Durante años se tejió un manto similar de acusaciones
falsas contra Irak, incluyendo narcotráfico, complicidad con el
terrorismo y el desarrollo de armas de destrucción masiva. Se justificó
así, con falsedades y engaños, una invasión militar cuyo verdadero
propósito es el control de los recursos petroleros y gasíferos de ese
país. En Irak se encuentra la cuarta reserva de petróleo mas grande del
mundo y una importante reserva de gas, la quinta del oriente medio.
De la misma manera, durante años
se ha venido tejiendo un cerco de acusaciones contra Irán, hasta llegar a
la coyuntura actual en la que una agresión militar es inminente.
Los objetivos son los mismos. En
primer lugar para restablecer el dominio sobre los recursos energéticos.
Consolidado ya el control sobre el petróleo y el gas de Arabia Saudita e
Irak, faltan Venezuela e Irán para ejercer un dominio absoluto sobre la
mayor parte de las reservas de petróleo y gas del planeta. Irán posee
la segunda reserva de gas mas grande del mundo, después de Rusia, y la
tercera reserva de petróleo, después de Arabia Saudita y Venezuela.
Mientras que en Venezuela se encuentra la reserva de petróleo mas grande
del planeta, y la mayor reserva de gas del hemisferio occidental.
En segundo lugar, se pretende
eliminar dos importantes focos de rebeldía e insubordinación ante la
estructura dominante del poder mundial. Irán ha resistido durante 30
años los intentos por someterla nuevamente a la voluntad del gobierno
norteamericano, incluyendo la agresión militar por parte de Iraq cuando
Saddam Hussein era un gendarme de los intereses norteamericanos y
europeos. Hussein, armado y apoyado por Estados Unidos e Inglaterra,
desató una guerra contra Irán, incluyendo el uso de armas químicas, con
un saldo de millones de víctimas y gigantescas pérdidas
materiales. Mientras que Venezuela, tras mas de un siglo de
sometimiento por la ignorancia, la degradación social y la pobreza, ha
optado democráticamente por un camino independiente y soberano, tratando
de aprovechar por primera vez su inmensa riqueza energética para
beneficiar prioritariamente a su propia población, en lugar de continuar
permitiendo el saqueo de la nación por parte de las transnacionales del
petróleo.
El gobierno de Colombia se ha
venido prestando durante años como instrumento de Estados Unidos para
detener la rebelión de Venezuela. Una rebelión que sólo busca la
justicia social, base fundamental de la paz, y una relación mas justa
con Estados Unidos. Pero esa naciente rebelión venezolana no sólo
amenaza la estructura de dominación de la región por parte de Estados
Unidos, sino que tiende a extenderse hacia el resto de América Latina,
incluyendo a Colombia. La elite oligárquica colombiana teme que allí se
repita lo que ocurre en Venezuela, donde una minoría históricamente
dominante pierde progresivamente sus privilegios y su control sobre las
riquezas nacionales, permitiendo a las mayorías una opción para
liberarse de la dominación y la pobreza.
Es en ese contexto que el presidente Alvaro Uribe, a pocos
días de entregar el mando a su secuaz, Juan Manuel Santos, desata una
peligrosa agresión contra Venezuela, acusándola, con "pruebas
irrefutables", de albergar y apoyar a "terroristas". Estos
señalamientos complementan los destinados a vincular a Venezuela con el
narcotráfico.
Justo lo que necesita Estados
Unidos para consolidar medidas concretas de agresión contra Venezuela,
primero en el ámbito político y económico, pero escalando rápidamente
hacia ámbito militar, ante la fabricación de nuevas y continuas "pruebas
irrefutables" sobre la complicidad de Venezuela con el narcotráfico
y el terrorismo.
Durante el gobierno de George Bush, Venezuela fue
repetidamente señalada como una "amenaza a la seguridad de Estados
Unidos", además de cómplice del narcotráfico y del terrorismo
internacional. Pero nunca pudo presentar pruebas concretas que
respaldaran tales acusaciones. Ahora aparecen las pruebas que tanta
falta hacían, irrefutables, según el gobierno de Colombia.
Estas acusaciones, acopladas a la
política de guerra preventiva a la que son adictos tanto el gobierno de
Estados Unidos como el de Colombia, están orientadas a justificar una
agresión contra Venezuela en el momento que se considere mas oportuno.
Ese momento puede estar mas cerca
de lo que muchos quisiéramos creer. El inminente ataque militar contra
Irán puede desatar un conflicto internacional de tal magnitud que
propicie tanto la reactivación del enfrentamiento armado entre Corea del
Norte y Corea del Sur, como una agresión militar contra Venezuela. Un
estado de conflictividad bélica internacional que involucre a Iran y
Venezuela, acoplado a los ya existentes en Iraq, Afganistán, Pakistán y Turkmenistán,
facilitaría un reajuste de las esferas de dominación global, donde los
recursos energéticos y sus rutas de acceso juegan un papel
preponderante.
