El más reciente artículo de Andrés Oppenheimer, intitulado “Chávez y Uribe, más cerca”, no deja de sorprender. Si bien, le mete su acostumbrado venenito neoliberal a sus sesudos análisis, mostrándose como es: más cerca de wall street y cia, que de las calles de nuestros pueblos y ciudades, por primera vez deja de lado el epíteto narcisista-leninista con que suele calificar al Presidente Chávez.
Oppenheimer, si bien arremete -como no podría ser de otra manera, pues por eso y para eso le pagan- contra Ecuador y Venezuela, admite, tras entrevistar a medio Washington, la previsible mayor cercanía cachaca a Caracas que a Washington.
Sorprende el sesudo analista por que, por primera vez, se refiere a una gestión del Presidente Chávez en términos un poco menos despectivos que lo usual en él, y asume que, de resultar exitosas sus gestiones mediadoras en Colombia, le darían al líder de la Revolución Bolivariana una aún mayor dimensión e influencia política.
No cabe duda que los resultados electorales en Ecuador; el potenciamiento del ALBA; el pronto nacimiento del Banco del Sur, y el rol mediador de Caracas en el conflicto colombiano son, entre otros, un conjunto de hechos novedosos, incontrastables y ciertamente liberadores, que demuestran una nueva visión latinoamericanista que nos reafirma como conductores de nuestro propio destino. Son reflejo y la resultante de una nueva correlación de fuerzas en la región; hasta la derrota, por lo apretada y discutible de quienes en Costa Rica se oponen al TLC con USA, demuestran el cambio de época que estamos viviendo.
Hechos liberadores y nuevas formas de hacer política y economía tienen en la América latinoamericano-caribeña un despunte promisorio y vigoroso, no exento de riesgos y dificultades, pero que nos permite ser optimistas en cuanto a que se avanza -los pueblos avanzan-, por la senda correcta. Pues hasta los sesudos analistas de la derecha deben hacer concesiones analíticas ante tal evidencia.
El éxito del Presidente Chávez en Colombia, en su misión humanitaria y de paz, más que un triunfo personal o una apuesta para ganar influencia, será el triunfo de toda Colombia, de Colombia y de Venezuela; será la victoria por la Gran Colombia y un digno homenaje al Libertador. Bolívar vive
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