Antonio Nariño. Luchador incansable por la Independencia

Antonio Nariño es considerado, con razón, uno de los precursores más importantes de la Independencia de Nuestra América junto con Francisco de Miranda, Pablo de Olavide o Francisco Eugenio Espejo, entre otros. Se le rememora por su labor como traductor de los Derechos del Hombre y del Ciudadano; dicha acción le costará años de persecución y destierro. Luego de los acontecimientos de 1810, Nariño jugará un papel fundamental como promotor de la Independencia absoluta de España y defensor de una propuesta unitaria para la Nueva Granada que buscaba enfrentar la amenaza externa de los ejércitos realistas al armonizar y unificar recursos y fuerzas en una posición centralista antifederalista. Es el iniciador de una idea de construcción nacional, sin perder de vista que la causa de la Independencia era continental. Poco se hace énfasis en los contenidos de su pensamiento político centralista y defensor de la igualdad y libertad como derechos únicamente realizables en el marco de una República, sin embargo, es un aspecto fundamental de su obra como ideólogo y luchador por la Independencia. Del mismo modo, su estampa de guerrero es invisibilizada olvidando su papel destacado como militar en defensa de la unidad y de la Independencia en la conocida como Campaña del Sur por la historiografía neogranadina del periodo. Por otro lado, su papel como político y estadista es también soslayado, cuando fue el presidente del Estado de Cundinamarca durante gran parte de ese periodo que él mismo acotó con el término de Patria Boba, y ya en sus últimos años reconocido por Bolívar como uno de los grandes de la gesta independentista, nombrado Vicepresidente de la República de la Gran Colombia y luego Senador en el Congreso de Cúcuta. Nariño debe ser rescatado como uno de los grandes luchadores por la igualdad, odiado por las oligarquías de entonces y de ahora por considerarlo un incitador de las luchas de los de abajo. Este artículo intentará brindar un recorrido de la vida de un revolucionario de todos los tiempos como lo es Antonio Nariño que permita apreciar su significado histórico y la vigencia de su pensamiento y accionar.  

Un hijo de la élite

Hijo de una de las familias más ricas del virreinato de la Nueva Granada; de padre español, Vicente Nariño, y madre criolla, Catalina Álvarez del Casal, nació el 9 de abril de 1765 en Santafé de Bogotá. Era el tercero de ocho hermanos. En su temprana juventud estudió en el Colegio Mayor de San Bartolomé donde adelantó estudios sobre filosofía y derecho, sin llegar a doctorarse; allí adquirió las bases para su dedicación autodidacta de instruirse en las obras de los grandes pensadores de su tiempo y de la ilustración francesa. Muy joven, tenía a penas 16 años, sirvió como abanderado en las milicias de Santa Fe, creadas entre 1781 y 1782 para encausar y reprimir al movimiento comunero después de la traición que el poder virreinal hizo a los comuneros al desconocer los acuerdos alcanzados en la Capitulaciones. La ejecución degradante e inhumana de líderes comuneros como José Antonio Galán debió causar honda impresión e indignación en el joven patricio, pues abandonó después de estos hechos la milicia. En 1784, con apenas 19 años de edad, contrae matrimonio con la criolla santafereña Magdalena Ortega, hija de un importante funcionario español. Comienza sus labores como empresario y hacendado involucrado en proyectos novedosos de producción agrícola alrededor de la quina y el café; como criollo de la élite ocupó cargos importantes en la administración local. En 1789 es nombrado Alcalde de Primera Elección. Al igual que muchos criollos, lo sorprenden las noticias de los hechos de la Bastilla y los inicios de la Revolución Francesa que, ya con los sueños de Independencia que había despertado la Revolución de Independencia de Norteamérica, van a contribuir a acendrar ideales republicanos en algunos jóvenes criollos con inquietudes y que como Nariño eran estudiosos y ávidos de cambios. En esos años, Nariño junto a su amigo Pedro Fermín de Vargas había iniciado el estudio de los clásicos de la ilustración francesa y europea, así como, del pensamiento liberal que surgía entonces.  