Las "pruebas irrefutables" de la presunta
complicidad de Venezuela con los "terroristas" de la guerrilla
colombiana se encuentran en un informe del DAS, la policía política de
Colombia, adscrita directamente a la presidencia de la república.
Considerando el abultado prontuario delictivo del DAS y sus inobjetables
vínculos con grupos paramilitares, a su vez relacionados con el
comercio de narcóticos, la legitimidad y veracidad de las pruebas
tienden hacia lo ridículo y risible.
El informe "ultra-secreto" del DAS fue
convenientemente filtrado a representantes selectos de los medios de
comunicación colombianos, todos vinculados con la oligarquía gobernante.
Allí se señala que 1500 guerrilleros de las FARC se encuentran en el
estado Apure, en 28 campamentos "cada uno con coordenadas precisas".
También especifica donde se encuentra el jefe guerrillero de las FARC
Iván Márquez, "a 28 kilómetros de la frontera en la Sierra de Perijá".
Precisa los lugares desde donde operan otros jefes guerrilleros, como Rodrigo Granda, Timoleón Jiménez, alias
Timochenko, y Germán Briceño, alias Grannobles, quienes se movilizan en
Venezuela "como Pedro por su casa". Grannobles presuntamente “deambula
entre Elorza y Achaguas y es protegido por un ganadero venezolano
llamado Carlos Patarata".
También
se detalla que en uno de los campamentos de la guerrilla colombiana en
Venezuela "hacen presencia integrantes del
grupo terrorista vasco ETA y algunos grupos de iraníes que imparten sus
conocimientos en el área estratégico militar como en lecciones de manejo
de las emociones y otras”.
El informe del DAS señala también que "en julio de 2009
Rodrigo Granda fue autorizado para dar cátedras y conferencias sobre
estrategias de inteligencia a simpatizantes de las Farc en las
instalaciones de la Universidad Bolivariana de Venezuela". Se
refiere ademas a presuntas vinculaciones entre las FARC, el Servicio
Bolivariano de Inteligencia, SEBIN, y la fuerza armada venezolana “proyectadas a
ofrecer instrucciones a los diferentes estamentos militares y de
inteligencia”.
Gabriel
Silva Luján, empresario cafetalero que se desempeña como Ministro de la
Defensa, destaca que el propósito de hacer público este informe
ultra-secreto "es reiterar que el deterioro en las relaciones es la
continuada y permanente tolerancia a la presencia de terroristas en ese
país, lo que representa una amenaza para Colombia. Es fundamental que se
resuelva la presencia de estos terroristas en territorio venezolano
para proceder con la normalización de las relaciones".
De
tal manera que, según el gobierno de Colombia, el deterioro de las
relaciones entre los dos países no tiene nada que ver con las siete
bases militares de Estados Unidos en territorio colombiano, tal y como
lo afirma el gobierno de Venezuela.
Por su parte, Juan Manuel Santos, presidente electo por
menos de 30% de los colombianos, estrechamente vinculado a Alvaro Uribe y
a grupos paramilitares, señala que "se debe iniciar un diálogo para
resolver la presencia de terroristas en territorio venezolano”.
Para Santos la presencia de terroristas en Venezuela es un hecho, un
problema que hay que resolver. Este mismo personaje, cuando desempeñó el
cargo de ministro de defensa, apeló pública y reiteradamente a la
política de guerra preventiva para justificar ataques militares a
terroristas colombianos "dondequiera que se encuentren, dentro o
fuera de Colombia".
Santos era
ministro de defensa cuando se violó la soberanía ecuatoriana en Marzo
del 2008 para masacrar a un grupo de guerrilleros y civiles que se
encontraban en un campamento en el norte de Ecuador, cerca de la
frontera con Colombia. A pesar de la condena unánime de todos los
países de América Latina, por la violación de la soberanía de Ecuador y
del derecho internacional, Santos continúa aferrado a la peligrosa y
criminal estrategia de atacar por medios militares a quienes ellos
consideren "terroristas", dondequiera que se encuentren, "dentro o
fuera de Colombia".
Venezuela ha reiteradamente advertido que si una
operación similar ocurre en su territorio, la respuesta militar sería
inevitable.
Por el momento, Venezuela ha retirado su embajador de
Bogotá, ha denunciado las acusaciones del gobierno colombiano como "un
patético espectáculo mediático", y ha señalado que "en
cada ocasión que el gobierno de Colombia ha informado de la supuesta
presencia de grupos irregulares colombianos en territorio venezolano, el
gobierno de Venezuela ha efectuado las verificaciones necesarias y
constatando sistemáticamente la falsedad de tales informaciones. En
oportunidades, las coordenadas transmitidas han correspondido a lugares
situados en el propio territorio colombiano".
16-07-2010
jcenteno@movistar.net.ve