Alerta fascista en Venezuela

Los desmanes cometidos por los seguidores del partido amarillo de la derecha venezolana tras el llamado a la violencia realizado por su líder perdedor el pasado 14 de abril son la consecuencia lógica del camino fascista que dicho grupo viene tomando desde hace tiempo. Después de haberse convertido en hegemónico en el seno del variopinto conglomerado de la derecha venezolana, sobre todo por ser el receptor directo de los medios financieros provenientes de EEUU y otros países y de los sectores pudientes de la sociedad venezolana, el partido amarillo viene cumpliendo a rajatabla los pasos que lo han convertido en un miembro más de la extrema derecha mundial con todas las características que definen a estos grupos neonazis y neofascistas.

Los líderes de este partido nunca han negado sino más bien han hecho alarde de sus relaciones y apoyos internacionales, identificados con los sectores más retrógrados de los republicanos estadounidenses y la derecha franquista española representada por el Partido Popular, quienes apoyan con mucho énfasis y recursos cuanto proceso desestabilizador se dé en los países latinoamericanos, y muy especialmente en Venezuela.

Por otro lado, durante los dos últimos años, el partido amarillo se ha abocado a la creación de un líder mesiánico que se presente ante la sociedad con un discurso simple pero efectivo que lo identifique como la única solución posible a la situación de crisis que supuestamente viviría la sociedad venezolana y que es necesario superar antes que sea demasiado tarde, haciéndose mucho énfasis en el presunto caos existente en la sociedad que sólo sería superado y neutralizado con su oferta y su llegada al poder político (“No soy la oposición, soy la solución”). Y se puede decir que este discurso hipócrita y tendencioso ha calado en algunos sectores que por lógica de clases deberían ser más cercanos a los planteamientos de la Revolución Bolivariana.

Paralelamente, el partido amarillo ha incrementado sus filas militantes en base al concepto clásico tanto del fascismo y nazismo históricos como de sus derivados actuales o neofascistas que se multiplican amenazantes en muchos estados europeos, sumando a sus filas a sectores de la clase media y clase media alta muy radicalizados contra el proceso revolucionario bolivariano que serían los encargados de dirigir el proceso de fascistización en Venezuela; y por otro lado, sectores (especialmente jóvenes) de las clases populares más bajas de la sociedad resentidos por una u otra causa con el proceso revolucionario (Carlos Marx definió a estos sectores como “lumpen proletariado”), quienes están destinados (también como una constante histórica) a ser la carne de cañón y tropa de choque que lleve a buen término el asalto del poder que se plantea el neofascismo venezolano.

Aunque pareciera que los intereses de los dos sectores anteriores deberían ser antagónicos, ello no es así gracias a la implementación de una ideología sumamente racista, xenófoba e interclasista que los une y cohesiona en torno al objetivo supremo de salir de la situación actual y acabar con los males que aquejan a la nación identificados en un enemigo interno y otro externo, como veremos más adelante, a quienes hay que combatir y derrotar cueste lo que cueste.

Históricamente también, el fascismo y el nazismo desarrollaron unos potentes aparatos de información-propaganda mediante los cuales se conseguían tres objetivos paralelos que son imprescindibles para el crecimiento y desarrollo de su proyecto reaccionario y antidemocrático. Primero, un constante bombardeo sobre la población en general magnificando los problemas existentes en la sociedad, creando inseguridad y miedo, haciendo responsables de todo cuanto suceda a los gobernantes y a quienes les apoyan, muchas veces creando situaciones de crisis social artificialmente, mintiendo descaradamente sobre los hechos objetivos, y produciendo una situación virtual que mantenga en estado de tensión y terror permanentes a los mayores sectores sociales posibles, convirtiéndolos en impermeables a cualquier mensaje que no venga desde la cúpula fascista que maneja los medios de propaganda (estado de disociación social). Segundo, lograr cohesionar y organizar a los propios militantes y simpatizantes del partido fascista, quienes reciben orientaciones y órdenes directamente desde los medios de comunicación y las nuevas tecnologías, dinamizando sus campañas y agilizando sus comunicaciones internas. Y tercero, desacreditar completamente las voces y sectores que desde la sociedad o el gobierno se opongan al fascismo, creando una serie inacabable de falsos positivos, mostrando siempre el lado más negativo, injuriando a todo quien se les oponga y los combata, y sobre todo, mostrándolos como los causantes y responsables de la situación social insoportable que ellos mismos crean mediáticamente. Al mismo tiempo, los medios de comunicación-propaganda al servicio del fascismo trabajan impunemente silenciando o maquillando todo acto despótico y/o violento que realice el fascismo, y muchas veces culpando a las víctimas de las consecuencias de dichos hechos.