     Por otro lado, la influencia de la Expedición Botánica dirigida por el sacerdote, médico y científico naturalista José Celestino Mutis, desde su creación en 1783, además de las clases de matemáticas, astronomía y medicina que impartía el mismo Mutis en el Colegio de Nuestra Señora del Rosario con los adelantos de la ciencia moderna europea, generaron un grupo de jóvenes criollos estudiosos de las ciencias naturales y del pensamiento científico opuesto a la escolástica sostenedora ideológica de la sociedad colonial y monárquica. Muchos jóvenes se acercaron al pensamiento de la ilustración a través de las ciencias naturales; y gracias al ambiente generado por la Expedición Botánica se generaron sensibilidades e inquietudes filosóficas y políticas que se identificaban con los postulados políticos republicanos materializados en la Revolución Norteamericana y Francesa. Si bien Antonio Nariño no hacía parte del grupo de jóvenes reunidos alrededor de la Expedición Botánica, sí compartía sus mismas inquietudes y lecturas. En 1790, con la llegada del virrey José de Ezpeleta, la actitud hacia grupos de tertulia literaria y filosófica tuvo un periodo de permisividad e incluso incentivo por parte de las autoridades coloniales. Nariño y Pedro Fermín crean un grupo de tertulia y discusión política llamado El Arcano de la Filantropía, donde alcanza su mayor reconocimiento como hombre ilustrado y de pensamiento adelantado para la época. Compartían discusiones liberales con Francisco Antonio Zea, José María Lozano, Francisco Tovar, entre otros, todos representantes de la juventud de élite de la sociedad santafereña. En el club se cobraba una cuota moderada para el sostenimiento del local y la compra de libros y gacetas extranjeras que promovieran la lectura de sus integrantes; al leer la prensa europea profundizaban en el conocimiento de los fundamentos de la Revolución Francesa. Con relación a este grupo de tertulia Nariño dictaba en un comunicado de promoción del grupo: “los socios se juntarán a determinadas horas, se leerán los papeles y se criticará y se conversará sobre aquellos autores. De modo que se pueden pasar un par de horas divertidas y con utilidad”  

Nariño infringe el orden colonial en lucha por la Libertad y la Igualdad

Para 1793 Nariño tenía una de las bibliotecas más completas y abundantes de todo el orbe hispanoamericano, se calculaba en más de dos mil títulos, donde se encontraban obras de Montesquieu, Voltaire, Rousseau, el Padre Alba, entre títulos de historia, botánica y economía política. Desde muy joven mostró afición por la actividad periodística, vinculado con publicaciones en la Imprenta que habían dejado los jesuitas cuando fueron expulsados en 1767; escribía para el primer periódico publicado en la Nueva Granada, El papel Periódico de Santa Fe, impulsado por el virrey, y fundado en febrero de 1791 por el intelectual cubano Manuel del Socorro Rodríguez, con una regularidad semanal en sus números. Por su lado, Nariño había adquirido una imprenta en 1790, mucho más sencilla que la de los jesuitas pero en la cual publicaba sus reflexiones, y donde se le permitía publicar sin licencia del Rey.  El propósito de Nariño era que el sitio dedicado a la imprenta se convirtiera en un lugar donde sus amigos pudieran leer, discutir e imprimir textos fundamentales para avanzar en los conocimientos; un verdadero santuario de las ideas libertarias. Al poco tiempo, Nariño obtiene el documento sobre los Derechos del Hombre en francés, gracias a un oficial español que estaba al servicio del virrey Ezpeleta y quien le había facilitado un libro de la biblioteca virreinal entre cuyas páginas se encontraba dicho documento.  Ante tan emocionante hallazgo dedica su tiempo a traducirlo, cuando ha culminado su traducción, a finales de 1793, lo pasa a su amigo Bruno Espinosa para que lo imprima con el propósito de luego repartir entre los contertulios y amigos. En total imprime 100 ejemplares, pero sólo alcanza a repartir dos pues se detiene en su empeño cuando es advertido de las consecuencias nefastas para él si llega a ser descubierto difundiendo semejante documento que ponía en cuestión el fundamento del poder colonial jerárquico, arbitrario y excluyente. Entre el 18 y 19 de agosto de 1794 aparecieron en Santa Fe unos pasquines que llamaban a acabar con la dominación española, además de revivir lo sucedido en la insurrección de los Comuneros. Uno de los papeles decía: “Si no quitan los estancos/ si no cesa la opresión/ se perderá lo robado/tendrá fin la usurpación”. Pronto las acusaciones recayeron sobre Antonio Nariño y sus amigos de tertulia. La alarma cundió en las altas esferas políticas. Comenzaron los arrestos en masa y las persecuciones de todo tipo. Finalmente, se ordenó la deportación y condena a todos los implicados, entre ellos: Luis de Rieux, médico de nacionalidad francesa; Manuel Froes, ciudadano francés nacido en Santo Domingo; Francisco Antonio Zea, así como, a miembros de la Expedición Botánica como José Ayala y Sinforoso Mutis.  

