La necesidad de la Revolución Petroquímica, soberanía farmacológica

(Ultimas Noticias, 06/07/08: “Venezuela tiene capacidad para fabricar sus medicamentos” ¿Ignorancia? o Mentira?)

A mediados del año pasado fue presentado ante la Comisión Central de Planificación, el Plan de Revolución Petroquímica, en mi opinión uno de los planes más importantes para la consolidación de la soberanía del país, en vista de la gran abundancia de recursos que pueden ser transformados en las materias primas necesarias para fabricar prácticamente todos los productos químicos de naturaleza orgánica.

En un artículo publicado en la página Aporrea.org el 22/08/07, el Presidente de la Empresa Pequiven citó algunos datos y opiniones relacionados con dicha revolución petroquímica. Dijo, por ejemplo, en acuerdo con lo que acabo de expresar, que “el objetivo es que toda la materia prima que se produce en el país vaya a la industria y se convierta en miles de productos”. Habló también de una inversión inicial estimada en

45 mil millones de dólares y de que la activación del plan generaría más de un millón 500 mil empleos, además de 150 mil millones de dólares de ingresos al país.

Y, finalmente el artículo dice, “A todo lo anteriormente mencionado se le une el esfuerzo de 35 complejos industriales de transformación, y otros que conducirán a que Venezuela pueda convertirse en el primer país productor de fertilizantes, poliolefinas (resinas plásticas) y productos plásticos terminados en Latinoamérica”.

Todo eso está muy bien, pero el último párrafo parece limitar el desarrollo de la industria petroquímica a la producción de fertilizantes y plásticos, lo cual parece ser el concepto que han manejado siempre los directivos de nuestra industria petroquímica.

El número de productos químicos derivados del gas natural y petróleo, en lo que podríamos llamar una primera etapa de transformaciones (productos primarios), podría ser estimado, en unos veinticinco o treinta compuestos (aquellos con un número de átomos de carbono inferior a ocho). Éstos constituyen la materia prima para un gran porcentaje de aquellos productos que forman parte de nuestra vida diaria. A partir de ellos, el sinnúmero de transformaciones y combinaciones posibles, eleva este número a muchos miles de compuestos. Algunos grupos importantes de esos productos son: plásticos, fibras sintéticas, recubrimientos, pegamentos o adhesivos, agentes tensoactivos, lubricantes, colorantes y pigmentos y finalmente, productos farmacéuticos.

Si bien es cierto que los plásticos representan uno de los grupos de productos derivados del petróleo con un mayor tonelaje de producción en el mundo, los otros grupos citados, no solamente son producidos en grandes cantidades, sino que son extremadamente importantes, particularmente los productos farmacéuticos. Sin embargo, nuestra industria petrolera y petroquímica está produciendo solo aquellos compuestos que pueden servir de materia prima para los plásticos, algunos tensoactivos, aceites lubricantes, grasas y algunos disolventes alifáticos y aromáticos.

Para poder comenzar una verdadera revolución petroquímica es necesario que empecemos por producir los productos primarios derivados del gas natural y petróleo, o sea, aquellos con ocho átomos de carbono o menos, por ejemplo: etileno, dicloroetano, óxido de etileno, etilénglicol, etanol, ácido acético, propileno, acetona, butadieno, benceno, tolueno, fenol, estireno, xilenos, metanol, formaldehído, entre otros. La sola producción de éstos ya implica la creación de un gran número de puestos de trabajo. Después de esto, la fabricación de los productos terminados, listos para el uso industrial, doméstico y personal significaría la creación de centenares de grandes, medianas y pequeñas fábricas, cientos de miles de empleos y una enorme ganancia para el país y su gente. Pero más importante aún, si llegásemos a producir los principios activos de un elevado porcentaje de los medicamentos más usados, estaríamos logrando eliminar la dependencia total que sufrimos actualmente de los medicamentos importados. Esa dependencia es un arma que puede ser usada contra nuestro país. La suspensión del envío de medicamentos y principios activos de parte de los países que los producen, nos pondría en serias dificultades.

Nuestra dependencia de los productos químicos fabricados en el extranjero es tan grande que para realizar nuestras investigaciones, en particular en el área de potenciales nuevos medicamentos, debemos importar todos los reactivos químicos necesarios, disolventes y todos los materiales y equipos necesarios. En la actualidad estamos enfrentando dificultades por causa de las restricciones, quizás mal implementadas por algunos funcionarios, impuestas a la importación de muchas sustancias químicas, supuestamente usadas en la producción y procesamiento de drogas.

Ahora bien, ¿cómo vamos a proceder para lograr esta meta? El personal necesario para este tipo de trabajo tiene que ser necesariamente alta y/o medianamente calificado y si tomamos la cifra citada arriba de un millón quinientos mil empleos, deberíamos estar pensando en cómo, donde y en cuanto tiempo vamos a formar este gran número de trabajadores especializados. Las universidades e institutos tecnológicos no producen esta cantidad de profesionales y éstos tendrían que terminar de formarse, cada uno en el área de su incumbencia. Por otra parte, sería necesario crear nuestros propios métodos de producción y obtención de los productos acabados, a menos de que estuviésemos pensando en comprar las patentes para todo.

Una forma de comenzar esta cadena de producción de recursos humanos, sería la creación de Escuelas Técnicas de Química en las cuales se formaran, digamos, tres niveles de Técnicos Químicos: el de más alto nivel o superiores, con conocimientos de las reacciones y capacidad para elegir y modificar condiciones y formulas; el técnico medio capaz de entender y poner en práctica las instrucciones de los técnicos superiores y de dirigir a los obreros especializados que serían el tercer nivel de los técnicos. Para enseñar en estas escuelas técnicas hacen falta cientos de profesores, sería necesario incorporar a profesores jubilados de las universidades y a licenciados en química dedicados en la actualidad a trabajos ajenos a su carrera.

También sería necesaria la creación de un buen número de “Parques Científico-Tecnológico-Industriales”. Estos estarían conformados por Laboratorios de Investigación dedicados al estudio de los métodos y procesos para la obtención de nuestros productos, Plantas a Escala Piloto y en los casos que así lo requieran, también las Plantas Industriales.

Ya hace más de un año que se publicó el artículo al que me referí al comienzo y los avances en la revolución petroquímica aún no comienzan a verse. El desarrollo de las industrias petroquímica y química es de importancia estratégica para el país y no puede esperar más.

cjmarqmen@gmail.com


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