Los criminales de Baltimore y los Niño Jesús de Venezuela

Lo que está ocurriendo en Estados Unidos de Norteamérica es un preludio de lo que será en los años siguientes la obligada rebelión de los negros y otras minorías discriminadas y oprimidas por la dictadura que desde hace casi un siglo sojuzga al pueblo de la primera potencia mundial, la orgullosa "Unión", que antes de la mitad de este siglo volará en pedazos, estremecida por un sacudón mayor que el que acabó con la primera experiencia socialista en el mundo y una lejana luz de esperanza para los pueblos oprimidos, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que debido a los errores cometidos por la burocratizada dirigencia, permitieron que Juan Pablo II, Mijail Gorbachov y Lech Balesa, con su sindicato Solidaridad, todos al servicio de la CIA y demás agencias criminales de occidente dieran al traste con lo que pudo ser la columna vertebral del equilibrio mundial.

La Unión, no es más que un castillo de papel pegado con "Saliva de loro", como reza el axioma criollo para referirse a las frágiles estructuras, proyectadas engañosamente como sólidas. Los 50 estados, se convertirán en republiquitas, cuando las minorías  invisibilizadas  decidan convertirse en mayoría unida y alzarse contra las mafias que desde el Pentágono y la Casa Blanca pisotean su dignidad.

El incendio que va por dentro como ocurre con la palmera seca en la sabana cuando pasa la candela, sigue su curso y aún cuando fue detenido con la esperanza que representó la candidatura y elección de Barack Hussein Obama para ocupar la Casa Blanca, como "Presidente" de la Unión, sigue su indetenible curso y de tanto halar la soga se revienta. La heterogenea conformación de la sociedad norteamericana, discriminada y excluida por una minoría millonaria que se considera caucásica y con derecho a todo y sobre todos, necesariamente tiene que buscar su cauce y esas ansias de libertad se cristalizaran con la revolución interna, que convertirá a esa potencia en un archipiélago de repúblicas, con sus raíces étnicas y sus principios y dignidad de pueblo. Los ciudadanos de los estados mexicanos sometidos y anexados durante la última invasión de Estados Unidos al país azteca, no serán yanki jamás aunque les hayan obligado a hablar inglés. Los negros con el sueño de Martín Luther King, no se resignan a seguir siendo tratados como esclavos, que son encarcelados de manera masiva, sin razón alguna, con el solo propósito de beneficiar a las corporaciones que explotan las cárceles, no  se entregan y cada día adquieren más conciencia en su lucha.

Aparte de esos segmentos sociales de la Unión,  existen otras tendencias étnicas, cuyos miembros han contribuido a la grandeza industrial capitalista de esa nación y que a cambio han recibido desprecio y represión, que también tienen su justo reclamo a esa desigual sociedad.

Pero de manera puntual, el titulo y el motivo de este artículo, es que colocando de antemano lo doloroso porque son vidas humanas las que se pierden y la zozobra, la calamidad y demás repugnantes situaciones que debe confrontar la ciudadanía inmersa en la rebelión afroamericana, contra la criminalidad policial, nos permite traer al tapete el doble rasero del inmoral imperio, que cuando se trata de salvaguardar sus intereses todos los medios son válidos y para ello no hay derecho humano que valga, ni legislación a la cual someterse. Cuando el imperio contra ataca, arremete con todo y los daños colaterales son pavorosos, sobre todo para quienes tienen la piel oscura, ojos oblicuos o rasgos latinos.

Es curiosa, la firme posición contra los manifestantes de Baltimore de John Kerry y Barack Hussein Obama, "defensores de los derechos humanos" de los criminales venezolanos, que durante tres meses de 2014, pretendieron incendiar al país y dejaron una estela de 43 muertos, entre militares, policías y civiles, que no los enfrentaron sino que intentaron salvaguardar la vida de quienes no estaban inmersos en la violencia. Estos venezolanos fueron cazados por francotiradores apostados por los revoltosos, sobre azoteas de edificios vecinos a las guarimbas, con instrucciones precisas de actuar contra quienes fuesen a tratar de limpiar las calles de las trincheras o barricadas con material en llamas con las cuales cerraban calles y avenidas en trece municipios del país, en manos de alcaldes opositores. Otros perecieron degollados por las cuerdas de alambre de púas tensadas en la vía en horas de la noche contra los motorizados que transitaban, sin hacer caso  al estado de sitio que los sicarios de la ultraderecha habían decretado en urbanizaciones y céntricas avenidas de importantes ciudades. No hay que olvidar, que meses antes el llamado de Henrique Capriles Radonsky, a sus seguidores, para que salieran a la calle a "drenar la arrechera" por la derrota electoral, en las presidenciales había dejado 14 muertos, incluyendo dos  adolescentes de trece y catorce años.

Nos sorprende que el Presidente Obama y el Secretario de Estado John Kerry, estén apoyando el toque de queda decretado por la alcaldesa de la ciudad de Baltimore, Stephanía C. Rawlings-Blake y la declaratoria de estado de emergencia, por el gobernador de Maryland Larry Hogan, para enfrentar la violencia y las manifestaciones publicas, surgidas en esa ciudad a raíz del sepelio del afroamericano Freddy Gray, muerto en la delegación policial, producto de la violencia aplicada que le provocó una mortal lesión en la espina dorsal.

Los más sorprendente es que el presidente Obama y Kerry, han sostenido, que en Baltimore, no hay manifestantes sino criminales, que se aprovechan de una circunstancia para delinquir. El caso es que lo  ocurrido en Venezuela, entre octubre de 2013 y marzo de 2014, fue mucho más delicado. Dejó 55 muertos y más de 800 heridos graves de los cuales el 70 por ciento resultó con discapacidades de por vida y sin embargo Obama y Kerry de manera reiterada han querido ordenar al estado venezolano, que libere a los responsables de esta tragedia.

¿Como explicar esto señores "campeones en la defensa de los derechos humanos? Quienes con la ira que produce la impotencia frente a la criminal acción de la fuerza del Estado, responden con violencia sin ocasionar muertes, son criminales, porque lo  hacen en territorio norteamericano. Pero quienes sin motivación alguna, sino por el capricho de que no les entregan el poder a lo macho, como ellos pretenden entonces, queman universidades, escuelas, incluyendo un preescolar con 90 niños y niñas en su interior, un ministerio, la Fiscalía General de la nación, asesinan con el uso de francotiradores a una docena de guardias nacionales, entre ellos dos oficiales, un fiscal del Ministerio Público, una decena de policías y civiles indefensos, son inocentes, castas palomas, quienes no merecen ni una mala mirada, porque lo hicieron en Venezuela. Aclaren eso señor Obama y Kerry, por qué son los criminales de Baltimore y los Niño Jesús de Venezuela.



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Cástor Díaz

Periodista CNP 2414

 cd2620@gmail.com

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