     Al juicio contra Nariño se le sumó un delito más, la traducción e impresión de los Derechos del Hombre, que se había sabido por un informante de tiempo atrás pero que hasta ahora se sumaba al proceso y ocupaba el argumento principal para acusarlo y condenarlo. En su defensa utilizó cuatro argumentos, cada uno sustentado en importantes escritos, todos destinados a demostrar que las ideas contenidas en la Declaración de los Derechos del Hombre francesa no podían ser entendidas como traición, así lo afirmaba Antonio Nariño: 

    Primero, aunque el papel fuera sumamente malo, la forma en que está concebido y su titulo, me eximían de delito. Segundo: estando publicados los principios de este papel en  los libros corrientes de la nación, no se le puede juzgar como pernicioso. Tercero: comparado con los papeles públicos de la nación y con los libros que corren permitidos, no debe ser su publicación un delito. Cuarto: El papel solo se puede mirar como perjudicial, en cuanto no se le dé su verdadero sentido, pero examinado a la luz de la sana razón no merece epítetos que le da el Ministerio fiscal….  

     El documento de su defensa contiene varios cientos de hojas de increíble elocuencia, completamente lleno de citas textuales de libros de historia, filosofía y literatura que muestran a un hombre erudito y pensador preparado en una lectura sistemática de años, pero sobre todo que expresa su posición política a través de algunos de los autores que cita. Su argumento principal fue el segundo, y alrededor de él utilizó a autores contemporáneos como el escritor ilustrado español Valentín de Foronda en sus Cartas sobre los asuntos más exquisitos,  quien sigue los postulados de la ilustración francesa que además se expresan en la declaración de Derechos Humanos, y Nariño lo demuestra al citar pasajes de la Carta titulada Sobre que los derechos de propiedad, libertad y seguridad deben ser la basa de las leyes. Pero más contundente resulta cuando cita al Conde Reinaldo Cardi de un escrito publicado en el Mercurio peruano; a través del intelectual italiano que presenta como español, aprovechándose de la ignorancia sabida de los Oidores del Tribunal, para dar más fuerza a sus argumentos, expresa su defensa de la Independencia al reivindicar la Igualdad y la necesidad de desarrollar una economía propia en lo que apunta a ser el principio de un nacionalismo económico:  

