Días atrás, los merideños tuvimos la fortuna de ser testigos de otra espectacular nevada en los picos más altos de la Cordillera de Mérida; una vez más deleitamos los sentidos con el maravilloso fenómeno, de gran atracción turística desde hace mucho tiempo. Por desgracia las nevadas, que solían ser anualmente cuantiosas, son cada vez más raras y prácticamente limitadas a las sierras Nevada y de Santo Domingo. Y una de las principales consecuencias de esta transformación climática progresiva, ha sido la disminución enorme del área glaciar, si bien no se puede considerar a la escasez de nevadas como único factor en este sentido. Son muy pocos los glaciares (hay quienes mencionan sólo dos) que adornan el paisaje altoandino, y su retroceso es rápido:
“El indicio principal de retroceso glacial reciente en la Sierra Nevada de Mérida está basado en la comparación de las líneas de nieve antiguas y presentes, así como de pinturas y fotografías hechas durante el último siglo (…)
La mayor cantidad de información sobre retroceso glacial reciente proviene del macizo del Pico Bolívar. Probablemente la pintura más antigua indicando con precisión la existencia de glaciares a una elevación menor que la actual, fue hecha por Goering, quien visitó y pintó esta región entre 1864 y 1874. Una pintura en particular (…) titulada ‘La Concha, Sierra Nevada y Quebrada de San Jacinto’, muestra lo que parece ser un glaciar masivo (Glaciar Espejo) rellenado el circo debajo de los Picos Bolívar y Espejo, por lo menos hasta el fondo del circo, aproximadamente a 4000 m (aproximadamente 700 m debajo del frente de ,los glaciares actuales (…). En un informe sobre su ascenso a la Sierra Nevada, publicado en 1869, Engel menciona la posible existencia de nieve perpetua en el circo debajo de Pico Espejo, aunque no aporta datos cuantitativos. De esta posición, el Glaciar Espejo retrocedió rápidamente (…) Febres Cordero (1890) informó sobre la disminución del área cubierta por glaciares en la Sierra Nevada, en particular en el Pico El Toro, en el cual, para el año de 1890, se notaban los ‘vacíos’ dejados por la desaparición de la nieve. La línea de nieve ha ascendido desde aproximadamente 4100 a más de 4700 m desde 1885 (…). Desde 1885, la tasa de retroceso de los glaciares del Pico Bolívar ha sido del orden de los 6 m en altitud por año (…).
En el macizo de los Picos Humboldt-Bompland la información es escasa. Un retroceso reciente rápido de los glaciares es sugerido por la existencia de superficies rocosas, frescas y desnudas, justo debajo de las zonas terminales de los glaciares (…)
En la Sierra de La Culata, una pintura por Ferdinand Bellerman a principios de 1845 (…), muestra a los picos más altos (por ejemplo, el Pico Pan de Azúcar, 4620 m) cubiertos de nieve (…); como esta pintura fue hecha durante la estación seca, podría indicar una cobertura perenne de nieve.
En conclusión, los únicos remanentes de los glaciares del Pleistoceno Tardío que cubrieron gran parte de los Andes venezolanos se encuentran en la Sierra Nevada de Mérida. El área total ocupada por estos glaciares es menos de 3 km2 y representa una reducción aproximada del 98,5% en relación a los glaciares pleistocenos” (Carlos Schubert y Leonel Vivas. Los Andes Venezolanos. Mérida: Universidad de Los Andes)
Sin duda alguna el aumento progresivo de la temperatura en el estado Mérida, ha sido responsable directo de la disminución progresiva de las nevadas y del área glaciar. Un cambio que puede ser fácilmente comprobado mediante la comparación de la temperatura promedio de hace décadas y la de años recientes. Además los habitantes longevos señalan de forma tajante que antes hacía más frío.
Hay varias explicaciones para ese aumento continuo de la temperatura en los Andes merideños. Una de ellas, considera que dicho aumento está relacionado con el cambio climático que experimenta el planeta desde hace muchos años, con participación importante del ser humano. Otra considera la influencia de diversas transformaciones socioambientales y urbanísticas a nivel local, entre las que destacan las siguientes: crecimiento acelerado y excesivo de la población, en especial en la ciudad de Mérida y su área de influencia próxima, entre los municipios Sucre y Santos Marquina; elevación notable del parque automotor; ocupación de áreas frágiles; y deforestación intensa. La mayoría de opiniones asegura que la conjunción de los factores anteriores es, en definitiva, lo que ha ocasionado semejante cambio en la temperatura del estado Mérida.
Sólo queda preguntarse, ¿es inminente la desaparición de los últimos glaciares en Mérida?, ¿no se puede hacer nada para salvar a las águilas blancas que resisten en la Sierra Nevada? Este lamentable proceso es una de tantas advertencias de la Madre Tierra, a ver si alcanzamos a entender algún día que al destruir el medio geográfico estamos acabando con nosotros. La extinción de la especie humana también será inminente si no cambiamos nuestra cosmovisión mercantil-desarrollista-egoísta por una concepción de vida solidaria-armónica-equilibrada.