Desde Colombia

Reseña al derribamiento de la estatua de Cristóbal Colón en Caracas


¿Porqué traer a cuento en una página sobre la independencia una discusión sobre el descubrimiento? Primero, porque la historia es una sola. Segundo, porque las fiestas se yuxtaponen. Tercero, porque en Bogotá ya ocurrió la paradoja de que las estatuas de Colón y de la reina Isabel, que ahora están en la avenida El Dorado, se inauguraran un Día de la Independencia, el 20 de julio de 1906 (Boletín de Historia y Antigüedades, núm. 791, oct-dic. 1995, pág. 857).

Luego de un torrencial aguacero que daba inicio a la temporada invernal en Bogotá, a las tres de la tarde del pasado 12 de octubre desfilaba por la carrera séptima de la capital una marcha grande de sindicalistas en la protesta de la coyuntura (no reelección, no TLC, etc.). Aunque la fecha era cargada de simbolismo, solo al final de la marcha una tímida consigna que se levantaba desde la delegación negra conque marchábamos, embutida entre las ruidosas delegaciones del PC y de los estudiantes de la Universidad Nacional, recordaba que era el llamado Día de la Raza: "¡Quinientos Años de Resistencia... y continuamos!".

Otro muy distinto era el ambiente que se vivía a la misma hora en la casa vecina, según informa Radio Nacional de Venezuela (www.rnv.gov.co):

Con una nutrida asistencia se llevó a cabo la "Fiesta de la Resistencia", manifestación en repudio a Cristóbal Colón efectuada en Plaza Venezuela, Caracas, convocada por diversos movimientos y agrupaciones culturales que en su mayoría apoyan al proceso bolivariano.

Si bien la manifestación se desarrolló pacíficamente, un grupo de manifestantes derribaron y secuestraron por unas horas la estatua de Colón existente en el paseo que lleva su nombre, obra de Rafael de la Cova que fue inaugurada en 1904. En el pedestal de la estatua (llamada "Monumento a Colón en el Golfo Triste") se colocaron algunas pancartas con lemas exigiendo el enjuiciamiento de Colón por genocidio y comparando al supuesto descubridor de América con el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush.

También se colocaron banderas estadounidenses cubriendo las caras de otras estatuas del monumento, en una parodia a lo hecho por las tropas estadounidenses el 9 de abril de 2003 en Bagdad, cuando derribaron la estatua del dictador Saddam Hussein.

"Esto no es patrimonio histórico (...) es el símbolo de una conquista que fue una globalización a sangre y fuego", dijo Vitelio Herrera, estudiante de filosofía que participó en la protesta, según reseñó la agencia Reuters. "Los manifestantes enjuiciaron la centenaria efigie de bronce, la declararon culpable como ícono y procedieron a tumbarla", dijo otro testigo. Los manifestantes dijeron también que solicitarían que el paseo fuera rebautizado como Guaicaipuro, en honor al importante cacique indígena.

Hasta aquí la noticia de prensa. Lo que llama la atención es que quienes derribaron la estatua de Colón, afectos al proceso bolivariano, poco tuvieron en cuenta que precisamente la reivindicación de la figura de Cristóbal Colón figuró de primeras en el imaginario de Simón Bolívar y antes que él de Francisco Miranda, pues para la generación revolucionaria de principios del siglo XIX se había cometido una injusticia con Colón (Colombus) al darle el nombre de América a las tierras por él descubiertas. Proponían, entonces, que todo el continente se llamara Colombia, una vez se liberara del colonialismo español (véase en esta misma página el artículo "El nombre de Colombia").

Esta faceta de la época de la independencia parece que no hace parte del contenido de la revolución bolivariana, pues con esa lógica debieran tumbar también la estatua de más de un prócer, con más veras si se considera el nefasto efecto que tuvieron las medidas adoptadas por los Libertadores sobre los pueblos indígenas (véase en esta misma página los artículos "Enseñanza de las lenguas indígenas" e "Indígenas expoliados acampan en las chicherías").

Doscientos años más tarde, en la propia Venezuela, se culpa a Colón del genocidio de los pueblos nativos (además de involucrársele en la conflictiva escena mundial actual), y se derriba su estatua.

Como haya sido, el caso es que la nueva generación, aunque sea a bandazos torpes, busca íconos legítimos con qué identificarse, los que cree encontrar en personajes mitificados de la independencia o en el pasado indígena, y propone que el paseo caraqueño aporreado se denomine "Guaicaipuro", así como en 1992 los movimientos sociales de Ecuador y otros países, en el marco de la Campaña de Autodescubrimiento, propusieron el nombre en lengua Tule o Cuna de "Abia Yala" para el continente. Y lo peor es que la propuesta no ha sido retirada.



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