    Yo sostengo que, para restaurar la monarquía española á su antiguo poder, lustre y esplendor, conviene que permita el establecimiento de todas las fábricas que sean susceptibles á las colonias de América; y añado más: que permitida y fomentada la industria y la agricultura en nuestras colonias, la monarquía española será la más poderosa y el más opulento imperio que han conocido los siglos… porque ó las colonias han de estar gobernadas según las reglas de la equidad, de justicia y de razón, según aquellas reglas que han unido á los hombres en sociedad para su propia conservación, seguridad y bienestar; ó al contrario se quieren gobernar por principios y reglamentos opuestos á sus intereses? En el primer caso nada hay que temer: jamás pueblo alguno sacudió el yugo de la autoridad soberana cuando ésta no había faltado á las reglas de equidad, de justicia, de igualdad y de razón; en el segundo siempre esperó el pueblo un momento favorable para romper las cadenas de la opresión… las colonias americanas de España conservarían su sociedad con la Metrópoli siempre que gocen de un gobierno que, conservando la propiedad, la libertad y la seguridad que se les debe, las iguale con los ciudadanos de la ilustre patria. Pero si se sigue con ellos el sistema contrario, el ejemplo y la proximidad de los nuevos republicanos las estimularán á desear y abrazarán otro gobierno que más les convenga.  

     Esta defensa, a pesar que se apoyaba en citas ya publicadas en periódicos y libros de circulación en España y América debió causar terror y preocupación en las mentes conservadoras y escolásticas de las autoridades coloniales española, pues José Antonio Ricaurte, abogado que asumió la defensa de Nariño y leyó el documento elaborado por el acusado, fue presa de la furia y arbitrariedad colonial y condenado a presidio en los calabozos de Cartagena. Por su parte, Nariño fue condenado a 10 años de exilio en África, a no volver a tierras americanas y a la confiscación de todos sus bienes, entre los cuales se contaba la biblioteca, que como ya se ha señalado era considerada una de las más completas de toda la América bajo dominio español. Los primeros meses de prisión los pasó en su propia casa, hasta que fue despojado de ella y trasladado por la vía del río Magdalena con destino a España el 19 de diciembre de 1795; deja 5 hijos y una esposa en la completa miseria. 

Exilio y persecución.

Durante su viaje como prisionero a España, es llevado primero a Cartagena, luego parte a la Habana, donde desembarca el 16 de enero de 1796; allí se encuentra con los demás reos, sus amigos de tertulia, todos acusados por conspiración. El grupo es dividido en tres bergantines, Antonio Nariño iría en la embarcación llamada San Gabriel, que toca tierra en el puerto de Cádiz el 17 de marzo, momento que aprovecha para fugarse. Rápidamente se traslada a Madrid, donde inicia un periodo de lucha por limpiar su nombre, también, le escribe un memorial al Rey el 29 de marzo. La respuesta fue contundente, el mandato real solicitaba la captura del fugitivo. Sin auxilio y previendo la posibilidad de su arresto, decide viajar a Paris, el 13 de junio, bajo una identidad falsa, como Francisco Simón Álvarez comerciante español. En Francia está un par de meses investigando sobre el estado de su causa, leyendo sobre las nuevas disposiciones legales aplicadas a los acusados de promover la revolución y empapándose de los acontecimientos de la Revolución Francesa. Allí tendrían lugar varios encuentros con Francisco de Miranda, luchador incansable por la Independencia de Venezuela y la América entera. Cansado de no encontrar salida a sus desgracias, decide viajar a Inglaterra. A Londres llega en agosto, donde intenta infructuosamente conseguir ayuda económica y respaldo político de aquella potencia para lograr la emancipación americana, las negociaciones nunca dieron fruto, pues el costo de la ayuda era considerado por Nariño demasiado alto para aceptar; en este sentido señalaba:  

    en el caso de cometer un atentando contra la metrópoli, no me parecía que pudiera cohonestarlo con vender mi patria a otra nación. Sacarla de la dominación de España para entregarla al duro yugo de los ingleses, con otra religión, otro idioma y otras costumbres, eso era en mi concepto la acción  más vil que podía cometer. Antes hubiera preferido la muerte que convenir en ello. 

