Salvador de Madariaga y la CIA

Salvador de Madariaga y la CIA
De José Sant Roz

"La inteligencia sin carácter es, en definitiva,
mucho peor que la muy ingenua imbecilidad"

Albert Camus.


Ya existe un premio para periodistas con este nombre “Salvador de
Madariaga”. Tratándose de periodistas y de medios de comunicación, no es
difícil darse cuenta porqué se recurre a este nombre para tal premio. En
el porte, en su fisonomía de personaje tieso y de levita negra, todo un
gran diplomático que viajaba por el mundo con fondos de la Fundación
Rockefeller, Ford o Farfield o de la Fundación Kaplan (todas tapaderas de
la CIA), se puede apreciar la elocuencia del hombre que tratará de
“desmitificar a Bolívar”. Ya hoy se sabe con la enorme documentación de la
escritora Frances Stonor Saunders que en los planes de la CIA estaba
ganarle la guerra, en el plano intelectual, a la izquierda, y para ello
era necesario infiltrar ateneos, comprar periodistas, hacerse con
revistas, periódicos, universidades, centro de investigación científica y
humanística, y con una buena camada de vacas sagradas de las letras en el
mundo.

La lista es como para provocar un infarto: Carlos Fuentes, Mario Vargas
Llosa, Salvador de Madariaga, Maritain, Bertrand Russel, Albert Camus,
Igor Stravinsky, Benedetto Croce, T.S. Elliot, Karl Jaspers, André
Malraux, Ignacio Silone, Jean Cocteau, Isaiah Berlin, Ezra Pound, Ernest
Reuter, Arthur Koestler, Arthur Schlesinger Jr., Sydney Hook (ex
izquierdista radical), James T. Farrel, Jules Romain, Raymond Aron,
Günther Grass, Jorge Luis Borges, Hanna Arendt, Mary Mc Carthy y Tenesse
Williams, Robert Montgomery, David Lilienthal, Sol Levitas (editor de New
Leader), George Schuyler (negro, editor del Pittsburg Courier), Max Yergan
(periodista, también negro), Hugh Trevor-Roper (que resultó crítico y
desde el principio sospechó la ingerencia CIA), Julian Amery, A.J. Ayer,
Herbert Read, Harold Davis, Christopher Hollis, Peter de Mendessohn, David
Rousset, Rèmy Roure, Ander Phillip, Claude Mauriac y George Altman,
Ignacio Silone, Guido Piovene, Altiero Spinelli, Franco Lombardi, Muzzio
Mazzochi, Bonaventura Tecchi, Willy Brand, Langston Hughes, Roger
Caillois, Woly Soyinka, Cleant Brooks, Robie Macauley, Roberet Penn,
Warren James Merrill, John Thompson, Ted Hughes, Herbert Read, Peter
Russel, Stephen Spender, Pierre Emmanuel, Derek Walcott, Alberto Moravia,
John Dos Passos, Julian Huxley, Mircea Eliade, Thornton Wilder, Guido
Piovene, Gerbert Read, Lionel Trilling, Robert Pen Warren, Stephen
Spender, Isak Dinesen, Naum Gabo, Martha Graham, Robert Lowell, Robert
Richman, Franco Venturi, Iris Murdoch, Daniel Bell, Armand Gaspard,
Anthony Hartley, Richard Hoggart, el indio Jaya Praksash Narayan y muchos
otros.

A Salvador de Madariaga, esta agencia de inteligencia, la CIA, lo
convirtió en nada más y nada menos que en el Presidente del famoso
Congreso por la Libertad de la Cultura . Como Presidente de este Congreso,
Madariaga le hizo excelentes trabajos al Departamento de Estado, entre
ellos sabotear por todos los medios posibles la posibilidad de que se le
concediera el Premio Nobel de Literatura (1964) a Pablo Neruda. Cuando
Michael Joselsson recurrió a la influencia de Madariaga para sabotearle
este galardón a Neruda, don Salkvador expresó: "Estocolmo sabrá dar una
respuesta sencilla e impecable: ya se ha concedido el Nóbel a la poesía
chilena en la persona de Gabriela Mistral. Eso es lo importante. Y la
política no tiene nada que ver".

