Argentina: Tecnópolis o el fracaso del ministro de ciencia y tecnología ante su pueblo

En un reciente encuentro organizado por el Ministro de Ciencia y Tecnología (CyT) de la Argentina, Lino Barañao, se llevó a cabo la presentación del Programa de Investigación sobre la Sociedad Argentina Contemporánea (PISAC) convocando a los decanos de más de 30 universidades públicas de ciencias sociales.

EL objetivo del encuentro fue que el gobierno recurriera a la academia de las ciencias para tener un diagnóstico de cuales son las necesidades de la población y así aplicar la CyT para mejorar su calidad de vida, bajo el supuesto de que la objetivo del gobierno sea precisamente este.

Algunos de los logros explicitados han sido:

•  Se repatriaron casi 800 científicos.
•    Los salarios de los investigadores se incrementaron periódicamente en los últimos tres años, llegando en algunos casos a duplicarse el sueldo.
•    En 2010 se creó una nueva línea de financiamiento para las provincias, los Proyectos Federales de Innovación Productiva – Eslabonamientos Productivos Vinculados con $1.800.000 para adjudicar por jurisdicción.
•    Durante 2010 se lanzaron seis nuevas líneas de subsidios a través de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica.
•    Mayor presupuesto: el presupuesto destinado a ciencia y tecnología creció significativamente en los últimos años, contando con un presupuesto nacional de $1.137.633.933 en 2008, $1.766.268.663 en 2009 y 2.115.730.407 en 2010; en tanto el presupuesto externo para el período 2009-2012 es de u$s 925.700.000.

Con respecto a 2011 se estima una inversión del 0.52 % del PBI nacional.

Sin embargo y a pesar de los multimillonarios recursos invertidos por el gobierno de Cristina Kirchner en ciencia -especialmente básica y aplicada- el ministro afirmó:

 “Se supone que nuestro trabajo consiste en poner la ciencia y la tecnología al servicio de la sociedad. El problema es que los dos primeros términos son muy claros pero cuando nos referimos a la sociedad, estamos frente a algo más difuso. Es decir: tenemos en claro los instrumentos pero no la entidad en la cuál queremos influir. Es poco serio tener como lema que queremos ponernos al servicio de la sociedad si no tenemos en claro las características de la misma, por eso para nosotros esta investigación constituye un  insumo esencial”.

La lejanía de las políticas de ciencia y tecnología del gobierno no es una sorpresa en un país importador de tecnología,  agrícola-ganadero y sojero-dependiente que reproduce un modelo cientificista colonial basado en generar  la ciencia y la tecnología para abastecer de insumos a las empresas transnacionales.

Un país con más de 5 millones de adultos entre 18 y 25 años sin haber concluido los estudios secundarios  y con estudiantes que asisten a colegios privados para luego ingresar a la universidad pública pagada con los impuestos de los más pobres, hace coherente que un ministro de CyT no sepa que hacer con lo que se supone gestiona, salvo entregar los conocimientos generados por científicos argentinos a las industrias y centros de investigación de Estados Unidos, protegerlos con propiedad intelectual   e intentar averiguar como hacer para que la ciencia y la tecnología les sirva al Pueblo.

Se prepara una fastuosa feria internacional de ciencias que se denominará Tecnópolis: ¿el pueblo será de la partida?



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