     Sin salida, y tal vez con la esperanza de obtener el mismo beneficio con que fueron tratados sus demás compañeros de juicio, quienes habían sido absueltos por el Rey y dejados en libertad bajo la promesa de no volver a América, Nariño decide regresar, pero convertido ya en un revolucionario decidido a luchar y dar su vida por la libertad nuestroamericana. En diciembre de 1796 Nariño se embarcó con destino a las Antillas en el Caribe; en enero de 1797 ya estaba en la isla de Guadalupe, luego pasaría a  Trinidad y de allí rápidamente a Curazao desde donde el 4 de marzo parte hacia Venezuela, atraviesa Coro disfrazado de Sacerdote y después de pasar el lago de Maracaibo asciende los andes y se introduce en el Virreinato de la Nueva Granada circundando las ciudades de Cúcuta, Pamplona, Cerinza, Tunja y Chocontá. El 5 de abril de 1797 se le presentó a su familia en Santa Fe, al ver que continuaba siendo perseguido y buscado para ser apresado, partió hacia la provincia del Socorro y Vélez, donde años antes se había originado el levantamiento de los Comuneros, a indagar sobre los ánimos para preparar una insurrección en contra de España. Consideraba esta región como depositaria de descontento contra el dominio colonial por su tradición de lucha desde la época de los Comuneros, pero se equivocaba. Dichos intentos sirvieron para que las autoridades fueran informadas de su presencia en el Reino. El 13 de julio, entra por segunda vez a Santa Fe, con ayuda del arzobispo Baltazar Jaime Compañon y su esposa, deciden acordar su entrega a las autoridades con el objetivo de que lo dejaran en libertad al igual que había pasado con algunos de los reos. Finalmente, se presentó ante el virrey Pedro Mendinueta, el 19 de julio, quien lo apresó y le tomó una confesión donde Nariño narró con pormenores sus peripecias en Europa y sus intentos de insurreccionar el Socorro y Vélez. El Virrey lo mantuvo preso en el Cuartel de Caballería  durante varios años pero en condiciones más o menos dignas y en contacto con su familia mientras desde la península se definía su situación. Al parecer, las noticias que llegaron de Venezuela sobre un intento de insurrección independentista y republicana en la Guaira y Caracas, encabezada por los españoles Juan Bautista Picornell y Manuel de Campomanes y los venezolanos José María España y Manuel Gual, fueron relacionadas con Antonio Nariño por la relativa coincidencia temporal de su paso por Venezuela, y junto con su intento de insurreccionar la región del Socorro contribuyeron a su prisión. Mientras estuvo en prisión presentó, por sugerencia del virrey Mendinueta, un Plan de Administración en el Nuevo Reino de Granada donde exponía la necesidad de hacer ricos estos dominios permitiendo el desarrollo de la agricultura y de la industria, así como la construcción de caminos y ayuda de la metrópoli en la mejor utilización de las riquezas. Seguía aquí expresando su concepción sobre la necesidad de un desarrollo nacional libre de la dependencia que incentivaba la Corona para garantizar recursos fiscales y ganancias a sus comerciantes. Hasta mayo de 1803 se le permite salir de prisión, pero se le prohíbe, sin previo permiso del virrey, salir de su hacienda a orillas del río Fucha en los alrededores de Santa Fe. Ante la crisis en España con la invasión Napoleónica y la abdicación de los monarcas Borbones, la situación en Santa Fe es de paranoia y temor en las autoridades coloniales.