En Venezuela este papel lo están jugando de manera destacada los medios de comunicación privados quienes como representantes legítimos de las clases más pudientes, habían suplido hasta el momento a los partidos políticos tradicionales de la derecha que habiendo caído en un descrédito público total ya no cumplían su rol, y ahora estos medios privados se están colocando en la posición de avalar, potenciar y desarrollar la estrategia del líder mesiánico y de su partido fascista con un sentido lógico pues al fin y al cabo la coincidencia de intereses es total tanto en el objetivo de derrotar a la Revolución Bolivariana como en la restauración del orden burgués neoliberal que ponga al servicio del Imperio los recursos energéticos venezolanos y devuelva al poder político a las clases dominantes destinadas a gestionar la Venezuela dependiente que conllevaría la derrota del Proceso Bolivariano.

Paralelamente, y esto ha sido claramente visualizado durante los desmanes fascistas que siguieron a las elecciones presidenciales del 14 de abril, el fascismo necesita la construcción imaginaria de dos enemigos a fin de cohesionar a sus bases y penetrar en el seno de la sociedad para conseguir su objetivo de asalto al poder político. Por un lado, necesita de un enemigo interno, acusado de ser el responsable de la crisis social, de la pérdida de valores socialmente aceptados (y que siempre coinciden con la cosmovisión que tiene la burguesía, como la familia (en su sentido más conservador: machista, misógino, homofóbico,… ), la propiedad privada elevada a concepto de derecho humano inalienable, la religiosidad con bastantes tintes integristas y segregacionistas, la cohesión social (entendida como la estructuración clasista inamovible), etc. Valores que la Revolución y sus seguidores pondrían en riesgo y por lo tanto hay que combatirlos en todos los frentes, incluidos aquellos que suponen altos grados de violencia y pueden llegar al asesinato político directo de dirigentes o militantes revolucionarios, enmascarados asesinatos de simples ciudadanos para crear confusión y terror al potenciar un clima de inseguridad y alto nivel delincuencial, o ataques a símbolos de la Revolución que se presentan como amenaza para el nuevo orden anhelado por el fascismo. El caso de los ataques a los CDI´s, a Mercal, PDVAL, Escuelas Bolivarianas, etc. es un ejemplo de ello.

Al ser Venezuela una sociedad interracial y mestiza como toda la Patria Grande, donde históricamente las clases oligárquicas y la mayoría de las clases medias altas han sido de raza blanca, el enemigo interno será (es) también el diferente, el negro, el indio, el mestizo, el pobre, quien por su posición social subordinada se convierte en el más beneficiado por las políticas de inclusión social de la Revolución Bolivariana, y por ende, al ser el principal soporte y defensor del proceso revolucionario, se convierte en enemigo declarado del fascismo y como tal, en blanco de sus ataques. Ataques que se convierten de manera creciente en agresiones xenófobas por el alto grado de racismo que conllevan. Quién no recuerda la frase aquella de una burguesa sobre la necesidad de fumigar el Teatro Teresa Carreño porque el Comandante Hugo Chávez había abierto este espacio por primera vez al pueblo llano venezolano, y que es consecuencia directa de la visión segregacionista que la burguesía venezolana tiene hacia su pueblo, y que el fascismo retoma y manipula en su beneficio.

El enemigo externo se crea a través de una visión donde los intereses nacionales son amenazados por extranjeros que ponen en riesgo la soberanía de la nación, que quieren cambiar por la fuerza el modo de vida nacional y su supuesta pureza. Para ello hay que crear primero una situación de conmoción nacional que dé la alarma sobre la supuesta injerencia de esos extranjeros o de una potencia exterior en los asuntos internos, para después abocarse a la creación del nacionalismo entendido en el peor sentido de su concepto, es decir, un nacionalismo excluyente, xenófobo y racista que haga frente a la amenaza externa. Al ser Cuba un país socialista y coincidir ideológicamente con el Proceso Revolucionario Bolivariano quien también aspira a la construcción del socialismo, el fascismo venezolano hace énfasis en el anticomunismo primitivista que le caracteriza y coloca a Cuba y a las mujeres y hombres de este país, que realizan un trabajo solidario con el pueblo venezolano en labores de salud, educación, deporte, cooperación, etc. en el punto de mira de sus ataques, pero sobre todo, utilizan su presencia en Venezuela en la creación de ese imaginario de enemigo externo que tanto necesita el fascismo para su propio desarrollo y es magnificado a través de los medios de comunicación-propaganda presentándolos como la principal amenaza para el modo de vida venezolano (el modo de vida burgués venezolano).

Si el fascismo se ha convertido en la fuerza hegemónica de la derecha venezolana, arrastrando en su dinámica al resto de sectores antichavistas, quienes por el momento le siguen el juego de manera cómplice, amenazando directamente no sólo a la continuidad del Proceso Bolivariano sino a la convivencia en paz de la sociedad, ¿cómo combatirlo?, ¿cómo frenar su expansión que podría suponer la posibilidad de una guerra civil en Venezuela como ha sucedido en todos los países donde se ha implantado históricamente?

