Tolerar la agresión de España bordea lo indigno

El amor es un privilegio y es un don; la condescendencia y el perdón son una opción, pero la Justicia es una obligación, la primera y más universal. Los venezolanos y latinoamericanos y caribeños en general fuimos adoctrinados, a partir de la llegada de Colón, para que el perdón y el amor fuesen los principios fundamentales de la creencia religiosa que se nos impuso, en tanto que, el principio que caracteriza al conquistador de entonces y de ahora es la crueldad, su despiadada determinación a exterminar a quienes se le opongan o no se sometan a sus mandatos. Los jerarcas religiosos han cumplido y cumplen la tarea que corresponde a la complicidad de su organización con el imperio: persuadirnos de la subordinación a la autoridad imperial y al otorgamiento del perdón a sus actos despiadados, de sus lacayos o secuaces. Otra parte de esa tarea es condenarnos al infierno, cuando nos rebelamos contra el dominio del imperio, como lo hemos hecho ahora ¿No es acaso la tarea de la Conferencia Episcopal Venezolana contra quienes lideran esta gesta por la libertad de la nación venezolana?

El principio fundamental que debe regir entre nosotros es la Justicia, omitido por los jerarcas en nuestra enseñanza religiosa, porque ese principio se opone a la dominación imperialista, a la distribución desigual de las riquezas, al privilegio de un pequeño grupo imperial, o de oligarquías locales del que forman parte las jerarquías religiosas, quienes se reparten entre ellos las riquezas, hasta despojar a nuestros pueblos y reducirlos a condiciones miserables de pobreza.

España nos ha agredido por tres lustros de este lapso de la Historia, respondió con desdén a la paciencia y tolerancia de Chávez y ahora responde con sarcasmo al empeño conciliatorio de Maduro. La participación del gobierno de España en el golpe de estado del 11 de abril de 2002 y a lo largo de sucesivos intentos posteriores, sin obviar aquella frase célebre del beodo rey Juan Carlos "¿Por qué no te callas?", en la cumbre iberoamericana celebrada en Chile, en el año 2007, fueron motivos para que Chávez congelara las relaciones con el gobierno español y redujera al mínimo las actividades económicas en Venezuela de sus empresas, especialmente de la banca y de Repsol, su petrolera. Sin embargo, Chávez persistió en mantener relaciones favorables para España, le otorgó contratos para construir buques y amplió concesiones a Repsol. España, indiferente, disfrutó y sigue disfrutando de esa tolerancia y de los privilegios de esas concesiones e insiste en sus agresiones.

Presidente Maduro, nada tenemos que esperar del actual régimen de injusticia que impera en España, sino verle empujado a usted a una posición indigna, que es el propósito del gobierno español, al provocar una discusión, cuyo sentido e interés es el de menoscabar su liderazgo, tras el éxito de la unidad latino caribeña en Panamá y de su digna intervención en El Chorrillo. No insista en ese intento de conciliación, proceda, como debió hacerlo nuestro Comandante, a colocar las relaciones con España en el congelador, en especial las económicas, hasta que se resuelva la pretensión imperialista de restablecer su dominio sobre nuestra patria y en España rija un gobierno justo para con el pueblo español y respetuoso de nuestras naciones latino caribeñas. No es momento para prestar atención a provocaciones que el gobierno español ejecuta por encargo, es momento para fortalecer la unidad de la América Latina y Caribeña y a usted corresponde esa tarea, que constituye, junto a la preparación de la nación para su defensa, las prioridades de la Revolución.



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Rafael Flores

Capitán de altura y productor agrícola

 eveliseyrafael@hotmail.com

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