La hora del agave cocui

Recientemente asistimos a la celebración anual de la Feria y Cata del cocuy realizada en los caseríos El Chimpiro y La Ciénaga, ubicados en la serranía que corre paralela a los ríos Baragua y Tocuyo en la parroquia Siquisique del municipio Urdaneta, estado Lara. Es un territorio árido pero no infértil, más propiamente semiárido; sierra de ayamanes. Decenas de productores de cocui se congregan cada año como en un rito para celebrar junto a sus familiares y amigos, las bondades de la madre Tierra. Los músicos interpretan con cuatros, violines, maracas, y la criollísima marimba, los golpes y sones que amenizan la fiesta. Muchachas hermosas como frutos de lefaria y jóvenes campesinos bailan y comparten risas y cantos, y en las cercanías del fogón de leña, invitados y lugareños, degustan junto al cocuy de La Ciénaga, Urucure y Guamuy, los sabores de la arepa de maíz pela’o y la sazón natural del hervido y asado de chivo oreganero.

Entre 1995 y el 2005, fecha de legalización del cocuy, esa fiesta se celebraba furtivamente porque las autoridades policiales y militares de otrora consideraban la elaboración artesanal de cocuy como una actividad delictiva y perseguían hostilmente a los artesanos. Hoy en día los distintos ministerios e instituciones del Estado son infaltables en esas celebraciones cocuyeras y participan todo el año, con su acompañamiento técnico y financiero, en las diversas fases del cultivo y procesamiento del agave cocui. Es tan evidente la buena intención de apoyo a la actividad artesanal que hace pocos días el Gobernador Henri Falcón enumeró entre otros aportes financieros para el desarrollo del municipio Urdaneta, la instalación de una procesadora de cocuy.

Pero, hagamos un pequeño balance del desarrollo socio-productivo de la actividad. En los últimos años se han constituido sólo en el municipio Urdaneta 21 cooperativas de productores; se han renovado los viejos alambiques y se ha iniciado el cultivo del agave cocui trelease en los terrenos de los productores. Se habla de la siembra de más de 1,2 millones de plantas para garantizar la repoblación de la especie, que serán cosechadas dentro de 5 a 7 años. Sin menoscabo de la decena de productores de Carora, Bobare, Pavia y El Tocuyo, la actividad involucra y concentra en el municipio Urdaneta al menos a 150 productores y sus familias, y aunque el Ministerio de Salud se ha resistido misteriosamente a entregar el permiso y registro sanitario, violando los mandatos legales, se ha multiplicado la producción de cocui, en sus diversas calidades. El Alcalde Luis Ladino por su parte ha anunciado apoyos financieros adicionales a la actividad emblemática del municipio, incluyendo un laboratorio de control de calidad. Sin embargo, al medirse el impacto social del procesamiento del agave cocui en los caseríos y comunidades productoras se llega a sentir lo que Pío Tamayo denominó en una carta como dolor social. Comunidades empobrecidas, sin electricidad, sin servicios adecuados; productores envasando el cocuy en botellas recicladas de plástico, vendiéndolo a intermediarios rapaces, y sintiéndose insatisfechos con los rendimientos socio-productivos. Personalmente estimo que ese saldo de rezago social y exclusión económica se origina en la concepción mercantilista que autoridades y productores le han dado a la actividad procesadora del agave cocui. Al imponer el lucro y la ganancia rápida como criterios de éxito, han desatado las fuerzas del individualismo y la competencia salvaje del capitalismo. De ese modo, sólo 4 ó 5 productores han avanzado comercialmente, usufructuando y monopolizando los recursos del Estado, y capitalizado para sí las adquisiciones de los ministerios e instituciones. De igual manera, se ha convertido una actividad concebida en términos de producción social en un asunto empresarial. Adicionalmente, no se han desarrollado las aplicaciones alternas y paralelas del agave cocui en el ámbito gastronómico, en la dulcería, en la artesanía del dispopo, tan estimado para la producción de chinchorros de suave textura, bolsos, carteras, alpargatas, sandalias y adornos; en la medicina natural, en la producción de botellas artesanales, actividades todas que socializan el proceso productivo, involucrando a la familia y el entorno comunal en el trabajo y generando impactos colectivos cuantificables en los Indices de Desarrollo Humano del municipio, beneficios más importantes que la deleznable ganancia individual. Ha faltado un plan global que defina un mapa y una ruta a los proyectos de procesamiento del agave cocui. Como referencia recordemos que el mezcal mexicano producido artesanalmente (contrariamente el tequila es procesado industrialmente) y muy semejante en bouquet y sabor al cocuy 100% de agave, ha logrado en diez años obtener la Denominación de Origen y la Norma Oficial Mexicana del Mezcal, la creación del Consejo Regulador del Mezcal y la certificación de calidad para exportación. En unos pocos años el mezcal artesanal pasó de ser un precario producto rural a constituir una cadena productiva con productos de alta y certificada calidad que involucra a 30 mil familias, exportando alrededor de 8 millones de litros, con ingresos anuales por más de 650 millones de dólares, equivalentes a 1 mil 400 millones Bs(f). Las zonas productoras de Oaxaca, Guerrero, San Luis Potosí, Zacatecas, Durango y Tamaulipas en el sur de México, dan constancia del impacto socio económico de ese bien concebido Plan de producción. La aceptación del mezcal se ha acrecentado en países como China, Korea y Hong Kong, entre otros de Asia, donde el mezcal se cotiza , según sus variedades, entre 20 y 275 $ por litro. Un destino similar le corresponde al cocuy.

Obviamente no somos mezcaleros sino cocuyeros y optaremos por una ruta propia con prioridad en lo colectivo. Con los correctivos necesarios que garanticen la calidad artesanal de los procesos productivos y el necesario acompañamiento institucional, el agave cocui se encuentra en una circunstancia favorable a su evolución nacional e internacional. Aún por encima de sus virtudes ancestrales y afrodisíacas y la calidad de los azúcares de fructosa que son la base de su prodigioso elíxir, la crisis capitalista abre un atajo para su posicionamiento nacional. En 1983, con la devaluación del bolívar y la drástica reducción de las importaciones de güisqui y de licores importados, el ron nacional cubrió el espacio dejado por las importaciones; pero sólo de manera temporal. En el 2009 el cocuy larense y falconiano de calidad artesanal certificada podría sustituirlos de manera perdurable y permanente, generando importantes ahorros en las importaciones desde Escocia, USA y otros proveedores internacionales. Por eso, sin retórica y con la confianza en la capacidad creativa de los productores artesanales, asistiremos este año al renacimiento y re-posicionamiento nacional del agave cocui trelease y de sus productos y derivados artesanales, y a su pronto despegue y expansión a espacios internacionales.

ejimeno1@yahoo.es


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