Un orgulloso pequeño burgués era este don Salvador, que se emocionaba y le
saltaban las musas por los poros cuando se topaba con algún banquero de
esos mecenas multimillonarios que después que expolian, diezman pueblos y
saquean naciones se dedican en EE UU al bello arte de la filantropía.
Cuando en sus “Memorias” habla del judío neoyorquino Herbert Smith,
escribe: “es uno de los seres más justos y generosos que he conocido ”.
También trató muy de cerca al monstruoso asesino Allen Dulles, (quien
fuera presidente de la United Fruit Company (UFCO), director de la CIA,
Subsecretario de Estado, íntimo del alcohólico senador Joseph McCArthy y
el degenerado Roy Cohn (abogado), y quienes pusieron de moda en Washington
la persecución anticomunista), “el mismo que años más tarde iba a dirigir
con talento y distinción la famosa CIA. Era entonces Secretario General y
animador de la delegación yanqui, y como tal vino a verme, por serlo yo de
la conferencia... Claro es que Dulles prefería discutir conmigo que con
Burton... ”.

Viajó Madiariaga, además, por el interior de EE UU, financiado por la
Foreign Policy Association de Nueva York y la League of Nations. Trabó en
el Norte fuerte relación de amistad con el potentado Thomas Lamont,
banquero, “era uno de esos norteamericanos cuyo rostro inteligente y
abierto se me presenta siempre que oigo alguna crítica excesiva o malévola
contra sus compatriotas, porque era hombre que habría honrado a cualquier
país por el mero hecho de pertenecer a él. Pronto me había dado cuenta de
sus dotes de corazón y de cerebro y nos hicimos buenos amigos. Su
situación de primera en el Banco P. J. Morgan, le permitía consagrar sumas
considerables a fines públicos, sobre todo de caridad y cultura ”. No
olvidemos que la CIA fue creada para proteger a los banqueros yanquis en
el mundo, y que en particular gente del P. J. Morgan fue de la primera en
ser enrolada.

Es muy significativa esa afirmación sobre el banquero Thomas Lamont,
relativa a recordarlo cuando alguien criticaba a los gringos, porque al
fin la CIA había conseguido hacer con Madariaga lo que siempre ha buscado
con todos los intelectuales: INSPIRAR POR MEDIOS DE SUS ACTIVIDADES A QUE
ACABEN ACEPTANDO POR MEDIO DE SUS PROPIOS RAZONAMIENTOS Y CONVICCIONES, DE QUE TODO CUANTO ESTADOS UNIDOS HACE EN EL MUNDO ES LO CORRECTO.

Entre los notables jeques de la cultura que andaba creando viveros de
enemigos del comunismo en Europa y con los que don Salvador hizo buenas
migas (y quienes le llevaron a elevado sitial como Presidente del Congreso
por la Libertad de la Cultura) se encuentran los agentes: el banquero
William (Wild Bill) Donovan, quien perteneció a OSS (Oficina de Servicio
Estratégico, predecedora de la poderosa de la CIA, y que fue disuelta por
Harry Truman), y Michael Joselsson. La OSS comenzó a reclutar espías en
las clases dirigentes, en las empresas, en la política, en la universidad
y en el mundo cultural. Donovan reunió la elite, y los hijos de J. P.
Morgan formaban parte de la OSS, igual que los Vanderbirlt, DuPont,
Archbold, Weil. Madariaga había llegado hasta Thomas Lamont, a través de
sus contactos con Donovan. Téngase también en cuenta que Allen Dulles
formó parte de las operaciones que dirigía Donovan, y era su mano derecha,
muy amigo también de Madariaga. Donovan murió loco en 1959 cuando avistó
desde la ventana de su apartamento tropas rusas avanzando sobre Manhattan,
cruzando el puente de la calle 59. Donovan fue quien reclutó para la CIA
al ex comunista Arthur Koestler.

Por su parte, Michael Joselsson se encargó de engolosinar, con parte del
Plan Marshall para Europa, a todo aquel gran pensador, filósofo, poeta,
ensayista y líder que quisiese enrolarse en la guerra contra el comunismo.
Madariaga fue uno de los primeros en dar un paso al frente cuando se
enteró que el Congreso por la Libertad de la Cultura recibiría 200.000
dólares, un equivalente a dos millones de dólares en los momentos
actuales. Llovían cheques para cuanto desease aquella central del crimen,
y Madariaga se portaban muy bien al lado de los agentes culturales de
Nabokov, Lasky, Bondy y Malcolm Muggeridge. El ayudante de Allen Dulles,
Tom Braden, dijo que Joselsson fue quien armó todo el frenético trabajo
con los intelectuales de Europa, para fortalecer el Congreso por la
Libertad de la Cultura, bajo el mando de Madariaga. Como todo lo que
rodeaba a estos agentes, la primera esposa de Joselsson, Colette Joubert,
murió asesinada y violada en su apartamento: la encontraron atada y muerta
por asfixia con una mordaza, después de ser violada . Una de las bases
principales del Congreso por la Libertad de la Cultura, además de super
agente de la CIA, fue Charles Douglas Jackson quien estudió en Princenton,
formó parte del imperio Time-Life, y fue de los principales especialistas
en la guerra psicológica (en realidad director de PWD, la División de
Guerra Psicológica que estuvo también bajo la jefatura de Nelson
Rockefeller).