     Cuando en septiembre de 1809 llegaron las noticias a Santa Fe de la Junta Gubernativa creada en Quito, muchos criollos no pudieron ocultar su simpatía y apoyo a pesar de la actitud de las autoridades coloniales. Se conocieron de algunas conspiraciones que buscaban acabar o socavar la autoridad del virrey, con lo que se incrementaba la paranoia institucional y se justificaba la persecución y encierro de quienes eran considerados sospechosos de querer implantar una Junta en Santa Fe. El 23 de noviembre de 1809, con la escusa de que el virrey quería hablarle, es conducido Antonio Nariño a altas horas de la noche al Cuartel de San Agustín donde es apresado por las tropas del fijo de Cartagena que se encontraban en Santa Fe a petición del virrey. Antes de que aclarase el día 24 fue conducido con destino a Cartagena; en los calabozos de Bocachica permanecerá hasta el 27 de mayo de 1810, cuando el Comisionado Regente Antonio Villavicencio, recién llegado como representante de la Regencia de Cádiz, único gobierno español en la península, intercede para su liberación. No obstante, permanece en la ciudad sin permiso para salir hasta que es definitivamente destituido el Gobernador Montes y se instala una Junta en Cartagena. Enterado de los sucesos del 20 al 26 de julio en Santa Fe, Nariño parte entusiasmado a su ciudad natal.  

Reinicia la lucha por la Independencia y la igualdad

Llega el 8 de diciembre de 1810 a Santa Fe, enfermo y pobre, por causa de la persecución infundada y desmedida del gobierno virreinal, que empeñó toda su furia contra el autor de la publicación de los Derechos del Hombre. Un buen sector de la oligarquía santafereña había tratado de frustrar su regreso pues lo consideraban peligroso por sus ideas republicanas de igualdad y por la influencia que ejercía sobre la población que lo estimaba y veneraba como a un héroe de la causa independentista y anticolonial. Resuelto a recuperar su posición, inicia toda una serie de querellas judiciales contra el gobierno por los daños y perjuicios ocasionados debido a su detención y persecución. Le es imposible desligarse del contexto de ebullición política que se vivía en un proceso revolucionario como el que presenciaba el mundo en un continente que luchaba por su Independencia. El 22 de diciembre, es nombrado Secretario, junto con Crisanto Valenzuela, al Congreso que se convoca desde Santa Fe para las provincias neogranadinas. No obstante, dicho Congreso no logró convocar a la mayoría de las provincias neogranadinas que veían con recelo las pretensiones de Santa Fe de continuar siendo el centro político. El 27 de Marzo de 1811, el recién constituido Estado de Cundinamarca elige como presidente a Jorge Tadeo Lozano, quien representaba un ideario de monarquía constitucional que se refleja en la Constitución por él redactada para el nuevo Estado y promulgada en el mes de Mayo, donde reconoce la autoridad de Fernando VII y establece un sistema de autonomía provincial y federalismo para Cundinamarca. Nariño se declara en franca oposición al sistema federalista al que considera perjudicial para la realidad neogranadina y para la América bajo dominio, hasta entonces, de España, por dos razones: en primer lugar, no existen los suficientes recursos materiales ni una élite ilustrada, con experiencia para gobernar y lo bastante numerosa y extendida como para fraccionar el territorio en múltiples estados, cada uno con su clase dirigente competente e ilustrada; y, en segundo lugar, aún no se ha alcanzado la independencia absoluta pues la amenaza de reconquista española está cerca, por tanto es necesario un gobierno unificado que concierte esfuerzos para enfrentar al enemigo común. Su posición es conocida como centralista, pues pretende hacer de la Nueva Granada un solo Estado con un gobierno central que delega en las provincias algunas atribuciones pero que unificadamente toma las decisiones y establece las leyes en un Congreso Nacional. El 14 de julio de 1811, fecha emblemática de conmemoración de la toma de la Bastilla, Antonio Nariño publica el primer número de su periódico titulado La Bagatela impreso en la Imprenta Real (su imprenta de 1793 había sido quemada por la inquisición). Su periódico será una tribuna para la difusión de las ideas revolucionarias. Durante éste mismo tiempo muere su querida esposa Magdalena Ortega, un duro golpe para Nariño, quien trataba de acomodarse al momento político de euforia revolucionaria. En el número 3 del periódico publicó unas sentidas palabras por el fallecimiento de su esposa: “ tú habitas ya en un eterno silencio; tú alma, aquella alma que partió mis penas y mis placeres, voló al seno de su creador […] querida mitad de mí mismo, respóndeme…”. 

