Claudicando ante el enemigo: principio del fin

Todo proceso que se diga revolucionario, que tenga una meta determinada en el tiempo y el espacio, debe ser consecuente con la predica o discurso básico que usa para establecer las bases de ese cambio, de lo contrario, seria solo una entelequia basada en falsos conceptos acomodaticios al momento por conveniencia. Cuando eso pasa se pierde seriedad y se resta apoyo popular.

Es natural que las fuerzas enemigas de las revoluciones, se incomoden cuando sus vicios, crímenes y maldades son descubiertos y vertidos al conocimiento público. Cuando eso sucede, entonces vienen los ataques frontales, las proposiciones, las amenazas, las conspiraciones y las negociaciones con el fin de neutralizar esa difusión de sus autenticas intenciones dañinas. Si los principios ideológicos, morales y éticos de quienes están embarcados en llevar a cabo esa revolución no son firmes y definidos claramente, entonces empiezan las claudicaciones y las concesiones ante el enemigo y desde ese momento, se pierde la esencia de lo que se quiso vender como revolución.

Ante la duda y la falta de firmeza, se debilita el proyecto revolucionario y se fortalece el enemigo. En este caso por ejemplo frente al chantaje de no publicar la realidad de los aberrantes crímenes del sionismo a nivel global, se negocia un silencio cómplice de las voces que denuncian las injusticias Sionistas a cambio de no ser catalogado de ANTISEMITA.

Todo chantaje tiene como meta anular al contendor, en este caso el contendor es la verdad y quienes ceden al chantaje entregando la neutralidad de su espacio, son los medios de comunicación que aunque se denominan revolucionarios, se someten a las presiones de monstruo que dicen combatir. ¿Cómo se puede combatir una bestia tan criminal como es el capitalismo sionista asesino y estar sometido a la vez a sus caprichos y presiones. Resulta que para algunos de estos camaradas, ahora quien ataca al sionismo asesino y que en algunos casos reclama el silencio o la invisibilizacion de algunos escritos, pasa a ser el enemigo y es entonces catalogado de narcisista, ególatra, centrista, individualista y pantallero. Ese mismo chantaje, le hacen por ejemplo, las fuerzas de la derecha reaccionaria, a quienes denuncian los crímenes en Colombia, en Honduras, en Afganistán, Pakistán, etc. Entonces es mejor que nos quitemos la mascara de revolucionarios y nos pongamos la de reformistas o de sustituidores de la oligarquía actual por otra sin muchas variantes. No es concebible una revolución cuya debilidad haga que se doblegue ante las presiones de un monstruo que destruye a la humanidad, sus valores y principios morales y éticos. Entonces ahora debemos decir que es mentira la masacre continua en palestina, el genocidio en Irak, las mortandades en Pakistán, las muertes por inanición de hambre y sed provocadas intencionalmente en áfrica, las intenciones de guerra contra Irán y contra Corea del Norte, para que no nos tilden de antisemitas, no debemos denunciar a quienes paradójicamente matan a los semitas palestinos y decir que el capitalismo salvaje y depredador de quienes se pretender erigir en el gobierno mundial, para diezmar a los pobres a fin de posesionarse de los recursos natrales que quedan.

¡Carajo! ¿Por cual revolución tenemos que gritar un viva? Sera por la revolución que rompió relaciones con el estado sionista invasor asesino de Israel y que se puso al lado de los pueblos árabes perseguidos o por esa otra revolución que quiere negociar y hacer concesiones a los sionistas asesino por temor a una calificación estúpida.


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Javier Monagas Maita


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