SU OBSESIÓN: ACABAR CON EL “MITO BOLÍVAR”
Madariaga acogerá como pruebas irrefutables la vesánica ambición del
Libertador que trasmiten los miserables de Ducoudray Holstein, José
Domingo Díaz y Hippisley. Este godo sostendrá que Bolívar quería hacerse
personalmente rey y emperador. Madariaga es el prototipo del contumaz, del
cazurro y del terco español que no se cansará de ir acumulando pruebas
sobre los planes monárquicos del Padre de la Patria, todo para
desconceptuarle ante los pueblos de Latinoamérica, como digo, por órdenes
de la CIA.

Es así, por todo lo anterior, como se puede entender el por qué de ese
cargo de confianza dado al nieto de don Salvador, Javier Solana de
Madariaga, de Secretario General de la OTAN (desde 1999, y con el apoyo
irrestricto de EE UU). Salvador de Madariaga desde muy joven pasó al
servicio diplomático de su país, casó con una escocesa también diplomática
y escritora, y luego pasó a ser profesor de la universidad de Oxford.
Convertido ya en toda una eminencia gris del pensamiento hispano, se dio a
la tarea de recorrer el mundo, escribiendo sesudas obras que ponían por
las nubes a los señores conquistadores que llegaron a América, Cristóbal
Colón y Hernán Cortes.

Pero Madariaga no era del tipo terco a lo don Miguel de Unamuno, sino a lo
voluble y falso de un Márquez Casa León, de su estirpe diplomática (quien
traiciona a los realistas y se une a la causa de los patriotas, luego
traiciona a Miranda, y otra vez se adecua a lo que deciden los patriotas
cuando éstos vuelven a reconquistar Caracas) que mira hacia dónde se dora
mejor la píldora para pillar de allí.

Cuando alguien como Madariaga se dedica toda la vida a la carrera
diplomática, compartiendo con los dueños del mundo las decisiones que
deben mantener a la Tierra en permanente caos, guerras, conflictos,
miserias de pobreza y degradación política, se adquiere esa visión de que
el mundo debe apoyarse sobre una irreparable camada de ladrones (en la que
mandan el sionismo y la más degradante mafia internacional: negociantes de
armas, traficantes de esclavos y de droga...), y que ni la moral ni la
conciencia sirven para remediar nada. De modo que da lo mismo ser peón de
la CIA que de la KGB, y que bueno, nada se pierde vendiéndose al mejor
postor.

En su libro sobre Bolívar, hasta la gloria de haber independizado este
continente americano pretende arrebatársele Madariaga, cuando escribe:
“habrá pues que considerar la emancipación de la América española como una
de las obras históricas de más fuste que llevó a cabo Napoleón. Pero es
una obra que jamás entró en sus planes”. Quisiera saber uno, si tal
empresa hubiera sido posible, con esa carga tan dramática de lucha y de
creación política, de dolor, de tragedia y de lírica pasión soberana, sin
Bolívar. Pasarán mil años, y España no conocerá entre sus políticos, entre
sus estadistas, un hombre como Bolívar, y por el contrario le sobrarán
Godoys, Fernando VII, y doñas veleidosas como la reina María Luisa.
Madariaga va poco a poco clavando la espina de la supuesta inferioridad
moral de los parientes del Libertador, y sostiene que don Juan Vicente
Bolívar era un español americano resentido.

Sabemos del papel nefasto que introdujeron los curas en la justificación
de la dominación de los indígenas y la introducción de los esclavos en
este continente, pero Madariaga sostiene cínicamente que la Iglesia
española aportó al Nuevo Mundo el principio de la libertad de los indios y
el de la igualdad cristiana, cuando pasaron a cuchillo a millones de
indefensos seres que poblaban estas tierras. En el capítulo “El Hombre” de
su libro “Bolívar”, se extiende sobremanera en este punto, dándole soporte
a esa columna básica de la dominación de nuestros pueblos (junto con lo
militar y la oligarquía mercantilista): la religión católica, todo en un
perfecto acuerdo con la CIA. Hoy sabemos que casi todos los obispos de
América Latina, desde Argentina, Uruguay, Paraguay, pasando por Chile,
Perú, Bolivia, Ecuador, Brasil, Colombia, todo el Caribe y Centroamérica,
han trabajado codo a codo con el Departamento de Estado norteamericano
para mantener en jaque y hundir, o ahogar en sangre si es posible,
cualquier gobierno que intente dirigir su destino soberanamente.
Es para sublevarse, conociendo la pavorosa falta de instrucción que
padeció y padece nuestra América, cuando Madariaga estampa: “La Iglesia
fundó las más de las instituciones de enseñanza y de caridad que pronto
cubrieron todo el continente, y en general actuó siempre como la abogada
del débil y del indefenso, sin prejuicio alguno de color”.