     El 28 de julio de 1811 Nariño llamaba en La Bagatela a la necesidad de profundizar las reformas y asumir de una vez por todas la condición de Independientes sin temores:  

    El desorden en que vivimos hace ocho ó nueve meses y algunas cosillas de que aún no nos vemos libres, han hecho pensar á algunos que nuestra trasformación fué prematura. Prescindo de que nuestros mismos tiranos nos forzaron con sus impolíticos é inicuos tratamientos, multiplicados al propio tiempo que ya era de su propio interés el aflojar. ¿Qué habríamos adelantado con vivir otros cien ó doscientos años más en la esclavitud? Embrutecernos más, acabarnos de persuadir que el americano y el africano han nacido para servir á un puñado de europeos porque aprendieron á matar y á engañar antes que nosotros… 

     Su posición en contra del sistema federalista y su propuesta de gobierno claramente la expresaba en el número cuatro de La Bagatela:  

    A mi me parece que se puede conciliar muy bien la voluntad general con una forma de gobierno enérgico y capaz de salvarnos de los peligros que por todas partes nos amenazan. El deseo que se ha manifestado generalmente por la federación de las Provincias, no sólo es un entusiasmo por el gobierno adoptado en la América inglesa, sino que es un grito de la naturaleza los grandes Estados no pueden ser libres sino bajo de este sistema y mucho menos donde la pobreza, la ignorancia y una población diseminada en un inmenso terreno disponen á la servidumbre. Pero el sistema de convertir nuestras Provincias en Estados Soberanos para hacer la federación, es una locura hija de la precipitación de nuestros juicios y de una ambición mal entendida.   

     Y luego más adelante continuaba: 

    No es la extensión del terreno, no es la población, no son las riquezas ni las luces las que forman la fuerza de un Imperio por sí  solas; la suma total de todas estas cosas forman su fuerza; y si nosotros, en lugar de acumular nuestras luces, nuestras riquezas y nuestras fuerzas las dividimos en otras tantas partes como tenemos de Provincias ¿cuál será el resultado? Que sí con la suma total de nuestros medios apellas nos podremos salvar, dividiéndonos nuestra pérdida será tanto más probable cuanto mayor sea el número de partes en que nos dividimos.”. 

     Su actividad política de oposición al gobierno de Lozano y la agitación de sus ideas a través de La Bagatela, unido a su prestigio entre los sectores medios y populares, lograron nuclear alrededor suyo la oposición; el descontento contra el gobierno era general. Pedían Independencia y acciones tendientes a enfrentar la amenaza realista que avanzaba desde Santa Marta y el sur, desde Popayán y Pasto. Nariño señalaba: “No hay medio: querer ser libres dependiendo de otro Gobierno es una contradicción: con que, ó decretar de una vez nuestra independencia ó declarar que hemos nacido para ser eternamente esclavos”. Y en defensa de la amenaza realista la consigna nariñense era clara: ¡SALVAR LA PATRIA Ó MORIR!  

