Una de las preocupaciones de los políticos en Estados Unidos,
tal vez la mayor, es la de recaudar el dinero necesario para financiar sus
campañas. Con cada nuevo ciclo electoral, no sólo es necesario colectar
cantidades crecientes de dinero sino que es imprescindible disponer de grandes
recursos financieros desde el mismo comienzo de la contienda. En general,
existe una relación directamente proporcional entre el dinero que se gasta en
las campañas y las victorias electorales.
El obvio resultado de este vínculo es el desarrollo de una
tendencia a la corrupción y al aumento de la influencia de los grupos de
interés especial con mayores recursos, y de las corporaciones más poderosas, en
los procesos electorales y en las acciones posteriores de los que resultan
electos.
Los Comités de Acción Política (PACs), con base legal en la
Ley Federal de Campaña Electoral de 1971, pueden ser creados por cualquier
grupo u organización para recaudar fondos con fines políticos. Son tan diversos
como diversos son los intereses sociales y económicos en el país, y
difícilmente exista representante o senador alguno en el Congreso de Estados
Unidos que no reciba dinero de por lo menos una de estas organizaciones.
En 2003 fue fundado el “U.S.-Cuban Democracy PAC”, comité de
acción política integrado por miembros adinerados de origen cubano, pero a
diferencia de otros semejantes que defienden intereses agrícolas, industriales,
sindicales, religiosos, etc., el objetivo de este comité de la ultraderecha
cubana está dirigido contra su propia patria. Su tarea es recaudar dinero que será
utilizado en el soborno legal del mayor número posible de congresistas,
induciéndoles a la aprobación de leyes que refuercen el bloqueo económico, comercial
y financiero contra Cuba, impidan los viajes y contactos familiares, obstruian
cualquier acción que conduzca a un diálogo respetuoso como sería la liberación
de los cinco patriotas cubanos prisioneros en Estados Unidos, y promuevan la
disidencia y la subversión dentro de la isla. Por si fuera poco, presentan a su
país de origen como un peligro para la seguridad de Estados Unidos y abogan por
acciones militares al estilo de las realizadas contra Afganistán, Irak y Libia.
¿Representa el “U.S.-Cuban Democracy PAC” al pueblo cubano en
su conjunto? ¿o tan siquiera a la emigración cubana en Estados Unidos? En los
párrafos que siguen demostraré que sólo representa a un sector estrecho y
obcecado del llamado exilio histórico.
La Comisión Federal Electoral (FEC) publica en su sitio web
todos los aportes monetarios a este PAC anticubano realizados desde el año 2003,
fecha de su fundación. Sumando las contribuciones de cada donante de mil
dólares o más durante los nueve años transcurridos, confeccioné una tabla resumen
que permite interesantes observaciones.
Lo primero que salta a la vista es que, de los donantes, 175
en total, residen 143 en el Condado Miami Dade (82 %), 7 en Washington, otros 7
en Puerto Rico y el resto, 18, en más de una docena de diferentes localidades.
Se trata por tanto de un fenómeno casi exclusivamente miamense con
participación escasa o nula de otras ciudades donde también existen
concentraciones notables de cubanos.
Se calcula que hay más de 500 cubano-americanos millonarios.
No lo dudo, sobre todo teniendo en cuenta las fortunas creadas en las décadas
de los 60, 70 y 80 con el lavado de dinero y el narcotráfico, y en todo el medio siglo hasta el presente
con los fondos federales que engrasan la maquinaria y los bolsillos de la
industria anticastrista. Asombra, sin embargo, que muy pocos de los nombres más
conocidos, los de aquellos con mayor poder económico, aparecen en la lista. La
ausencia de la mayoría confirma que no sólo prefieren vivir alejados
físicamente del surrealismo miamense sino que no comparten una política de
hostilidad hacia Cuba que cuenta con más de cincuenta años de fracasos.
El PAC anticubano alcanzó su climax en el ciclo electoral
2005-2006 con una recaudación de $710,881 pero, desde entonces, las
contribuciones han ido descendiendo: $692,545 en 2007-2008, $536,000 en
2009-2010, y $225,392 en 2011-2012 cuando solo faltan pocos meses para terminar
este ciclo.
Estas cifras concuerdan con la cantidad de donantes de $5000
o más: 47 en 2007-2008, 35 en 2009-2010, y 25 en 2011-2012. Se corresponden
también con las cifras de las contribuciones a candidatos federales: $760,500
en 2007-2008, $468,000 en 2009-2010, y $177,500 en 2011-2012. Evidentemente, de
acuerdo a cifras oficiales de FEC, cada vez es menor el número de los que están
dispuestos a cooperar con tareas apátridas cuyo único resultado es la
perpetuación de la división familiar y del sufrimiento del pueblo cubano en ambos
lados del Estrecho de la Florida.
Parte del soborno legal a los congresistas proviene de
donantes que, a su vez, son receptores de fondos federales que a través de
USAID y otras agencias son destinados a promover la subversión en Cuba. De esta
manera, el PAC anticubano promueve políticas sufragadas en parte por el propio
gobierno de Estados Unidos.
El “U.S.-Cuban Democracy PAC” comenzó como un engendro de
cubanos ultraconservadores afiliados en su mayoría al Partido Republicano. En
el primer ciclo electoral en que participó: 2003-2004, el 71 % de sus
contribuciones favorecieron a candidatos de este partido y sólo el 29% a
demócratas. No obstante, muy pronto constataron que era necesaria una fachada
bipartidista y su estrategia cambió radicalmente. En 2005-2006, los
republicanos recibieron el 55 % y los demócratas el 43 %, en 2007-2008, 41 %
los republicanos y 59 % los demócratas, y en 2009-2010, 30 % los republicanos y
69 % los demócratas.
Este giro de 180 grados en su estrategia de comprar
conciencias se explica porque el PAC anticubano pone ahora su mayor esfuerzo en
ganar acceso e influencia sobre los candidatos más jóvenes del Partido
Demócrata, sobre todo en los que aspiran a un cargo por primera vez, con el
objetivo de crear una sólida base de congresistas demócratas opuestos a
cualquier medida que pueda favorecer el establecimiento de relaciones normales
entre Estados Unidos y Cuba.
Al igual que los anexionistas del siglo XIX y los plattistas
del siglo XX, los que han comenzado el siglo XXI con esta política anticubana
pasarán a la historia con el estigma de los apátridas.
sccapote@yahoo.com