Empresas bajo la lupa

Libro: La verdad acerca de la industria farmacéutica de Marcia Angell-(Norma)-Trad.: Luz Freire

El recorte de 10.000 puestos de trabajo que acaba de anunciar el laboratorio Pfizer representa una suerte de epílogo involuntario al libro de Marcia Angell, La verdad acerca de la industria farmacéutica. Cómo nos engañan y qué hacer al respecto . Es que esta investigadora norteamericana -ex editora en jefe de la publicación especializada New England Journal of Medicine y miembro del departamento de medicina social de la Universidad de Harvard- realizó en este trabajo, publicado en inglés en 2004, una verdadera disección de la crisis que aqueja a la industria farmacéutica multinacional. Y puede decirse que, al sincerarla, contribuyó de alguna manera a acelerarla.

Falta de innovación, abuso de influencia, excesivos gastos en marketing son algunos de los aspectos que confluyeron para socavar la confianza del público en una industria altamente protegida, que durante dos décadas gozó de márgenes de ganancias cercanos al 20 por ciento, superiores a los de la banca comercial y al sector petrolero.

Angell señala como inicio de la opulencia el año 1980, cuando se pusieron en marcha en los Estados Unidos medidas destinadas a favorecer la transferencia del conocimiento académico al sector productivo. "Estas leyes significan que las compañías de medicamentos ya no tienen que realizar sus propias investigaciones para encontrar nuevas medicinas, y muy pocas de las más grandes lo hacen", destaca. Los laboratorios sacan provecho de los conocimientos generados en universidades, institutos de investigación -sobre todo, de los National Institutes of Health- y start ups biotecnológicas que, con subsidios estatales y capitales de riesgo, asumen la incertidumbre de las primeras etapas del desarrollo.

A esta legislación se sumaron ventajas impositivas y otras medidas de estímulo y, en el escenario así configurado, las ganancias de los laboratorios se triplicaron, entre 1980 y 2000, hasta alcanzar ventas anuales de 200.000 millones de dólares en los Estados Unidos. En un país en que la regulación de precios y otras formas de control de mercado son tabú, no sorprende el resultado de semejante paquete de protección. El sector se convirtió en un "gorila de 350 kilos" en la metáfora de Angell, con una inmensa capacidad de lobby sobre el gobierno, las entidades reguladoras, los institutos de investigación y la comunidad médica.

Entre las consecuencias negativas de esta situación, se cuenta la baja capacidad innovadora de esta industria. Entre 1998 y 2002, por ejemplo, se aprobaron en Estados Unidos 415 nuevos medicamentos, de los cuales sólo 132 fueron realmente novedosos. Y dentro de este grupo, apenas 58 fueron clasificados "de revisión prioritaria", es decir, que ofrecen una ventaja significativa en comparación con otros que ya están en el mercado. Esto se debe a que muchos de los medicamentos presuntamente nuevos son, en realidad, o bien reformulaciones de alguna droga cuya patente está por vencer, o bien moléculas similares a otras ya en uso, que llevan el apelativo de "yo también".

Otro grave efecto es que la influencia de la industria contaminó la investigación clínica, es decir, los estudios que se realizan para comprobar la eficacia e inocuidad de los nuevos medicamentos. Angell revisa trabajos científicos que muestran que los conflictos de interés derivados de las estrechas relaciones entre el sector académico y los laboratorios llegan a torcer las conclusiones, a pesar de ser dirigidos por investigadores de primera línea y publicados en los journals más prestigiosos.

Ahora bien, si 1980 dio inicio a la bonanza económica para la industria farmacéutica, el año 2000 marca para Angell el comienzo de los problemas. En un contexto de crisis, los altísimos precios de los medicamentos en los Estados Unidos se convirtieron en el blanco de otros pesos pesados de la política de ese país, como son los gobiernos de los Estados y de las empresas, quienes pagan los seguros médicos de sus ciudadanos y sus empleados. Hasta los consumidores particulares despertaron al problema, y salieron a comprar medicamentos por Internet o en Canadá.

Otras importantes acusaciones, que han llegado a la justicia, incluyen cobros excesivos a los seguros de salud, pago de sobornos a médicos y publicidad engañosa. "La guerra ha empezado y promete ser larga y muy dura", asegura la investigadora norteamericana.

La importancia del libro de Angell para la Argentina radica en que las investigaciones médicas realizadas en los Estados Unidos tienen influencia decisiva en el resto de mundo. De hecho, un medicamento que es aprobado en ese país tiene una altísima probabilidad de ser aprobado aquí, prácticamente sin objeciones.

Para hacer frente a la grave crisis que analiza, Angell propone fortalecer y mejorar los criterios del organismo regulador de los Estados Unidos, la Food and Drug Administration, y exigir mayor transparencia financiera a los laboratorios, acusados de inflar los números de sus inversiones en investigación. La autora cierra el libro con un llamado a sus conciudadanos: "Es cierto que la industria farmacéutica tiene enorme poder e influencia, pero lo que más importa, finalmente, es la presión pública".

 

 



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