     El 19 de septiembre de 1811, multitudes de santafereños y habitantes de los alrededores se agolparon desde las nueve de la mañana en la plaza mayor, sus líderes: José María Carbonel, Pedro Groot y Manuel Pardo, criollos de ideas igualitarias y radicales con gran influencia en las barriadas santafereñas, sobre todo Carbonell; aclamaban a Nariño y solicitaban medidas radicales. Después de horas de deliberaciones una Junta eligió a Antonio Nariño presidente, antes había renunciado Jorge Tadeo Lozano. El 21 de septiembre en una acto público el ejército y milicias mostraron su apoyo irrestricto al nuevo presidente. El ideario de Nariño nutrió la conformación del nuevo gobierno, sus propuestas alentaron proyectos tan importantes como la extensión del sufragio, para que el voto no estuviera ligado a la riqueza personal. Desde el principio postuló su lineamiento para abocar al nuevo gobierno hacia el sistema centralista, como la forma ideal para gobernar, en fuerte oposición al federalismo propuesto por Camilo Torres desde las Provincias Unidas que se declararían en guerra contra Cundinamarca. Así mismo, fue un fuerte defensor de las ideas de igualdad y libertad para los distintos sectores sociales, denodado favorecedor de los preceptos básicos de la Revolución Francesa. La guerra civil se encendió entre las Provincias Unidas federalistas y el Estado de Cundinamarca centralista. El 9 de enero de 1813, después de la estrepitosa derrota de las tropas federalistas al mando de Antonio Baraya en San Victorino cuando se disponían a invadir Santa Fe, Nariño logra llegar a un acuerdo con el Congreso de la Provincias Unidas presidido por Camilo Torres para enfrentar al verdadero enemigo que avanzaba por el sur. Al tiempo que esto ocurría, Nariño asignaba importantes recursos económicos y militares a Simón Bolívar para continuar su proyectada invasión a Venezuela, envió un importante contingente de soldados de los más veteranos a acompañar al futuro Libertador.  

     El 13 de junio de 1813, Nariño dimite ante el Colegio Electoral de Cundinamarca su condición de Presidente y es nombrado, el 28 de junio, Teniente General de los Ejércitos y Comandante General de las Armas del Estado del ejército republicano para hacer frente al avance español desde el sur, a donde fue autorizado para viajar. Después del triunfo sobre los realistas al mando de Juan Sámano en la batalla del Alto Palace (30 de diciembre de 1813), Nariño ingresa a Popayan, luego de derrotar nuevamente a los realistas en Calibío (15 de enero de 1814) obliga al repliegue de la avanzada enemiga. Dirigiéndose a Pasto las fuerzas al mando de Nariño derrotan nuevamente a los realistas en Juanambú (28 de abril de 1814) y Cebollas (2 de mayo de 1814), sin embargo, ya prestos a entrar a la ciudad refugio realista, en un combate en los ejidos de Pasto, en un error de los mandos patriotas emprenden la retirada y abandonan a Nariño a su suerte.  El 14 de mayo de 1814 es capturado y, después de 13 meses de encontrarse recluso en Pasto, es enviado a Lima como escala para su prisión en Cádiz.  
 
*Historiador-investigador

Sus últimos días entre el reconocimiento de la gloria y la desilusión

El pronunciamiento liberal del general Riego le devolvió la libertad en marzo de 1820. Cuando por fin logra regresar a la América lo hace por Angostura el 28 de marzo de 1821, en Achaguas se reúne con Bolívar quien lo colma de atenciones y respeto. Fue nombrado por Simón Bolívar vicepresidente interino de la República de la Gran Colombia mientras el Congreso de Cúcuta se posesionaba y elegía presidente y vicepresidente; al presidir la sesión inaugural del Congreso, pues El Libertador se hallaba en los preparativos de la Campaña de Carabobo, presentó el proyecto de constitución que había elaborado durante el tiempo de prisión en España, pero no obtuvo atención alguna. En 1822 es nombrado Senador desde donde defiende su reputación y prestigio ante los ataques de sectores que lo veían como una amenaza. Se enfrentó duramente contra las ideas promulgadas por Francisco de Paula Santander. Enfermo y sin mucho apoyo político, Antonio Nariño emprende su viaje a la población de Villa de Leyva, sus médicos le habían recomendado que cambiara de clima. Allí a los pocos días de haber llegado, muy enfermo, finalmente muere el 13 de diciembre de 1823.


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