Comenzó la guerra del odio

Me lo dijo Ricardo Monsalve, activista en Caracas de la contrainteligencia revolucionaria, a quien enviamos ayer a observar los intríngulis de la marcha opositora por el Día del Periodista. “¡Ya no hay nada que hacer!”, me dijo Ricardo.“¡Ésta gente está, ya no disociada, sino sicótica; que si agarran a Chávez por ahí se lo comen vivo!...”.

El asunto es que, escuchadas las arengas reconciliatorias de Ana María Fernández, a quien con esa “vocesita” tan cándida provoca comérsela a besos, y de Rafael Fuenmayor y William Echeverría, uno se puso en ¡a discreción!.., ¡firm…!, tal como hacen los militares cuando deben colgar momentáneamente las armas. Parecía que los tres se hubiesen puesto de acuerdo: “Seamos las madres teresa de Calcuta cuando vayamos al canal 8”.

“Algo huele mal en Dinamarca”, pensamos. “Tanta ternura nos confunde”. Por eso le pedimos a Ricardo que nos describiera varias cosas de la marcha: primero, las consignas; segundo: las actitudes; tercero: el trato hacia los chavistas que se le atravesaran en la calle; cuarto: la simbología y; quinto: los discursos.

De las consignas, veamos estas dos “perlítas”: Una señorona muy fina, catira para más señas, olorosa a buen perfume, y con indumentaria deportiva muy de marca, gritaba, a todo gañote, “¡A mí me parieron, a Chávez lo cagaron!”. Otra de las arengas era: “¡Así es que se gobierna, dicen los chavistas, revolcándose en la mierda!”. En cuanto a las actitudes, se definen en una sola: Unos ojos vidriosos, llenos de odio, saltaban de los rostros, por ejemplo, de las señoras con buenas pintas, de las hijas de Marcel Granier y de las reporteras Carla Angola y Aymara Lorenzo. En lo que respecta al trato a los chavistas, de nuevo volvieron los insultos aquellos de ¡”chúsmas, idiotas, bozaleados!” (¡claro!..., esto no lo decían los caras visibles de la marcha, sino un “grupito” que con franelas negras se dedicaba a ello.

En cuanto a la simbología, de nuevo estaban allí las banderas al revés, pero ahora con un detallito: Algunas llevaban impresas el “puñíto” de Okpor, el emblema de la ultraderecha europea. Y sobre los discursos, he aquí un extracto de lo dicho por Ana María Fernández: “¡Esta no es una pelea sólo por la libertad de expresión, sino por la libertad de presión que tiene un pueblo sobre un régimen tiránico y odioso que terminará matándonos; y entendamos que Marcel Granier y todos los que estamos aquí también somos pueblo!”. (Aquí me dijo Ricardo que se persignó: ¡Créo en Dios Padre!...).

Pero hasta allí no llegó la cosa. Hoy está en Aporrea.org el desplante del periodista William Echeverría cuando recibía el premio metropolitano de periodismo, que por su sola mención entendemos que es entregado por la Alcaldía de Juan Barreto.

Ahora bien, imagínense ustedes que, si todo esto fue protagonizado por los abanderados de la reconciliación, ¿qué quedará para aquellos miles que de sólo abrir la boca ya tienen los colmillos ensangrentados con ganas de engullirse a Chávez y a todo lo que le huela?... (De sólo pensar lo que dijo ayer El Universal sobre la inauguración de la Copa América, se nos paran los pelos).

“¡Ya no tienen remedio!”, me insistía Ricardo. “¡Que no esté creyendo el gobierno que se los vá a ganar, cuando menos, para una oposición racional!”. “¡Imposible!...”.

Bienvenidos, pues, camaradas, a la guerra del odio. ¿Cuáles serán nuestras armas?...

(jeramedi@yahoo.es)


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