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¡Alerta¡ ¡Alerta¡, es la exclamación permanente de las organizaciones internacionales y de los especialistas, advirtiendo las graves consecuencias para la humanidad, de continuarse en la conducta depredadora que afecta el Cambio Climático, pero la falta de compromiso y los oídos sordos de los principales Estados contaminantes, pueden más que la amenaza de peligro sobre la vida en el Planeta. Pareciera que a la extinción de la vida, por nuestra propia imprudencia ya tiene fecha de vencimiento.
En artículo anterior relacionado con el tópico ambiental, el cambio climático y sus efectos, en muchos casos devastadores, formule una propuesta, con el más sano interés, para enfrentar estas calamidades que cada día en todo el orbe son y serán más frecuentes y dolorosas.
Esa propuesta, fue la necesidad de crear un Fondo Ambiental, administrado por un organismo internacional respetable para socorrer a las víctimas de estos desastres ambientales y mitigar en la medida de lo posible los daños ocasionados por estas situaciones calamitosas.
Ese fondo se formaría con el aporte de todos los países que integran la ONU, por referirme a una organización ya establecida y con reconocimiento internacional.
El planteamiento cobra ahora mayor vigencia cuando observamos que estos desastres ambientales pueden producirse en cualquier momento y en cualquier lugar del Planeta Tierra, porque la Pacha Mama, como la denominan los mitos de nuestros pueblos indígenas, es decir la Madre Tierra, es un organismo vivo, que evoluciona como nosotros, pero que desconocemos e ignoramos y con nuestra propia acción afectamos.
En el marco de estas reflexiones sobre el tema medio-ambiental también he señalado, la forma incorrecta como apreciamos a la Tierra y al medio ambiente. Nos referimos a ellos como terceras personas: La Tierra, El Planeta, El Medio Ambiente, La naturaleza, pero no nos damos cuenta que somos nosotros mismos, valga el pleonasmo.
Somos, en primera persona, Planeta Tierra, MEDIO Ambiente, Naturaleza. Formamos parte integral de esas entidades, no es el hombre y la naturaleza como seres separados sino, que son la misma conformación, el mismo ser, que nace, vive, evoluciona, se convulsiona y tiende a transformarse.
Esa separación del hombre por un lado y de la naturaleza por otra, es a mi entender, la concepción errónea, que ha llevado a la afectación del Medio Ambiente y de todo el Planeta, porque la consideramos distinta a nuestra propia existencia y a veces no nos importa, con nuestras acciones dañarla, herirla, deteriorarla.
Es moralmente aceptable que para su propio desarrollo el hombre al realizar acciones para mejorar su calidad de vida pueda afecta al Medio Ambiente, pero, también es moralmente correcto, que consciente de ese daño, que el causa por su acciones, realice actividades para evitarlo y si es imposible evitarlo, entonces mitigarlo o hacerlo lo más dañino posible.
Esta acción del ser humano por mejorar su calidad de vida, de vivir más cómodamente, en la mayoría de las oportunidades deja de lado, la sana preocupación, de no dañar la naturaleza o el ambiente, es decir, no dañarse así mismo.
Vemos entonces, como se construye urbanismos en el cauce natural de las quebradas, robándole espacios a las playas, a mares y ríos, haciendo desarrollos poblacionales en zonas de gran fragilidad; encaramando edificaciones en colinas y montañas, sin tener el mínimo sentido del riesgo que constituye estas actividades y el peligro en que se expone a la vida de los seres humanos.
Estas acciones a veces, movidas por la codicia, la ambición, el ansia de obtener beneficios económicos, ignoran que la tierra es un organismo vivo, en movimiento, que evoluciona, aunque no lo vemos y sentimos.
La Pacha Mama, del mito indígena, la Madre Tierra, que nos nutre, nos cobija y nos sirve de asiento, también es un organismo en movimiento, evoluciona, cambia, se transforma y conocer estos procesos, es conocernos nosotros mismos, para que nuestra acciones, aunque socialmente aceptables, en beneficio de nuestro confort, no la perjudiquen al punto de dañarla irreversiblemente, daño que nos producimos al mismo tiempo, como parte integrante de la vida.
Ya ningún punto del Planeta Tierra, es invulnerable, está exento de catástrofes ambientales, el cambio climático, en gran parte aupado por las actividades del ser humano, es palpable, real, lo vemos y lo sentimos a veces lejos a veces cerca. Ya pasó la época, en que Ud. cómodamente desde su butaca, campaneando un trago, veía con espanto las tragedias ambientales en otras latitudes. No señor, ya las tenemos presente, en cualquier momento podemos ser víctimas de ellas.
Vean el Caso de Venezuela, en la Guaira, en el Limón, en zonas andinas, ahora en Tejerías y nuevamente en Maracay en El Castaño. Si Ud. lee con detenimiento, por ejemplo, el Libro de Humboldt, primer Tomo, sobre "Viaje a las regiones Equinocciales del Nuevo Continente", verá reflejado en sus narraciones, algunas de estas tragedias, pero en menor escala.
Ya hasta lo ciclones y los coletazos de los huracanes nos afectan, no es como se decía antes, y lo creíamos, Venezuela, tiene unas cordilleras que evitan el paso de esos huracanes, estamos protegidos. La fuerza que ahora tienen esos fenómenos naturales es tan intensa, que ni siquiera esas cordilleras nos protegen totalmente. Además, nunca debemos olvidar que Venezuela en zona sísmica y para eso las instituciones competentes deben prepararnos. Estamos sobre fallas geológicas importantes que en cualquier momento pueden sorprendernos o es que olvidamos de donde viene la expresión de Bolívar, sobre el Terremoto de Caracas (1812) "Si la naturaleza se opone lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca" o también se no olvidó ya el otro de Caracas de 1967 o los de Cariaco en el Estado Sucre (1997), para mencionar sólo algunos.
Por todas estas consideraciones es importante que se incremente la planificación urbana, para evitar este desafío al peligro que le hacemos a la naturaleza por nuestras acciones imprudentes, como también es necesario, lo que planteo en el comienzo de este artículo, tener fondos adecuados y oportunos para mitigar los efectos devastadores de las tragedias ambientales. Cantamos con Mercedes Sosa, "Vientos del Alma": "Yo soy el Cielo, la inmensidad. Yo soy la tierra, madre de la eternidad. Soy Pachamama. Soy tu verdad"