Por lo "complejo" del proceso del cultivo de los alimentos, las
trasnacionales en la década de los cuarenta inventaron la gran mentira de
"La Revolución Verde", aprovechándose de la Teoría de Malthus, que
afirmaba que la población mundial crecía geométricamente mientras que los
medios de subsistencia lo hacen en forma aritmética al punto que la
población no tendrá alimentos suficientes, lucha perpetua entre la
reproducción del hombre y la producción de alimentos. Lo cual hizo
necesario aumentar y optimizar los cultivos, esto se lograría a través del
uso de nuevas tecnologías, para enfrentar el grave problema mundial: el
hambre.
Estas nuevas tecnologías implicaban el uso del tractor, sus accesorios,
abonos químicos, plaguicidas y pesticidas, los cuales adquirían los
agricultores a través de seductores créditos, logrando de esta manera una
mayor producción de alimentos de mejor calidad, a mas bajo costo. Verdad a
corto plazo
El punto es, que nos vendieron esa tecnología y compramos un círculo de
dependencia, que hoy en día estamos sufriendo y con graves resultados en
todo el sistema ecológico mundial.
El conflicto es tal que el tractor y sus implementos debilita el suelo, el
abono químico lo saliniza, los pesticidas o venenos químicos mata la vida
microbiana y macrobiana del suelo, con la correspondiente aridez y la
aparición de nuevas plagas. Esto se repite y una y otra vez, en suelos ya
empobrecidos, lo que hace necesario la utilización de mayores cantidades de
abonos químicos y agro tóxicos. Todo comprado con los créditos agrícolas
financiados o subsidiados por políticas de gobiernos, a través de la banca
privada
Con el correr del tiempo se desmonta la gran mentira, porque han pasado más
de sesenta años y esta "tecnología" no arrojo los resultados esperados, no
satisfizo el problema que supuestamente la originó: EL HAMBRE MUNDIAL, hoy
es mayor que hace sesenta años. Siendo el real y verdadero objetivo de esa
revolución verde: crear la dependencia por los agro tóxicos y la
maximización de los beneficios económicos a las trasnacionales a costa de
la ignorancia de unos y la avaricia de otros.
Las consecuencias del uso de estos métodos son inconmensurables e
imprevisibles para toda la humanidad, ya que se emplea VENENO en nuestros
suelos y al regarlos, estas aguas y las de lluvia lo transportan a
nuestras quebradas, riachuelos, ríos, lagos, represas, cuencas subterráneas,
el mar y finalmente el hogar. Este veneno se vende no unos cuantos kilos o
metros cúbicos, para una parcelita allá escondida, son miles de millones
de toneladas y metros cúbicos de ponzoña que usan nuestros hermanos del
campo, de Venezuela y de todo el mundo, dejados llevar por la publicidad,
propaganda y el facilismo que su uso trae. Eliminando de esta manera, el
conocimiento ancestral del cultivo agrosustentable y dejando sin trabajo a
los herederos de este saber.
Este Veneno de larga duración en el ambiente, lo absorben las plantas,
animales, agua potable y finalmente el hombre, de una manera imperceptible,
al consumir los productos agropecuarios. Durante las últimas seis décadas,
han aparecidos algunas de las consecuencias: en los hombres y las mujeres
que se manifiestan en enfermedades como cáncer y malformaciones genéticas,
En los campos, el empobrecimiento y aridez de los suelos, ejemplo de ello
en nuestro país, el Valle de Quibor y su cuenca hidrográfica, de donde
migran grandes y pequeños productores por el poco rendimiento del agotado
suelo. Punta del témpano.
El buen o mal manejo del agro tóxicos no es el problema, el problema es el
agro tóxico, muerte del suelo, desempleo, migración, desamor a la tierra,
enfermedad, hambruna, dependencia, dominación. El ciclo completo. Únase
esto a la problemática de los transgénicos.
¿Que hacer? Tenemos que volver a nuestra cultura ancestral, a la técnica
agrícola autosustentable de nuestros antepasados, que utilizaron por mas de
4.000 años, rescatar ese conocimiento lo que permitirá un mayor empleo de
mano de obra calificada, apego y amor al campo, para lograr así el
equilibrio de la irrespetada Madre Naturaleza, hoy día abandonada.
El Estado Socialista debe asumir esta ardua tarea de reeducar a los
ciudadanos y redimensionar sus políticas agrarias y educativas involucrando
a los niños desde la edad preescolar, inculcándoles amor por el campo y
respeto a la Naturaleza. Incorporar a los movimientos agros ecológicos
nacionales que con gran interés luchan para que un mundo mejor sea posible.
Antonioand1111@gmail.com