¿Y las bases qué?

Francamente, no entendemos. Debe ser que el rechazo hacia las hipócritas formas de la diplomacia nos impiden ver con mayor equilibrio el modo como manejamos nuestra política exterior. Seguro que es eso. De lo contrario, aceptar este bailecito de un "pasito pa' lante y otro pa' trás" resulta un poco complicado para quien sólo conoce de salsa y merengue.

Nosotros nos movemos al son que nos toca Colombia. Pero decimos lo contrario. Nos batimos con arrogancia y orgullo cada vez que de allá recibimos una agresión, cosa que sucede con muchísima frecuencia, y respondemos estruendosamente, de acuerdo al tamaño de la afrenta.

Pero después recogemos velas, y vuelven los abrazos y los amapuches. Los tontos que salimos corriendo a blandir espadas por el ataque a la patria, nos quedamos como pajarito en grama.
¿Por qué no vino Santos aquí? ¿Acaso no fuimos nosotros los agraviados? ¿Qué es eso de romper relaciones con un país, para después mandar al canciller al acto de toma de posesión del nuevo mandatario y enseguida salir nosotros a hacerle una visita al mismo demonio, en su propio patio? Tampoco entendemos a Correa. ¿Qué hacía en el espectáculo del hombre que mandó a bombardear a su país? Que perdonen los internacionalistas, pero realmente la diplomacia es un asco.

Por ahí circula un escrito de James Petras que cuestiona a Chávez por haber pedido a las Farc que depusieran sus armas. El artículo no tiene ni una sola línea de más. Somos nosotros quienes hacemos el ridículo en este estira y encoge. Si el asunto es por temor a la presión mediática y la necesidad de "bajar el tono", como argumentan algunos, no ganamos nada. Ya hace tiempo que eso que llaman la opinión pública mundial tomó posición.

El daño está hecho. Asquerosidades como las que transmitió el grupo "Prisa" en la serie de reportajes que tituló "Los guardianes de Chávez", tienen su público y éste no va a cambiar la percepción de este país porque el Presidente se dé un abrazo con el mandatario cachaco. Por el contrario, es Santos quien suma puntos. ¿Qué ganamos con haber roto las relaciones por el zarpazo del moribundo Uribe para retomarlas dos semanas más tarde? Que sepamos, las bases gringas siguen ahí mismito y próximamente recibirán un contingente mayor de soldados y de armamentos.

Aquí adentro hay bastantes cosas que resolver que requieren sindéresis y, sobre todo, mostrar mucho coraje. La primera de ellas, la más importante, darle de una vez la cara a la inseguridad. Mientras estamos pendientes del sainete colombiano, el país se desangra y hasta que el Presidente no se decida a reprimir y ponga todas las fuerzas del Estado en ese empeño, el hampa seguirá siendo dueña de las calles. Eso lo va a cobrar la gente el 26S. Y mientras menos entienda, como en nuestro caso, el costo de estas indecisiones o las posiciones de la diplomacia internacional, menos ganas tendrá de ir a votar.

Ya viene septiembre y arreciarán los ataques. Cuidado con la empresa eléctrica, víctima segura de algunos de esos arrebatos. Cuidado también con Pdvsa y con el Metro. Oído al tambor con las tuberías de agua y la recolección de basura. Todo lo que suceda en las próximas cuatro semanas va a ser crucial. Pero más importante aún es cuidarse de lo que piense la gente. A veces puede confundirse peligrosamente si recibe señales confusas. Y eso está pasando.


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Mariadela Linares


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