La clase obrera y los pueblos han hecho frente al fascismo a nivel mundial en todas las épocas con organización y con lucha, ello ha sido una constante en diferentes tiempos, espacios, condiciones y contextos como única manera de frenar la expansión y el asalto al poder del fascismo y sus derivados. Frente a los desmanes de los fascistas, frente a los asesinatos, frente a la xenofobia, frente al racismo, frente a los ataques y sabotajes en contra del proceso, no queda otra salida que hacer valer el poder del Estado, a quien la sociedad le otorga el monopolio de la fuerza ante los enemigos de la convivencia y de la paz, precisamente para hacerlas viables y evitar que el fascismo pueda refugiarse en algún nivel de impunidad porque agazapado, siempre estará listo y dispuesto a lanzar sus arremetidas. También, entendiendo que la estructuración del fascismo es altamente jerárquica y que las clases altas son siempre sus dirigentes principales que utilizan a jóvenes marginales para cometer sus desmanes, el Estado (por supuesto sin menosprecio de castigar a los autores materiales de los ataques fascistas) debe apuntar con tino y desenmascarar a los autores intelectuales de los hechos que el fascismo pueda realizar, castigándolos severamente pues al fin y al cabo, son estos los principales responsables del actuar y la estrategia fascista.

Dicho lo anterior, creemos entender el llamado hecho desde las filas bolivarianas a combatir el fascismo con amor como la segunda parte de la estrategia destinada a frenar la expansión de esta ideología malsana, es decir, como el actuar del Estado Revolucionario sobre las capas más desfavorecidas de la sociedad a fin de evitar que jóvenes provenientes del pueblo trabajador venezolano acaben en las redes del fascismo del partido amarillo. Seguir comprometido con la mejora de las condiciones de vida del pueblo pobre, con la elevación de sus niveles educativos, culturales, de salud, alimenticios, etc. pero sobre todo en la elevación del nivel de conciencia política y compromiso social, con el compromiso militante con el proceso, con la solidaridad de clase, que son al fin y al cabo el compromiso con la Patria y con el legado del Comandante Chávez.

El papel que deben desempeñar el PSUV y los partidos y movimientos del Gran Polo Patriótico en frenar la expansión de la ideología fascista en Venezuela es fundamental y vital, sobre todo en la toma de conciencia de las clases populares sobre la amenaza que representa esa ideología y en su organización para combatirla. Es muy necesario que estas organizaciones revolucionarias se conviertan definitivamente en la vanguardia del pueblo trabajador venezolano, y mediante un trabajo constante, diario y efectivo con las masas populares sirvan de herramienta para la toma de conciencia y organización del pueblo ante las amenazas fascistas. Su trabajo no puede seguir limitándose a ser meros aparatos electorales, sino que deben desarrollar una dinámica de trabajo militante entre los sectores populares acompañándolos en todas sus luchas y proyectos, siendo capaces de colocarse siempre un paso adelante para superar las contradicciones de las que no está exento el Proceso Bolivariano, cumplir un papel de contraloría ante las autoridades nacionales, estadales y locales que obliguen a un buen desempeño de sus funciones, combatiendo la ineficacia, la ineficiencia, el burocratismo, la corrupción, el amiguismo y cuantos vicios puedan ocurrir y que separan al pueblo trabajador de sus dirigentes, sembrando desconfianza y abriendo las puertas a la incorporación de sectores pobres a las filas del fascismo.

En cuanto a combatir al fascismo en el ámbito de la comunicación e información, el Estado Bolivariano debe realizar un enorme esfuerzo en la profusión del mensaje que combata las manifestaciones de esa ideología, denunciando sus tretas y desmanes, sus ataques y mentiras, incluso llevando al sistema educativo el rechazo a su implementación en Venezuela. Pero también debe enfrentar abiertamente a los medios de comunicación privados que hoy se han convertido en los aparatos de propaganda del fascismo amarillo, disuadiendo a los directivos y propietarios de esos medios a no seguir por ese camino. Así, sigue siendo inconcebible que el Estado venezolano, mediante la inclusión en sus páginas y espacios de publicidad institucional u oficial, siga financiando a unos medios no ya de información sino de propaganda que tienen como principal objetivo la destrucción del Proceso Revolucionario Bolivariano.

Un llamado de alerta ante las manifestaciones del fascismo que se vienen produciendo en la República Bolivariana de Venezuela, ideología que estamos obligados a combatir todos y todas aquellos y aquellas que creemos en una Patria Libre, Soberana y Socialista, por lo que se impone la organización y activación del pueblo trabajador junto a sus dirigentes para frenar a un fascismo que sólo busca destruir los avances y la vialidad de este proceso por todos los medios. Pero con un pueblo consciente y organizado podemos decir que NO PASARÁN!!

Salud y lucha, camaradas!!


info@pakitoarriaran.org


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