Érika de la Vega lleva la Revolución en las entrañas

Cualquiera que haya leído la entrevista que Érika De La Vega concedió a la revista Estampas del pasado Domingo 31/08/08 (El Universal), descubre cómo se le caen los mitos a una clase media aburguesada y “pitiyanqui”, que prefiere abordar la vida como un eterno concurso de Miss Venezuela, y no como un reto permanente de volcarse hacia el país y párir las ideas y los métodos que lo hagan libre y próspero, sin reparar en lo que piense una oligarquía traidora y rendida a los pies del imperialismo.

Cierto es que el imperialismo es “bello” (grandes centros comerciales, tecnología de punta, niveles de vida ostentosos –menos las capas depauperadas, ¡cláro!-, bienes lujosos y un consumismo exacerbado que a cualquiera deslumbra), mientras que los países del tercer mundo somos “feos” (cinturones de miseria, atraso tecnológico, insalubridad, caos en los servicios públicos, hambre y pobreza, etc.); y a aquellos “valores” societales de las grandes metrópolis se amarran las clases medias urbanas del Tercer Mundo, llegando hasta el punto de matar gente y hacer pacto con el mismísimo demonio (golpe de Estado de abril 2002) para que no le quiten “su Pent House, su 4X4, su Cuota en el Yatch Club, su Casa de Playa, su Master Card, su iPod y hasta su mástin napolitano”.

Y esto lo escribo con el profundo respeto que me inspira una mujer como Érika de La Vega, y que merecen todas las mujeres del mundo.

El caso és que Érika vá a ser madre soltera, y como tal no va a escapar del “etiquetamiento” inmisericorde que desde su entorno social y laboral le harán a cada minuto de su vida. Y es que Érika no es cualquier “cosa”… És, nada más y nada menos, que imagen (o ancla) de un canal internacional de televisión como es Sony Entertaiment Television, y conduce desde allí el reality show de mayor pegada entre las grandes capas medias y bajas de la frivolidad latinoamericana: El Látin Américan Ídol. (¿Déja Érika de ser “ejemplo” para las “niñas” buenas de Buenos Aires, Santiago de Chile, Caracas ó Bogotá porque salió preñada sin esposo?...).

Aunque Érika lo asume con valentía: Ella siempre ha sido iconoclasta, y como tal ha debido pagar los costos de quien, dentro de la sociedad “bien”, no comulga con las reglas que imponen Luisa Gorrondona de Revenga, Cristina Marcelleous de Vollmer y Tita Giménez de Mendoza, por sólo nombrar a tres de las “amas del Valle” caraqueño. Y en ello vá implícito un profundo contenido ideológico: La clase alta es clase alta ¡y punto!...; y no admite que quien se le parezca (cómo Érika de la Clase Media) violente jamás sus normas, por más que se vista de seda y de channel.

Érika compitió allí; hasta el punto que lo hizo de la mano de uno de los “solterones” más preciados de la burguesía caraqueña: Henrique Capriles Radonski, a quien se le sale la plata por los dos lados: Por los Capriles, con todo el emporio mediático, industrial e inmobiliario que poseen entre Caracas, Valencia y Maracay; y por los Radonski, herederos de aquel imperio cinematográfico que invadió la nación de Norte a Sur, y que ha devenido en el control de las grandes trasnacionales del Cine, el Video y la Publicidad.

No era difícil para Érika, luego de su affaire “muy largo, muy intenso y muy público” con Capriles, seguir aspirando a una “vida normal” (casarse –y con un buen partido-, tener hijos y progresar dentro de la marea de “jái class”); pero ya no sería vista con los mismos ojos, sobretodo por la manía ésa de mantenerse “en pantalla” y de continuar vacilándose al mundo “jái” por aquello de que ella es demasiado “hippie”, demasiado “coñoemadre”. Así que tuvo que “conformarse” con ser madre “a secas”, y aguantar después el chaparrón porque “¡Érika se pasó, maníta!...”.

Ella por supuesto siempre ha sido una mujer revolucionaria, y de ésas que se tíran de las greñas para evitar que le quiten lo que considera más sagrado: Su libertad para creer en sí misma, y para, a partir de allí, permitir que la moldeen, pero nó que la sojuzguen. Así que Érika terminó fuera de los planes de la burguesía, y ni su antichavismo más “recóndito” la vá a salvar: Ya ella descubrió que ni Cisneros (Gustavo), ni Granier (Marcel), ni Zuloaga (Guillermo), ni Camero (Omar), ni De Armas (Andrés), ni Turner (Ted), ni Trump (Donald) -por sólo mencionar a algunos de los “megarricos” de su entorno mediático- quieren a nadie, ¡salvo a sus reales!…; ¡así que se puede ir muy al carrizo la tal Érika de la Vega aunque sea muy boníta, muy sifrina y muy “chíc”, y que el antichavismo lo “aparente” hasta en los poros…!

El error de Érika fue no haber descubierto jamás que ella no fue nunca “de ellos”. Ella fue siempre una “aspirante” que se “endiosó” por el empate aquél de “muy largo, muy intenso y muy público”; y no esperaba jamás terminar como todo “pobre” (o clase media) que se asimila al poder de los ricos creyendo que “los ricos también lloran”. (La única vez que yo he visto a un rico llorando fue cuando la gran depresión económica de los Estados Unidos a principios del siglo 20; y cuando el pueblo y los militares los sacaron de Miraflores después que en abril de 2002 se adueñaron del poder y de la gloria, y ya tenían “cuadrado” adueñarse de los cien mil millones de dólares que produce anualmente el petróleo venezolano. (¡Válgame Diós!...).

Pero es jodído que Érika asimile su papel en esta historia. Sigue diciendo que “no cree en una Venezuela optimista”, mandándole a sus “jefes” del “médium” el mensaje clarísimo de que ella está igualíta, aunque haya salido preñada soltera. Lamentablemente le vá a tocar asumir el papel de la señora “Connors” en la película Terminator 1, quien no entendía cómo era esa vaina de que a ella la venían a salvar del futuro porque los malos del presente ya sabían que ella llevaba la revolución en las entrañas.

Yo sugiero que a Érika la tomemos como emblema de la Revolución Bolivariana, porque ella és el típico engaño de las sociedades consumistas frivolizadas: Sufren, padecen, se humillan, y reconocen a su enemigo de cerca (ésos que mañana pasado la “botarán” pa´la miasma con embarazo y antichavismo y todo), pero no terminan por levantar las banderas de la lucha, hasta que llegue su descendiente (hijo) y lo haga, hastiado de que a su madre la hayan “jodído” tanto, prevalidos de su real apego a los formulismos “¿morales?” de esa sociedad de “mierda”.

En la entrevista, no obstante, hay destellos de luz en la mentalidad de Érika, pero se nota és en su tristeza (vaga) cuando se admite como abrumada por la sensación de incertidumbre que le genera todo esto. Soltada al mundo, obligada a asumirlo, y sin saber si su “beiby” correrá buena suerte en los marasmos de la “jái class” que ella defiende, tendrá que bregar dúro para evitarle una vida que ella vá a entender que no era de suya, sino de los “raitings” y de las cuentas bancarias de aquellos que ahora la miran extraño y le dicen “¿Así que salíste preñada soltera?...”. 

(jesusmezadiaz@yahoo.es)



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