su representación en el Congreso, son las personas que votan por y determinan el Presidente de ése país. El voto popular en los EEUU es solamente simbólico, no tiene ninguna validéz ni legalidad formal. Los estadounidenses no votan por su presidente – su presidente es eligido por 270 personas en el país que representan a sus partidos politicos (demócrata o republicano) en el Colegio Electoral. Este sistema del Colegio Electoral, como se conoce formalmente, fue el mecanismo implementado por los fundadores del país, hace más de 200 años, cuando solo habían 9 estados y poco más de 4 millones de habitantes. La Constitución estadounidense, escrita por 55 hombres blancos de clase alta, casí no ha sido alterado desde esa época. Las pocas emiendas que se han ratificado desde entonces no cambian fundamentalmente los únicos siete artículos del documento básico. Y la forma de eligir al presidente del país nunca ha cambiado. Por esa razón, se puede comprender porque en los Estados Unidos hay casí 50% de abstención en las elecciones presidenciales, no porque la oposición esta protestando, como proponen hacer en Venezuela, sino porque realmente, el voto no vale nada. Se pregunta entonces, ¿que clase de democracia es esa? Estados Unidos es un país que ni siquiera reconoce a los derechos humanos, solamente acepta a los derechos políticos y civiles como obligatorios. Y dentro de los derechos políticos esta el derecho al voto. Claro, como estadounidense, uno tiene el derecho de ir a votar, es simplemente que ese voto no significa nada. Una mayoría de los estadounidenses no saben como funciona el sistema electoral en el país, no estan al tanto de la nulidad de su voto. Solamente durante las elecciones presidenciales del año 2000, entre Bush y Gore, la perversión del sistema electoral estadounidense fue conocida. Gore ganó el voto popular, el voto de la mayoría, el voto del pueblo, pero Bush “ganó” el Colegio Electoral, el voto de 270 personas eligidos por sus partidos politicos, y así fue “selecto” como Presidente.

A veces es más que parecer. La farsa de las elecciones presidenciales en los EEUU es real. Deben ver a Venezuela como un ejemplo de la democracia electoral en lugar de atentar contra su credibilidad y financiar acciones y grupos que lo buscan subvertir.


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Eva Golinger


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