Este 05 de junio se celebra otro Día Mundial del Medio Ambiente, e irónicamente la destrucción de diversos ecosistemas en el mundo entero parece ser indetenible; la voracidad humana ya no tiene límites, y junto al cambio climático global, amenazan con hacer extinguir toda forma de vida en la Tierra, incluida la especie humana. En los Andes merideños, específicamente en la Sierra Nevada, el perjuicio ecológico se ha manifestado con claridad en el retroceso de los glaciares, como consecuencia directa del aumento de la temperatura promedio en la ciudad de Mérida y otras poblaciones del estado homónimo. Notable transformación medioambiental que ha sido analizada por investigadores como Carlos Schubert y Leonel Vivas, quienes en el trabajo “El cuaternario de la Cordillera de Mérida” (ULA, 1993, PP. 141-143), concluyen a partir de ciertas evidencias, que
“El área total ocupada por estos glaciares es menos de 3 km 2 y representa una reducción aproximada del 98,5% en relación a los glaciares pleistocenos. Actualmente, estos glaciares son del tipo de glaciares colgantes y los indicios sugieren un retroceso rápido durante el último siglo (…). Una posible explicación para el retroceso particularmente rápido de los glaciares durante los últimos 20 años podría ser el ‘efecto invernadero’ (…), debido al aumento en la concentración de dióxido de carbono y otros gases de origen antropogénico en la atmósfera, causando un aumento en la temperatura pro medio (…). Asimismo, debería investigarse hasta qué punto es responsable la creciente contaminación atmosférica producida por la ciudad de Mérida (…)”.
En la cita anterior los autores advierten de un retroceso rápido de los glaciares en el último siglo (XX), y uno de los testigos directos de dicha situación fue Tulio Febres Cordero, quien señaló en el escrito “Las nieves perpetuas de Mérida van desapareciendo” (1928), que el deshielo progresivo de las principales cumbres de la Sierra Nevada era evidente, y que se debía a la notable deforestación en pro de un intenso e irracional desarrollo agropecuario, particularmente en las laderas que dan al río Chama. Febres Cordero sabía muy bien de la cuota de responsabilidad del ser humano en la destrucción medioambiental, en especial cuando se privilegiaban la productividad y la obtención de ingresos sobre la preservación del equilibrio ecológico.
A continuación un extracto del texto de Tulio Febres, especie de premonición a finales de la década de 1920, de la lamentable desaparición de los glaciares de la Cordillera de Mérida, de la que forma parte la Sierra Nevada:
“(…) el deshielo es evidente. De ello no se da cuenta la nueva generación sino a medias; pero los que contemplamos los bellos nevados hace más de cincuenta años, vemos con tristeza que la gran maravilla de Mérida, su diadema de perpetuas nieves, va desapareciendo de un modo sensible. Y eso que empezamos a admirarla ya en su disminución, por los años de la penúltima década del siglo XIX. ¡Cuán maravilloso no sería en los tiempos de la Colonia¡ (…), en 1890, dijimos en El Lápiz: ‘De tiempo atrás se dice que la nieve de la Sierra va en disminución; y los vecinos de mayor edad, señalan con tristeza los sitios donde la nieve ha desaparecido por completo. La disminución es lenta, pero desgraciadamente cierta’. Han transcurrido treinta y siete años, y el fenómeno continúa realizándose de manera muy sensible. Los famosos nevados, a excepción de “La Concha”, han perdido de entonces a acá enormes cantidades de hielo. La parte nívea de “La Corona”, que era la más vasta, ha quedado reducida a menos de un tercio. “La Columna”, hoy “Bolívar”, el pico más elevado, ha perdido también mucha parte de nieve. De “El León” quedan pocos bloques de hielo sembrados en la abrupta roca; y por lo que hace al picacho de “El Toro”, que, visto desde la ciudad, parece el más elevado en este regio picacho, la nieve ha desaparecido casi del todo: sólo queda un punto nevado, que brilla como un diamante incrustado en la base de uno de los cuernos. Algunos días más, y la nieve perpetua habrá desaparecido por completo en la altiva testera de “El Toro” (…) ¿Cuál es la causa del deshielo? Atribúyese, con razón, a los grandes desmontes hechos en beneficio de la agricultura y la cría, y concretamente, a los que se han efectuado en las faldas de la misma Sierra, a lo largo de la fértil cañada del Chama”.