La dictadura de los medicamentos

En el mundo entero actualmente surgen voces de alerta sobre el peligro que para la vida y el derecho a la salud de los seres humanos en general, representa el sistema de propiedad intelectual en la esfera de los medicamentos. Un medicamento es una sustancia que está hecha para preservar o restablecer la salud de un individuo, curarlo o salvarlo en un momento dado. Las patentes de los medicamentos limitan considerablemente el acceso a los medicamentos porque suponen un aumento en el precio que debe pagar el consumidor final. En la sociedad el medicamento debe tener un tratamiento especial, distinto de cualquier otra mercancía. El precio que por el medicamento debe pagar un individuo en la sociedad debe ser el mínimo-justo-necesario, para asegurar que el proveedor pueda tenerlo disponible siempre. Es notorio ver como en la actualidad las grandes empresas productoras de medicamentos, usando abusivamente el sistema de patentes, han colocado a la salud publica en una situación por demás critica, al establecer un régimen que restringe el acceso al medicamento.

Es pertinente agregar que esto no siempre fue así; la economía de mercado sobrevivió tranquilamente sin patentes de medicamentos durante mucho tiempo, no fue sino hasta hace muy poco cuando los medicamentos fueron objeto de patentes, a partir del año 1995, después de la creación de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y la suscripción de los Acuerdos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (ADPIC), cuando fue establecido para los miembros de la organización las patentes a los medicamentos; aunque ya otros países por ejemplo Venezuela y el resto de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) ya lo habían establecido con anterioridad en 1993; un caso verdaderamente atípico.

El régimen de patentes de medicamentos socava las bases de la sociedad al atentar contra la salud de los pueblos: por eso las voces criticas que surgen por todas partes contra dicho régimen. Los movimientos contra las patentes de medicamentos han tenido que luchar contra grandes y poderosos intereses y hasta ahora lo que se ha logrado es la pírrica Declaración de Doha relativa al acuerdo ADPIC y la salud publica, surgida en la conferencia ministerial de la OMC, que establece que los países pobres sin dejar de respetar el acuerdo de patente de medicamentos, traten de resolver sus problemas de salud con importaciones paralelas y licencias obligatorias para obtener medicamentos mas baratos; lo cual no es mas que un saludo a la bandera.

Para las poderosas transnacionales farmacéuticas, la patente al medicamento es una gallina de huevos de oro, pero son los pueblos y los movimientos sociales quienes pueden inclinar la balanza a favor de la abolición de las patentes de medicamentos, los organismos oficiales de defensa de los derechos humanos deben sensibilizarse en este sentido, porque hasta ahora en Venezuela han sido muy pocos los que se han ocupado del tema.


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Richard Castro V.


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