Cuando Bolívar ataca a los españoles con el verbo de sus clarividencias
inapelables, entonces Madariaga se abalanza sobre él y dice que lo
deberían encerrar en un manicomio o es que acaso pesa sobre su locura la
sangre india que lleva en sus venas. Sobre todo cuando Bolívar dice: “Un
continente separado de la España por mares inmensos, más poblado y más
rico que ella, sometido tres siglos a una dependencia degradante y
tiránica... Tres siglos gimió la América bajo esta tiranía, la más dura
que ha afligido a la especie humana. El español feroz, vomitando sobre las
costas de Colombia, para convertir la porción más bella de la naturaleza
en un vasto y odioso imperio de crueldad y rapiña... Señaló su entrada en
el Nuevo Mundo con la muerte y la desolación: hizo desaparecer de la
tierra su casta primitiva, y cuando su saña rabiosa no halló más seres que
destruir, se volvió contra los propios hijos que tenía en el suelo que
había usurpado”.

SUS GUSTOS POR EL COLONIALISMO
Además de racista, colonialista y de godo, Salvador de Madariaga estaba
impregnado hasta más allá de la médula de esa brutal manera de llevar “la
civilización occidental”, a sangre y fuego, a América Latina y al
continente africano. La escritora Julia Elena Rial dice que “las masacres
que hasta ayer azotaban a nuestro mundo latinoamericano, no sólo en el
sentido de destrucción del hombre sino como delito social y transgresión
de los derechos humanos, hoy son causa de preocupación universal. La
ortodoxia sobre ellas supone una doctrina básica dominante (colonialismo,
positivismo, liberalismo, neoliberalismo, neocolonialismo) en los momentos
históricos durante los cuales se produjeron y donde, por lo general,
prevalecían concepciones deterministas. Las masacres se realizan para no
interrumpir el encadenamiento ascendente en el cual se considera que la
etapa histórica presente debe ser superior a la precedente, sin que nada
la enturbie”. Y añade que sobre los fusilamientos en Cholula, Salvador de
Madariaga los justificó en su historia sobre Hernán Cortés, tomando una
cita del historiador inglés Munro, a quien atribuye estas palabras: “La
matanza de Cholula fue una necesidad militar para un hombre que guerreaba
como Cortés” (Madariaga.1951, p. 290). Agrega la escritora Rial que el
inglés le “sirve a Madariaga para apoyar su tesis colonialista y para
referirnos el porqué de una masacre con un bi-discurso que describe un
Cortés pedante y altanero, que se sentía con derecho para atacar
cualquier aldea desarmada, pero también era “valiente y legalista”. La
distorsión que muestra el lenguaje y la prepotencia histórica se
entremezclan para desvirtuar los hechos. Es oportuno recordar aquí a José
Carlos Mariátegui quien pensaba que sin sensibilidad política y
clarividencia histórica no puede haber profunda interpretación del
espíritu literario ”.

Esa manera sin sensibilidad humana y política y ahistórica, le brota por
los poros cuando escribe que los pueblos de las Indias amaban a Fernando
VII, porque “la Corona de España había sostenido tradicionalmente los
derechos de los pueblos frente a los excesos de los encomenderos y en
general de las clases altas criollas ”. Esta barbaridad no se la cree
absolutamente nadie, que aún en el 2005, en una encuesta que se hizo en
Madrid, casi un 80% de españoles no sabe ni siquiera si América estuvo
colonizada por España, mucho menos iban a saber nuestros pueblos de
entonces que provenía de la Corona española toda “aquella gracia y
bienestar, seguridad y protección de sus derechos de los que ampliamente
disfrutaban”. Cuando las querellas tardaban siglos en llegar a la
Península para que luego estos informes fuesen desechados y olvidados. Y
otra vez Madariaga atribuye esta noble virtud realista a la influencia de
la Iglesia, en particular de los frailes.



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

 jsantroz@gmail.com      @jsantroz

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